tag:blogger.com,1999:blog-51845586828303548012024-03-04T21:45:43.082-08:00QUIMERA SENTIPENSANTECarla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.comBlogger79125tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-83072902744312435172010-04-30T14:09:00.000-07:002010-04-30T14:10:42.635-07:00BITÁCORA RETROSPECTIVA DE VUELO Y NAVEGACIÓN30 de abril de 2010<br /><br />VOZ EN OFF (REWIND)<br />ANTIGUOS ECOS DEL LABERINTO<br />PASAJE SEGUNDO<br /><br />Se desliza la sílaba voluptuosa. Sus tímpanos, los de ella, animal oscurecido, sus tímpanos en instinto aprehenden la brizna de una onda perdida, atrapada en la cápsula inevitable del viento. Ruido. Un ruido. Un ruido como la textura imperiosa de la seda, pero bordada en múltiples relieves de graves, como pedrería de roca volcánica enredada en la suavidad blanca de la espuma, algo así… Un ruido. Vibración expansiva que se abre, multicolor, en bifurcaciones fantásticas, evolucionando entre el laberinto neuronal de su cerebro, al parecer, muy primitivo; se bifurca en su cerebro la voluptuosa sílaba, enredada en el viento, antes, y ahora trepando por las ramificaciones laberínticas de su primitivo cerebro, al parecer, cerebro, de ella, primitivo y peligroso animal oscurecido. Cimbra el destello eléctrico las bóvedas de su instinto, reverbera el eco grave entre las cavernas ocultas de sus entrañas.<br /><br />Levanta la cara, ella, al cielo poblado por densas nubes moradas; sumergido como se encuentra su cuerpo colosal, entre los pliegues de un agua enverdecida, así, con el rostro vuelto al cielo, semeja, el cuerpo del ave sumergido en el pantano, una sombra inmortal… Olfatea, el viento, ella.<br /><br />La brizna, el minúsculo ruido retumba su eco, y es vibración que baja, ahora, por su cuerda ósea: la médula entona la escala de sus vértebras en frenética alteración, y la melodía íntima enraíza brotes momentáneos en la piel: poros erectos, y enseguida revienta en su vientre la onda sonora, al modo de una ola eléctrica… Por un instante, en su mente, la sensación proyecta la imagen de un relámpago de metálico azul neón.<br /><br />(((Y a la luz del rayo, al fondo indefinido, el recorte oscurecido de la gran mole del toro macho; proyectan el reflejo de la luz, en sus recuerdos por venir, sus cuernos de luna en cuna…)))<br /><br />Retortijón en el estómago; y la cabeza de ella se levanta por sí, a impulso del instinto. Levanta la cara al cielo, y su oreja se eleva un poco, gira con levedad, en busca de más fragmentos del estremecedor sonido.<br /><br />Y no es que ella piense al respecto, ni siquiera se trata de que le provoque recuerdos, añoranzas ni deseos; tampoco emoción. Es mucho más primitivo, es nada más una prístina imagen fugaz, transparente y precisa, la que se formula a través de su cuerpo entero cuando la gravedad del sonido la penetra y reverbera dentro y transforma el ritmo de sus funciones vitales… Así de sencillo.<br /><br />Es él. Es el llamado de un gran animal macho.<br /><br />Una resonancia como ésa, contenida en un fragmento tan pequeño, su poder de expansión, sólo puede provenir del rugido furioso de un poderoso animal macho.<br /><br />Él está hambriento y ansioso, pero se encuentra lejos; y ella intenta escuchar la distancia, por ello busca otros copos sonoros, encapsulada en ellos la semilla del poderoso bramido del toro macho, pero no… Sólo ése. Aislado. Diminuta partícula de polvo resonante: así que, él está muy lejos…<br /><br />Ella baja de nuevo la visa y bebe despacio algunos sorbos más de agua; sumerge su cabeza y extiende la lengua para atrapar las aterciopeladas y resbalosas capas de la materia verde que se acumula en la superficie y que luego, en degradado, bailotea hacia la profundidad del ojo de agua.<br /><br />El macho anda lejos, pero por ahora ella no puede sino beber, refrescar su interior, lavar sus heridas, renovar su fuerza…<br /><br />Ahora está ahí, ella, con su cuerpo enorme, ahora sumergido por completo en el enlamado; asoma sólo el penacho húmedo, como una extraña planta acuática forrada de piel negra; y más allá, uno de los ángulos de su ala izquierda, mucho más flexible ahora que las texturas verdosas desinflaman el nervio lastimado… Ella no recuerda bien dónde se hizo las heridas; sólo sabe del alivio de este momento, cuando el enlamado repara la rigidez de los cartílagos, la tensión en los músculos, el ardor de la carne reventada (no lo sabe) por el tajo poderoso de su fuerza ((de voluntad)) al abrir el agujero de gusano por donde penetró en el laberinto.<br /><br />Detrás de ella se levanta un gran acantilado de piedra cobriza, laja tras laja, de un liso profundo, brillante al paso lento de los hilos de agua al resbalar, casi gota a gota, pero, aquí y allá, un lagrimeo constante humecta la mole de piedra natural. También aquí y allá, adensándose hacia la orilla, manojos y enredaderas vegetales, que oscurecen la profundidad de la barranca y casi forman un techo sobre el ojo de agua donde la hembra bestial de la noche azul se halla sumergida.<br /><br />Para un lado del muro natural, se dijo, cierra la selva intrincada el paso de la vista; se escuchan murmullos de río furioso y cascada suicida…. Y un silencio abrumador detrás del constante murmullo del agua frenética; un silencio como otro susurro, en continuo absoluto, hacia todas direcciones; un vapor intimidante o una consistencia poderosa, apropiándose del fondo, por el momento intangible, de la selva; un susurro tan continuo y espeso que sólo el oído primitivo de ella podría distinguirlo de la masa sonora, y que otro cualquiera animal hubiera confundido con más ruido…<br /><br />Del otro lado del gigantesco muro natural, casi como una continuación de sí, como una prótesis, inicia la pendiente de una cortina de lo que seguramente fue una presa; sin duda una obra de ingeniera que se quedó truncada o que dejó de funcionar hace mucho… Concreto resquebrajado por el tiempo; usufructuario de la humedad, pero menos agraciado, salpican de sus grietas algunas ondas de verdor. Y más allá, arriba, por ese lado, se alcanzan a ver las formas de un nuevo cúmulo de construcciones pelonas, reverberando la aridez del concreto al rayo caliente que ahora se cuela, casi como un reflector, sobre las edificaciones grises, y luego la claridad se derrama suave por la mole de concreto de la cortina de presa, que luce, al paso de la luz, destellos violetas entre sus poros minerales; y se desliza más abajo la iluminación, y entonces cae en lluvia cálida al centro del ojo de agua donde ella reposa su camino. Y es ella un oscuro animal entintado con motitas de luz morada.<br /><br />No es que ella quiera, ni siquiera es que desee, ir en busca del toro macho, poderoso señor del laberinto, es que su cuerpo de ella sabe-no-sabe que debe ir; es todo. Así. Simple. Sin meditación, alevosía ni ventaja. Cómo podría ella aventajar a un animal igual o incluso más terrible que ella. Sólo irá hacia él. Así. Sencillo. Ha olvidado todo, ha dejado todo atrás, y no tiene sino esos reflejos, esas imágenes compuestas de vapor o descarga eléctrica y ebullición de sus funciones… Esos latidos. Sabe-no-sabe, ella, que con cada uno de esos golpes al corazón se desprende un pedazo profundo de vida, se desgasta la oportunidad; pero por eso, por eso que no sabe, por esa vida en la cual no piensa, que se desprende en cada latigazo de fuego en su corazón, ella irá tras el macho; y por eso mismo que ella ignora tan íntimamente, ignora, por eso ahora reposa sumergida en el agua verdosa. Ignorante de sí. Ignorante de ella.<br /><br />((¿Hacia la selva o hacia el conglomerado de concreto?))<br /><br />Ella sale despacio de entre el pantano; una decisión así no la toma su mente al azar, tampoco por deducción de nada que no sea el mismo impulso, el impulso en sí: buscar de nuevo los indicios sonoros de la dirección del macho, así, porque sí, porque no es su mente la que trabaja, es su cuerpo entero, la entraña donde reposa el recuerdo de su aroma, el de él… Pero no es un recuerdo, es el olor mismo el que se proyecta directamente sobre su vientre al recibir la descarga eléctrica, cuando algo dentro evoca la propia descarga y, con ella, el olor mismo… Y así, ola tras ola, hasta que es necesario, simplemente, salir del agua y buscar su voz, la de él…<br /><br />Ella irá a buscarlo… No importa la distancia, ya sabe que está muy lejos, pero ((¿¿hacia dónde??))<br /><br />Se sienta un momento en la arenilla, junto a la intersección de los muros; parece una gárgola negra, brillante ahora que la humedad se arrastra entre su piel de murciélago y reptil; parece una gárgola camuflada de modo casi orgánico con la totalidad del entorno, ahora que la lama aún se adhiere a su piel tensa y las gotas de luz violeta continúan cayéndole en diagonal.<br /><br />Levanta el ala derecha y comprueba que el dolor ha cedido casi por completo; la extiende un poco más para comprobar el efecto… Y entonces nota que, al desplegarla, su ala atrapa y dirige las cápsulas de sonido; ella endereza la espalda y así, en cuclillas, abre la izquierda y busca las corrientes por donde vienen bajando los racimos de sonidos.<br /><br />Sus alas extendidas hacia el cielo, la cabeza levantada, frente a la intersección de las moles de piedra y concreto; parece un ángel prehistórico rezando a los espíritus invisibles por recibir una señal, parece una pequeña cúpula de piel, los extraños pétalos de una flor carnívora…<br /><br />Se está así por mucho rato, paciente, en espera de una mínima brizna de su timbre… Un capullo de su voz, de él, que le indique, a ella, para dónde está ((dónde te hallas, amor, dónde tu voz y con ella el verbo y con él tu carne?)))<br /><br />Oscurece cuando ella levanta el vuelo.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-73605225611560583842010-03-02T14:12:00.000-08:002010-03-02T14:26:15.851-08:00BITÁCORA DE VUELO Y NAVEGACIÓN RETROSPECTIVA<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW0qha6Hbzg-qhVnp7JpX9EGQmY4gJwQe0Yz5Mz7Cm8K-ZPJ8BM8-xJ8nbd1jWTSBRZHYZBZ2s2W4c6jsskecIP3o3kLmqh1wb382_DT-qU6M_oz4oPmkFYPBuAU8Ij8SqDvD8S5HVc3Cu/s1600-h/corazon+en+formacion.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 300px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW0qha6Hbzg-qhVnp7JpX9EGQmY4gJwQe0Yz5Mz7Cm8K-ZPJ8BM8-xJ8nbd1jWTSBRZHYZBZ2s2W4c6jsskecIP3o3kLmqh1wb382_DT-qU6M_oz4oPmkFYPBuAU8Ij8SqDvD8S5HVc3Cu/s400/corazon+en+formacion.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5444165080208303874" /></a><br /><br /><br />CORAZÓN EN FORMACIÓN<br /><br />OBRA PLÁSTICA DE EDGAR VÁZQUEZ<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />17 de febrero de 2010<br /><br /><span style="font-weight:bold;">VOZ EN OFF (REWIND)<br />ANTIGUOS ECOS DEL LABERINTO</span><br />PASAJE PRIMERO<br /><br />En realidad, quién sabe cuál será la extensión de este lugar. Un pasaje se conecta con el siguiente, como una frase enlaza la otra. Sin ton ni son. Ella recuerda palabras. Una frase. Recuerda sonidos y alguna frase aislada; luego ya no son palabras, sólo imágenes; a veces ni eso, apenas algo como un vapor o sopor. Humedad de la tierra húmeda.<br /><br />Si está húmeda, la tierra, habrá agua muy cerca, piensa… No, no piensa; es más bien un latido el que se manifiesta. Una corazonada.<br /><br />Camina despacio; se detiene y olfatea las viscosidades adheridas a las raíces de los árboles, ensortijadas piernas de árbol enlazadas entre el piso y las construcciones. Se detiene y se acuclilla para oler los escupitajos blancos; son apenas perceptibles a la vista, pero despiden un fuerte olor de tonalidades graves y toques de una dulce acidez. Es el semen de la bestia; sólo un gran animal macho puede proponer un aroma como éste. Ella no sabe eso; en ella, dentro, sólo es que revientan las moléculas donde el macho ha dejado el obsequio encapsulado, su empalagoso y agresivo bálsamo.<br /><br />Se incorpora, ella. Se queda muy quieta, vuelta su cabeza emplumada hacia su derecha, por donde un prolongado pasillo pierde su extensión en la tenebrosa oscuridad de la distancia; por allá se ha ido el macho; por ahí percibe ella los hilos de azul fluorescente tejidos por los vapores olorosos de la bestia. El olfato de ella es tan poderoso que, literalmente, puede representarse la dichosa estela, con toda claridad; así que su olfato es capaz de observar el camino por donde el enorme animal se ha ido: un alucinante listón vaporoso, con ráfagas de azul metálico, vetas de brillantina tornasol, preciosas filigranas con brillos escarlata…<br /><br />Pero ella, el ave de la noche profunda, tiene sed, y sabe que el camino de la humedad se encuentra detrás de ella; pero eso ella no sabe que lo sabe; es un cerebro más primitivo, al parecer, o eso le parecería a algunos, el que no-sabe, en ella, para dónde aumenta el tufo de la humedad; es una corazonada, y algo que es, por supuesto, un dolor, pero ella, eso, no lo sabe, y, además, carece de importancia; lo vital es el latido mismo, aunque resulte mortal la fuerza desgastada en el impulso.<br /><br />Así que su olfato mira detenidamente las últimas burbujas iridiscentes de la estela del macho, tragadas por la carnosidad oscura de la distancia; mira por última vez, antes de volverse atrás, domesticando su instinto, o por influjo de ese instinto, quizá, no se sabe bien, con intensidad paciente, se vuelve atrás, y camina sus pasos cautos hacia el agua.<br /><br />Todo puede esperar, hasta que ella encuentre el agua cristalina y pueda lavar su sed, y el cansancio, y las heridas de roca en sus rodillas y sus puños, en su lengua y su cabeza; las heridas de roca y acero en sus codos, y punzando, sobre todo, en su ala izquierda, ahí donde se guarda el matiz femenino de su alma en instinto.<br /><br />Mira por última vez la estela, se da media vuelta y trepa por la enorme raíz, alcanza la escalera de piedra devastada, penetra por la boca de las ruinas, hacia las galerías superiores. Lleva en su memoria la imagen del rudo aroma; pero su memoria es nada más la del olfato: la estela vaporosa, llena de misterios y peligros. Pero primero, lo-sabe-no-lo-sabe, debe recuperar su fuerza vital, así que ahora se interna más en los intrincados pasillos, hacia un rumbo determinado, aún en la espesura del sinsentido: la gran ave tenebrosa se dirige hacia el agua, y el agua está tras el rastro de la humedad que ya invade los muros, enverdecidos ahora por una gruesa capa de musgo…<br /><br />Detrás de su paso flexible va dejando, ella misma, el dulce rastro de su sangre, gota a gota desprendida la señal de su cuerpo de hembra, terrible y gigantesco animal de la noche plena, gota a gota su sangre en estela fervorosa, de las heridas que, lo ha olvidado hace mucho, aunque ocurrió no hace mucho, las heridas de su carne al cavar el agujero de gusano que la trajo aquí…Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-42795047305764862292010-02-17T13:44:00.000-08:002010-02-17T13:45:16.568-08:00BITÁCORA DE VUELO Y NAVEGACIÓN RETROSPECTIVA<span style="font-weight:bold;">FRENTE A LA FORTALEZA DE MINOS</span><br /><br />Toda la isla es un laberinto, dicen, una fortaleza de roca, concreto y acero, una absurda casa, intrincada de pasajes, jardines y terrazas interiores, habitaciones conectadas, puertas y ventanas que abren a nuevos pasillos y combinaciones de escaleras bifurcadas en dos y en tres y muchas ramas, hacia otros niveles igualmente arbitrarios, abiertas hacia arriba y abajo; muros y más muros, estructuras metálicas, bóvedas, cámaras y cavernas, palacios y pantanos grises dentro de la enorme y absurda estructura. No se sabe si se trata en realidad de una isla, es quizá un continente, o un ínfimo rincón de otra realidad cósmica; no se sabe nada de este lugar, más que esto que vengo describiendo, esto que acabo de ver con estos ojos, cuyas imágenes han de ser tragadas por el olvido.<br /><br />No sé si se trata, en realidad, de una isla; para donde se mire, todo frente a mí es un muro que se pierde a la derecha, hacia la izquierda; un muro gris que se pierde arriba, más allá de las nubes púrpura; se pierde hacia abajo, en la profundidad de fluorescencia oscura del mar, la extensión de sus sótanos y cimientos.<br /><br />La mar cortada de tajo por un muro de concreto, inmensamente absurdo y grande.<br /><br />Tres negras noches, con sus tres oscuros días, Nave Nodriza se ha deslizado junto a la muralla de roca sólida; y sigue perdiéndose de vista su extensión, la del muro.<br /><br />No hay más. Algún día, dicen las crónicas de mis ancestros, la mujer que yo era llegó al fin de la tierra. Y ahora yo, el monstruo del presente que soy yo que soy ahora, escribo que he llegado al fin del mar; aquí se acaba todo, aquí se acaba el mundo, comienza otro…<br /><br />Luego, arriesgué mis alas recientes y volé en vertical hacia las nubes; pero en tres noches con sus días, el muro se mantuvo siempre igual, siempre perdido su inicio, su posible principio o fin. O es que la pared se mueve junto conmigo, pensé mientras caía en picada, de regreso de las alturas impasibles, alturas absurdas como absurdos se tornan frente a ella mis pensamientos.<br /><br />Así que esta noche brillante he vuelto del cielo, y me hallo cavilando en mi camarote solitario; fuera de mí, pero conmigo dentro, la solitaria Nodriza se acuna apacible, anclada frente al muro infinito.<br /><br />No es posible volver. Detrás está el pasado, y ese reino es tan sólo un mito; detrás, entonces, sólo está la extensión profunda de un mar infinito. Detrás no hay nada, sólo el mar. Todo lo que pude haber vivido, ha desaparecido tras la estela de mi navegación.<br /><br />Delante, el muro de Minos.<br /> Debajo, el abismo de agua.<br />Después de la terrible fortaleza de Minos, la realidad de Lugar Común; y en ella, Ulises. Y Ulises, tal vez, podrá decirme qué significa haber cruzado el laberinto, que significa que atrás no haya quedado nada, quién es este monstruo de las tinieblas que soy. Él habrá de darme el cabo, y así podré desmenuzar la madeja para hilar mi nueva memoria, alguna tarde, frente a mis playas apacibles, recién conquistadas, recién invadidas por el amor…<br /><br />Pero esta noche luminosa cavilan las vibraciones de mis entrañas, simple instinto del tacto, pues no hay recuerdo alguno para evocar el dolor, ni el miedo, mucho menos el amor; ni siquiera la imagen de Ulises, esperando por mí con el fuego encendido, los brazos abiertos en oración de entrega, para recibir mis pasos cansados, ni siquiera tan voluptuosa imagen de Ulises logra permanecer más allá de los segundos en que la nombro.<br /><br />Me detengo esta noche y escucho la vibración de mis arterias, el rasgueo rítmico de mis nervios tensados, el tintineo de mi piel erizada. Me detengo y escucho el canto de mi cuerpo, muy quieto, resoplando en silencio, respirando en el intersticio de la arritmia; y mis funciones corporales son un concierto de temblores… Sí, es verdad, leo en mi diario que he dicho, no hace poco, pues ya no lo recuerdo sino en la lectura, he dicho que, por mi voluntad, me dirigí a este sitio sin salida, en busca de la bestia mortal del laberinto; que ella, dije, la bestia, dije, habría de indicarme el camino para encontrar a Ulises. Parece que ando buscando a un tal Ulises; lo leo, y sé que yo lo escribí así, lo sé porque está escrito, aunque no lo recuerde. Mi recuerdo existe sólo al leerme y leer a mis ancestros y los escritos de otros que parecen haber sido o ser tan monstruosos como yo; mi memoria es la suya, la de quienes antes hicieron este viaje fantástico. No tengo más memoria que estás palabras.<br /><br />Pero yo no puedo sino sucumbir a mi instinto; y yo, ahora, soy apenas el depósito del olvido; soy un descuido que evolucionó en quimera… Así que me retracto, por un instante, me retracto y me detengo por un momento para olfatear el viento en busca de los signos remotísimos de la esperanza, olfateo en espera de la señal… ((¿Dónde estás, maestro; dónde tus palabras de aliento y tus brazos en complicidad con mis alas; dónde estás?)).<br /><br />No puedo sentir miedo, porque no recuerda mi carne ningún sentimiento, sólo puedo imaginarlo cuando leo las crónicas del miedo inscriptas por los otros y por mí, en el pasado.<br /><br />Oscurísima noche clara, donde mi vista nocturna se pierde, igual que el muro, en el vacío absoluto. He salido a cubierta para contemplar la negrura de esta noche, la más brillante oscuridad de todas las oscuridades nunca antes nombradas por un ser vivo. Nunca podré describir el brillo profundo de la oscuridad absoluta; así que enseguida olvidaré esta sensación de vacío; y enseguida de enseguida comenzaré a cavar un hueco en el muro, para entrar.<br /><br />En Nave Nodriza sólo hay libros y cuadernos de diario; y tales utensilio son herramientas de la memoria, pero resultan inútiles, escuchadlo bien, resultan inútiles como herramientas para el mundo, y aun más inútiles, por lo tanto absurdas, como posibilidades contra el muro de la imaginación, ese “otro” material de concreto, arena, rocas y acero; ese otro mundo…<br /><br />No hay puerta para penetrar al nuevo mundo; uno mismo debe cavarla en el muro.<br /><br />Utilizo mis garras y el filo de mis colmillos; utilizo mis puños y mi cabecita hueca; golpeo con el filo de mis codos y mis rodillas; arranco pedazos completos de roca; saltan sus vísceras de polvo y astillas. Los fragmentos de piedra destrozada se mezclan impúdicos con los jirones de piel y sangre desprendidos de mi cuerpo al embestir contra la carne del muro., también es mi piel la que salta al desgarrar la roca. Y esto es el dolor por seguir adelante, por seguir buscando un sueño. Este ardor y la náusea, este mareo y la punzada; esto es el dolor. Pero lo olvido enseguida. Y sigo adelante, ciega de instinto, sin saber por qué, sólo sigo adelante porque así lo dicta la voz de mi sangre al fluir.<br /><br />Al fin, al alba de la cuarta noche, mis garras arrancan la última roca, y se abre frente a mi olfato una intensa bocanada de vapor putrefacto…<br /><br />Hace rato que dejé de escuchar el mar; hace tiempo, en medio de la furia por descuajar la roca, que olvidé extrañar la tibia zona de confort de Nave Nodriza. Ya no soy mujer. Ya no soy pirata. Ya no soy marino. No recuerdo haberlo sido. Y lo peor: he debido dejar atrás la memoria inscripta en los documentos, mi única memoria.<br /><br />Ya no soy marino; ahora mismo, mientras cavo, soy minero; luego seré un caminante de lo improbable.<br /><br />Escribo esto con lodo podrido, del otro lado del muro, junto al hueco abierto en la roca; la herida del muro comienza a suturar; el vapor fétido se condensa y cicatriza las paredes mancilladas, el intenso vapor fétido se pega al hueco, literalmente se concentra sobre el vacío, y forma una costra en el interior del túnel; la costra volcánica se petrifica. Y ahora esta última frase queda encima de un muro liso, donde antes estuvo el agujero de gusano, un muro intacto, sin entrada ni salida ((y fuera del muro, abandonada, quedó anclada nuestra Nave; adentro la memoria de quien fui)).<br /><br />A punto de dar el primer paso dentro de la fortaleza del tiempo.<br /><br />Y ya no recuerdo quién soy...<br /><br />¿Por qué estoy aquí??))Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-988169396450704812010-01-22T12:48:00.000-08:002010-01-22T12:49:26.936-08:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN Y VUELO RETROSPECTIVO<span style="font-weight:bold;">A TRAVÉS DEL MAR ENROJECIDO</span><br /><br />La noche enloquece junto conmigo, y yo no dejo rastro alguno; tampoco la noche. Es por la mañana siguiente cuando las ánimas lloran sobre los cuerpos inanimados de los muertos. Es la noche oscura de mi ánima, la noche que enloquece junto conmigo, y el dolor es inevitable, aunque se olvide enseguida, porque también el dolor es arrancado del recuerdo. Uno a uno, los recuerdos son devorados por las impunes bestias del olvido. No quedará vestigio, no quedará piedra sobre piedra ni temor alguno, ni esperanza suprema, ni cálido nicho de ilusiones. Quedará mi alma en blanco, cándida, inmaculada, libre de toda perturbación, y entonces iré por el mundo en busca de lo memorable, para integrarlo, y al fin construirme una memoria.<br /><br />Pero ahora es el momento del dolor inevitable, cuando el timbre de una voz de hombre es arrancada de tajo de mis suspiros, y se extingue su resonancia como si fuera la voz del eco; su nombre de hombre huye entre los escombros de sus propias palabras, pero al fin es emboscado por una jauría de delirios, y queda despedazado su nombre, hecho jirones de ininteligible tinta ensangrentada; el sabor de su aliento sucumbe ahogado en la tormenta de incertidumbres; devora el ansia en parvada la entraña misma de su tacto, un tacto de hombre, vuelto trizas. El dolor, inevitable, aunque se extinga también su recuerdo en el acto mismo de existir el dolor, al ser arrancado, por ser arrancado, el dolor.<br /><br />Ya tampoco hay dramatismo en mis plegarias, ya ni siquiera estoy haciendo oraciones. No encuentro consuelo, porque ya nada queda por consolar; no busco consuelo, pues nada hay por consolar. Todo es claro, todo se comprende, todo es tan nítido, que no es posible agregar consideraciones ni matices, reproches ni justificaciones. Ahora siento cómo se desprenden los reflejos de sus ojos al mirarme tan de cerca, en el abrazo más profundo, en medio de la multitud, mientras yo cantaba y el tocaba… El tocaba… Él… Quién es él…<br /><br />Salgo a cubierta; afuera, una tempestad enrojecida azota los cielos. Vapores escarlata se deslizan en espiral, chocan entre sí los rojos enardecidos, y son mareas como de sangre las que suben y se estrellan y se hunden entre las espumas enrojecidas del cielo. La noche enloquece de dolor, junto conmigo, abandona la serena luz de su oscuridad azul, para dejar paso franco al ador de fuego de las pasiones, las humanas, las que latían en mi antigua sangre.<br /><br />Y lloro, se me doblan las piernas de dolor, frente al espectáculo vivo de la enrojecida tormenta, y lloro, durante muchos días, hasta que mis lágrimas logran ser más que las bocanadas de rojo sangre escurriendo por mi cabello, empapando mi piel, penetrando mis orificios; lloro hasta que mi llanto es más profundo que el dolor y arrastra en su sal cristalina los vapores de sangre pegados a mi cuerpo, y borra mi llanto cualquier vestigio, y al fin se rinde la tormenta, que ya no puede atormentarme más, que ya no puede hacer llorar a nadie más como, ahora, yo requiero llorar frente al espectáculo terrible de mis entrañas en carne, arrancadas de mi propia circunstancia; lloro al mirar su nombre por última vez, una traza apenas, bailoteando sin sentido como una tira de papel desgastada, arrancado su nombre para siempre de la referencia para la entrega, y lloro por ese hecho inevitable, y por ello inevitable también el dolor en esta noche enrojecida de mi ánima. Miro a la última esperanza puesta en su aliento, destazada en el palo más alto de la embarcación, a punto de tornarse irreconocible, mientras el viento escarlata le arranca los últimos rasgos… Cómo no habría de llorar. De modo que lo hago, lloro durante muchos días, y al fin la tormenta amaina, cuando mi llanto es más profundo que el dolor mismo, y lava mi llanto los vapores de sangre que empapaban mi cuerpo, y es arrancado, aunque duela con el dolor profundo de saber que será lo último que duela, el dolor mismo, su recuerdo, su referencia… Y me encuentro ahora de pie sobre cubierta, mojado mi plumaje azul de metálica oscuridad, y destalla más así como estoy ahora, posicionada contra el resplandor de la noche, viéndome de lejos; destella más, en consecuencia de mi llanto, el húmedo pelaje de mis alas de noche antigua.<br /><br />He debido cruzar ya el Mar Rojo, su enrojecida tormenta, porque no lo recuerdo, porque cuentan las crónicas que ahora leo y transcribo que si no lo recuerdo, es porque he debido pasar ya por el Mar Rojo, ente su tormenta enrojecida, donde todo recuerdo es arrancado, y por cuya transición he de llegar con el alma cándida a la tierra de Mi-nos, para devorar al Toro Sagrado y poder volar, volar hacia donde está Ulises, el que me dirá qué clase de bestia soy, hacia dónde he de partir…<br /><br />(Oh, Ulises, ahora lo comprendo, amor, la ternura de tus intenciones al marcharte en pos de la tierra prometida…)<br /><br />En blanco.<br />Extraño monstruo que soy.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-72922783366148115932010-01-06T12:32:00.000-08:002010-01-06T12:40:53.851-08:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN Y VUELO RETROSPECTIVODÍA ÚLTIMO: LA NOCHE MÁS PROFUNDA DEL ALMA<br />PERSONAJES: NINGUNO, NADIE Y UNA CUALQUIERA.<br /><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlOQ_pHMJwld512khnGJrZL4RP7BaGk8U7viiG11LWd5JEpMc9bxPogqzIOIsMmb-hUtDX_YxiQLj0gEX5RzhPmWms4zWuBS2Zgo2b3Zr7HI4gsXszIsrgAn1ddJ_yECj0jsuI6BkHAeFS/s1600-h/AVE+BITACORA+DOS+2010.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlOQ_pHMJwld512khnGJrZL4RP7BaGk8U7viiG11LWd5JEpMc9bxPogqzIOIsMmb-hUtDX_YxiQLj0gEX5RzhPmWms4zWuBS2Zgo2b3Zr7HI4gsXszIsrgAn1ddJ_yECj0jsuI6BkHAeFS/s400/AVE+BITACORA+DOS+2010.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423729488687288114" /></a><br /><br /><br /><br /><br />Traquetea un poco entre las olas, rechina al rayo de sol, pero Nave Nodriza avanza majestuosa en medio de un mar azul, de un cielo azul, de un sueño azul. Yo no diría que ninguna de Nos se halla particularmente convencida de nada, aprovechamos el momento de placidez, sin discutir nada por nadie, de nadie. Quién necesita el sentimiento si existe la sensación, quién necesita la sensación si existe la nada. No tengo sangre ni arena en las venas. Estoy vacía, al fin, hoy, ahora, en la palabra vacía. Caigo al vacío dentro de mí, caigo como Alicia por el agujero de gusano. Nada cae en el vacío dentro de mí, cae y cae la nada en sí, dentro de mí, al vacío, a la nada, nada.<br /><br />Todo queda atrás, y no puedo volverme a mirar. Navegamos por el Mar Neutro, montañas y más montañas de sal líquida, azules como el cielo azul, en un sueño evidentemente azul. Azul de día, no así el azul de la nostalgia, pues no hay recuerdos en este lugar, y quien ose volver la vista atrás para querer mirar a los recuerdos quedarse atrás, se convierte en estatua de sal, en inamovible nostalgia, recuerdo perdido, que se queda atrás… Todo queda atrás, y no puedo volverme para mirar.<br /><br />Nos dirigimos hacia la tierra de Minos, menester es, según dictan los tratados de quienes anteceden la hazaña, atravesar el Mar Neutro. Olvidarlo todo. Comenzar de nuevo.<br /><br />He llegado, pues, a saber, oh, noble Ulises, que por este camino he de llegar a tus brazos: olvidándote. He tirado mis añoranzas por la borda, no cargo conmigo ningún placer: todos los sueños me fueron concedidos, toda la sensualidad me fue otorgada. Estoy colmada de vacío, de la nada que queda luego del cuerpo, después de la memoria, más allá de los instintos… Si vivir es sentir, ahora no-vivo. Si vivir es amar, ahora no-vivo. Soy un no-viviente, así, tranquilo, de cabeza en la percha del tiempo. Desperezo mis alas al calor del mediodía de esta noche luminosa de azul. De lejos, me miro como un ángel negro, tan negro que es azul de profundo metálico mi pelaje de oscuridad, resalta su iridiscencia negra contra el raso azul del cielo azul.<br /><br />Me dirijo a Minos, a chupar la sangre del Toro Sagrado. Hace tanto tiempo que navego, que no recuerdo ya de dónde vengo, cuándo es que he nacido, en qué momento comenzó este apetito por la sangre caliente del Minotauro. Mi única memoria son los documentos de mis antiguos, consulto ahora sus epístolas y bitácoras, para saber, y recordarlo sólo al instante en que lo escribo, que alguna vez fui larva en capullo, envuelta en sedas fui protegida y cuidada por jóvenes mancebos, quienes alimentaban mi envoltura, saciaban los voraces apetitos de la larva de carne, carnívoro gusano que fui.<br /><br />Una noche, simple y llanamente, rompí el capullo.<br /><br />El cuerpo estalló sobre sí, y con él, estalló la memoria; la carne se dio la vuelta sobre sí, y ahí estaba yo, con mis alas poderosas alzándose en sus cinco metros. <br /><br />Los destruí a todos, les desgarré las entrañas y los devoré uno por uno. Sólo así, dicen los documentos, se logra vencer los encantos de los Efebos: cayendo plenamente en ellos, dejando que el cuerpo sucumba hasta perder el alma y transformarse en depredador y acabar con ellos sin compasión alguna; y también acabar, al nacer, con todo vestigio del alma que nos llevó a caer en tan superflua luminosidad, en el vano subterfugio de la debilidad humana…<br /><br />Y aquí navego, sola en medio de la noche azul de mediodía. Me dirijo a la tierra de Minos, ando rastreando a un tal Ulises, y por ello debo beber la sangre del Minotauro. No tengo sentimientos ni placeres, sólo me queda el instinto, y mi instinto es volar, y por ello debo beber la sangre del Toro Sagrado, y hallar a Ulises. Ulises me dirá cuál es mi naturaleza: qué clase de criatura soy, de dónde provengo y hacia dónde me dirijo.<br /><br />Desperezo mis alas y, de lejos, me veo como una criatura maligna, recortada mi silueta negra contra el azul profundo de mediodía, de esta noche resplandeciente, cuando al fin observo el primer destello luminoso del futuro: Ir hacia Minos, beber la sangre de la bestia bipolar, recuperar así mi pulso: poseer la sangre del toro. Claro que, después de la sangre, tendría que buscarme un alma, y con ella, quizá, nacería en mí algún entusiasmo; pero ése es trabajo más complejo; un destello a la vez. Quizá Ulises pueda tener un conocimiento así.<br /><br />El Mar Neutro es llano y plácido, unos tumbos apenas de nuestra Nave Nodriza al trastabillar entre las olas de sal líquida, azul, azul de mediodía, de instante luminoso, como es esta noche oscura donde navego hacia Mi-nos…<br /><br />Suyos, siempre suyos.<br />Indefinido ser de tibias alas sin estrenar.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-7697192202392138222009-12-29T14:21:00.000-08:002009-12-29T14:38:22.296-08:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-O9U7xWqFqwDvGMvJQHPlNJg84QGYWI0rF49M7OxSYQ0BRXKkytF9ZnW555kxAADAXz7h0v503l2TcFJKbsBKdL1YK5tgmGM55jq3yashkBJ9JDNmWPij_ra1hy8O2ix98C9C3GQhfSop/s1600-h/La+Odisea+IV.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 165px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-O9U7xWqFqwDvGMvJQHPlNJg84QGYWI0rF49M7OxSYQ0BRXKkytF9ZnW555kxAADAXz7h0v503l2TcFJKbsBKdL1YK5tgmGM55jq3yashkBJ9JDNmWPij_ra1hy8O2ix98C9C3GQhfSop/s400/La+Odisea+IV.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5420790833488581202" /></a><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><span style="font-weight:bold;">DÍA OCHO</span><br /><br />HOY nada más tengo ganas de hablar del delirio, de tantos días metida en esta isla abominable, rodeada de jóvenes musculosos, que juguetean entre las olas, corren por la playa, caminan despacio, por la tarde, con sus herramientas a cuestas. Qué visión escalofriante la de su piel dorada y dura de faenas en el huerto, la pesca, trepados en los árboles colectando frutos. Quién puede, realmente, oh Ulises, oh Sultán, oh caballero de triste figura, quién puede, en verdad, bien habéis pre-dicho, sustraerse a las bellas caricias de las manos rudas y vigorosas. Oh, Ulises, amor mío, cuánto más y más comprendo tu sufrimiento al marcharte tras tu sueño dorado, tras los largos cabellos neón de las tentadoras Sirenitas de voz aduladora. Ulises, mi Ulises, cuánto sufrimiento el que ahora constato, víctima yo de la belleza terrible de los más nítidos encantos juveniles, los de la carne, los que el cuerpo impone a la necesidad brutal de partir en pos de tu imagen (y dejarte libre, navegante, tripulante de tus propios designios), Ulises, como una vez tú te fuiste (dejándome libre, navegante, tripulante de mis propios designios), siguiendo la ruta del cáliz sagrado, el sueño divino, la dirección de los dioses, el sentido divino.<br /><br />Ya no sé, tampoco debe de saberlo la tripulación, cuántos días llevamos perdidas en los caprichos de los hombres, en la perfidia de sus palabras de dulce ronroneo, en la abundancia de sus besos lustrosos. Y resuenan en nos las voces de la tormenta: Ulises no existe, ninguno es Ulises, todos son Ulises… Oh, dioses, tened compasión de éstas, vuestras humildes seguidoras, pues es a vuestra voz en llamado que hemos acudido a la mar, en cruzada por la encomendada empresa más profunda, la empresa de amar (al-mar, a-mar)… ¿Cómo habremos de salir de aquí? ¿Es acaso que nuestros días han concluido, azoradas por uno y otro, embestidas por este y por aquel, acosadas de bellezas miles, de brazos que se enredan, piernas que buscan posición, tacto, entraña penetrada de lujurias y sudor…<br /><br />Ya nadie sabe contar cuántos son, cuántos días, cuántos hombres cuentan para esta cuenta, que no es un cuento. Pero Nadie cuenta, Nadie narra, y llega la imagen vaga de Ulises, aguardando con el hogar encendido; pero nadie ahora es capaz de creer fielmente en ella, la imagen del éter, si aquí enfrente se encuentran encarnados los más exquisitos deleites de la piel dorada, la firmeza de sus quejidos, el calor de su aliento en la piel, por los labios, entre los pliegues de cada uno de los sentidos, derramados en suaves líquidos acidulados.<br /><br />Si tenemos los sentidos, aquí, ahora, quién necesita ya de ningún sentimiento; cualquier capricho es cometido y saciado por la fuerza viril de los Efebos, sus cabellos largos, sudorosos; sus cuerpos duros y lubricados, donde el rostro de cualquiera de nosotras pierde la dimensión del olfato; y sus cadencias, vive Dios, ni hablar de sus cadencias, las de ellos, las que ejecuta nuestro olfato… Cuántas posibilidades pueden hallar para amansar las furias de este nuestro amor, el que alguna vez fue profundidad marina en mar abierto, y ya sólo queda, en la superficie, a la orilla salva y sana, el oleaje eufórico del placer…<br /><br />Primero es la desdicha del placer puro, en bruto, penetrando en cada golpe la razón; luego es la dulzura del placer puro, en bruto, penetrando con su hierro los lindes de ningún sueño, así nada más, re-signadas al tacto de uno, la palabra dichosa del otro, la bravura del siguiente, la pintoresca mirada de aquel. Nunca nadie pensó que pudiera ser cierto, que pudiera ser sólo esto y nada más: la carne, la piel, la delicadeza del placer sin las voracidades del amor. Y qué bien se está aquí, ¿no es cierto? Libre de lazos, a rienda suelta, como se dice, las cabalgatas sin tiento del frenesí sagrado, la entrega a nuestras naturalezas sin freno, desbocadas, sin sentido, que es lo mismo que decir, sin razón, sin sueño, sin más vapores que los del aliento abriendo boquetes al tacto, los aromas fuertes en el jadeo encendido, horadando la entraña, empujando, abriéndose paso el instinto, y sólo eso, el placer puro, etéreo, sin las incómodas anatomías del amor. <br /><br />Vaya una a saber cuánto tiempo llevamos aquí, o si podremos en verdad volver a la mar para seguir la ruta que alguna vez creímos verdad, imposible pero cierta, la única que podía deparar la paz para nuestros espíritus abiertos en posición de amor; o así pensamos entonces. Pero hoy, cuando al fin he conseguido deletrear unos trazos, lo único que quiero es hablar sobre el delirio, lanzarlo por el acantilado, hacia la mar, que se estrelle contra la roca y salte en mil astillas diminutas y al fin se pierda entre la marea desconocida…<br /><br />No sé cuántos días llevamos aquí, he perdido de vista a la tripulación, luego que nos enfrascamos en la primera batalla, cuerpo a cuerpo con los Efebos, a orillas del mar. Por ahí, a veces creo escuchar la risa satisfecha de alguna, los cantos de fiesta en júbilo de la otra… Defendí con mi cuerpo el honor de mis doncellas, es cierto; si al salir yo de mi sopor, luego de mi herida mortal, he hallado a la tripulación transformada en prístinas y virginales damitas, no iba yo a permitir que esos hombres las acosaran, primero habrían de pasar sobre mi cuerpo… Pero no he sabido si han logrado escapar, o si se hallan también presas de los deleites sin razón que prodigan los jóvenes mancebos. Oh, Ulises; cuán dura fue tu prueba, lo sé ahora, aquí sola, con mi cuerpo en batalla tras batalla por alcanzar tu olvido. Y quién sabe si son ellas, o si lograron escapar a la mar y ahora están allá, en Lugar Común, despertando cálidos sus cuerpos a la faena del íntimo encuentro cotidiano con Ulises; ojalá, así sea… Porque yo permanezco sumergida en mis propios caldos, en el jugo empalagoso de la belleza de ellos, los Efebos, los hombres, cuántos hombres en su jugo, dispuestos siempre al capricho del placer, la carne, el instinto.<br /><br />Las he perdido, no he logrado salvar a la tripulación, y no veo forma de que el ánima quiera sustraerse del delirio, no veo forma… Que Isis se apiade de nuestra carne, destazada entre los subterfugios desgarradores, a manos de nuestros pérfidos aullidos de lobas de mar en celo; desperdigada nuestra alma a lo largo del río, para ser perdida por el trafalgar de la intemperie. Y esta herida, que no para de manar.<br /><br />A veces, en el rocío iridiscente del entresueño, creo escuchar el pensamiento lejano de un ánima; escucho sus pezuñas al rechinar contra el suelo, cuando anda cabalgando entre los pasillos de su laberinto. ¿Qué clase de minotauro eres, oh, ánima? ¿Por qué de nuevo intentas confundirme con las ingratas voces de un futuro sin pasado, es decir, con los gritos desgarradores de nuestro imposible presente? Sois voraz, os lo digo, y os aprovecháis de que me hallo en este nuevo delirio para presentaros en forma de mítico animal. Habéis dicho antes que erais de luz, pero el banquete vuestro, allá en Minos, consta también de jóvenes mancebos, de virginales doncellas. ¿O acaso estáis aún esperando por vuestra Ariadna? ¿También a ella queréis devorarla? ¿O p referís que sea el amante de ella quién os de fin, oh ánima sin tiempo?<br /><br />¿Vais a decirme que hay un Ulises aguardando por mí, con la fogata encendida y la entrega en fresco ramillete prendido de sus manos? ¿Con cuál palabra vais a sostener semejante dicho? Vos conocéis de cuáles carnalidades os hablo cuando digo que sí, que acepto haber caído de las profundidades para venir a estrellarme en la superficie más vana de mis arrebatos. Es que duele, duele la herida, y vienen estos Efebos a lamerla igual que hace, por supuesto, la ola salada con la arena reseca. Eso hacen: lamen la herida. La untan con la sal y los ungüentos de sus propias entrañas. No me pidáis que salga de esta isla, a menos que podáis recitarme el abratesésamo, conjugarme las abracadabras, a menos que podías darme las palabras mágicas para sacarme del deleite, del delirio del deleite… Cómo me pedías que vuelva a la mar profunda, en busca de un mito, a sufrir las inclemencias del sol, la rudeza de las tormentas, el martirio de las jornadas en ruda faena por llevar el barco hacia Ninguna Parte, por tierras inhóspitas, arriesgando la vida en el enfrentamiento con los más temibles monstruos, desafiando a los dioses…<br /><br />No veo cómo, oh ánima del laberinto del tiempo; no veo cómo habré de librarme de mis propios deseos, no veo cómo podría despojarme yo de esta piel, de este cuerpo, para dejarlos aquí y seguir mi ruta hacia Dónde Sea… Y, además, he perdido a mi tripulación…<br /><br />¿Tenéis en verdad palabra que resista al filo agudo de vuestros propios actos? ¿Poséis realmente el ritmo de mandala que no sucumba al filo grave de la espada mortal de mis instintos?<br /><br />Primer Admirante de Nave Nodriza<br />Pirata y Cojo<br /><br />(imagen de: http://trazosenelbloc.blogspot.com/2007_10_01_archive.html)Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-50580421045693989512009-12-22T13:53:00.001-08:002009-12-22T13:53:39.915-08:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<span style="font-weight:bold;">DÍA SIETE</span><br /><br />(Aquí se está bien, en la burbuja de la ficción, donde no existe carne por dónde derramarse. Voy tras de ti, Ulises, envuelta en los halos vaporosos de mis palabras.)<br /><br />La fiebre comienza a menguar, mengua también el espíritu de la memoria; y comienzo a recordar el futuro. Soy, entonces, el Primer Admirante de la embarcación que transporta nuestros frágiles cuerpos. Soy machín y voy para cínico. El costado ardiente por la herida; aun así, me levanto y ando, al tercer día me levanto y subo a cubierta.<br />El sol en radiación clarísima deja ver, nítidos y firmes, los colores del paisaje: rocas vivas, guardianas petrificadas de la isla de los Efebos; nos aproximamos sin remedio a la tierra fatal, es tarde ya para volver: tras de nosotros se cierran las rocas, son los cuerpos pétreos de quienes quisieron echarse atrás; así que ellos forman una cerca rocosa, tras la estela de la embarcación, y nos acosan. Imposible retroceder ahora.<br />Al timón continúa, imperturbable, la Infanta U. Con una mano guía el timón, con la otra recoge grácil su crinolina de rasos y satines.<br />Me he puesto mi levita nueva, de negro terciopelo, para hacer honor al vacío de sangre. Negro como mi condición de pirata maldito, asesino de inocencias. Ruge la ausencia de mis líquidos vitales al abrirse paso por los túneles vacíos de mis arterias. Mi piel se eriza y no sé la causa. Me desconozco. Desconozco mi paradero, como desconozco la conmiseración y la justicia. Prescinde el filo de mi espada a cualquiera que ose su deseo herir de nuevo la pulcritud de mi confianza. No se me pongan enfrente ahorita, porque me los tuerzo, antes de averiguar nada; no quiero saber nada, que nadie me diga nada… No hay consuelo posible para la ennegrecida carne de mi corazón sin luz: mueran todos los cobardes, incluido yo, que sacrifico a sangre fría, que nadie me interesa, que nada me consuela…<br />Que ninguno de esos Efebitos se crea que por hermoso habré de tolerar sus embustes. No tengo sangre en las venas; por la herida se ha escurrido toda sustancia posible en este cuerpo que ya no oculta juramentos, pero tampoco injurias.<br />Las rocas vivas, azabache, se contorsionan para tentarnos con su brillo afilado, restriegan con sus insinuaciones pérfidas, quieren debilitar mis últimas fuerzas, menguar el ánimo de la tripulación… Se ríen de mí, de nos-otros. Se burlan de mí, de mis-otros. Me echan en cara la insensatez de mis actos, la torpeza de mis intenciones, y que Ulises no existe, que nunca existió un hombre así, que Ulises es todos los hombres, ningún hombre, que es Nadie, que Ulises es Nadie y que nunca estuvo conmigo en ninguna playa, acariciando mis labios con la cadencia de sus entonaciones; que Nadie aguarda por mí con ningún fuego encendido. Y me confunden; sus injurias se proyectan en recuerdos que no recuerdo haber vivido. Y me atormentan, me arrojan el vómito del tiempo y dicen que Ulises no existe, que es una ficción, un mito, que Ulises es todos los hombres, ningún hombre, y que deje de buscarlo, que deje de seguir la estela brillantina del instante de la flama, de la estela trunca del ave sobre la mar… Si alguna vez tuve lágrima, ahora habrían de correr por dentro, pero son gránulos de sal los que se despeñan entre mis venas áridas. Hace frío, pese al rayo cristalino del sol. Hace mucho frío aquí dentro.<br /><br /><br />Nave Nodriza atraca cerca de la playa; un oleaje suave recibe nuestra visita. La tripulación desembarca en lanchas; cautas nos aproximamos a la isla del pecado. Un sol nítido abre las pupilas a un paisaje verde; muy apenas mecido el follaje por la brisa tibia.<br />De´Lira es primero en poner pie, yo segundo. La arena desértica fluye por mi herida, se confunde con la brillante arena de la playa; una orla suave de mar se lleva el montoncito de mis entrañas, granuladas y frías, resecas; desarma la mar el montoncito de polvo de mí, suavemente, con su humedad, lo abraza para conducirlo mar adentro, dispersarlo, llevarlo hacia esos lugares donde yo nunca estaré.<br />Escuchamos ahora el relincho de un corcel y, enseguida, los redobles inconfundibles de risas masculinas. Por un costado de la bahía viene el tropel. Aun de lejos, brilla la piel desnuda de los jóvenes varones. Vienen a trote medio, con las cabelleras abiertas a la caricia de la velocidad y el viento, enredadas en el subir y bajar, subir y bajar, subir y bajar de sus caderas al conducir el paso fervoroso de la bestia.<br />Lady I suspira, busca ya, precavida como es, los pañuelos blancos en su bolso de mano; practica ya, ahora, a dejar caer los blanquísimos bordados, como no queriendo, grácil, estudiada, finísima.<br />Se distinguen ya, acá, las ondulaciones de los cabellos largos y rizados de los hombres, ondeando como banderas terribles, con brillos de relámpago, igual que iridiscentes lenguas de fuego, ágiles serpientes de cobre y rayo de sol.<br />La Condesa L afina su laúd encantador de ratas, muy apenas; y ahora ha encontrado una gran roca donde se asienta sin prisa, recogiendo su larga cabellera, como una gran valquiria lunar, marina, henchida igual que montaña, como una gran ola de mar.<br />Es posible ver ahora las facciones afiladas, los pliegues del músculo en el vientre de los Efebos al galope, su piel firme, curtida de sal, deseosa de sol, ardiente de andar, ansiosa de amar, la piel, por supuesto dorada y húmedo atardecer.<br />La Infanta U apresta sus huestes de animales míticos, prepara hierbas y piedras mágicas para defenderse; la Duquesa D se oculta tras las rocas, salvaguarda las provisiones, prevé las salidas, busca las posibilidades…<br />De´Lira delira, recoge su enagua y comienza la carrera al encuentro de los jóvenes gallardos. Tengo que taclear a mi Capitán antes de que llegue a últimas consecuencias su delirio de chica frágil; pero ellos ya están aquí, rodeándonos con el alboroto de sus caballos, amedrentándonos con el tintineo de sus risas de hombre en celo.<br />Un joven, de rasgos finos, nariz afilada, cuerpo esbelto, se apea; le clava una mirada profunda a la doncella De´Lira; De´Lira cierra los ojos, se desmaya, como compete proceder a una chica en apuros; y queda su cuerpo grácil sobre la arena, ya veo a tres acercarse a ella…<br />Lady I arroja pañuelos con polvos de brillantina; corre por la playa dejando caer blancos pañuelos perfumados con polvos de ilusión; algunos Efebos caen en la trampa, se entretienen persiguiendo los trapitos que revuelan al viento, por toda la playa, como traviesas, aunque frágiles, mariposas.<br />La Condesa L entona melodías y cantos de amores heroicos, embelesa a otros tantos hermosos, con sus notas y versos de antiguas hazañas, los confunde con la belleza inaudita de sus tan increíbles voces de románticos encuentros de amor y pasión.<br />Y yo, sin sangre en las venas, desenvaino espada con las últimas fuerzas que me restan. Pongo mi resto, como quien dice. Pero ya uno de ellos baja del caballo, cerca de mí, me mira con su sonrisa impúdicamente relajada, sus ojos brillantes, también risueños; doy un paso atrás, él extiende sus brazos fuertes, me ofrece un coco con ginebra, sonríe más lindo aún…<br />Y ya no es posible hacer más. El mejor modo, el único modo de vender la tentación, es cayendo en ella, y pagando, claro, luego, cuando el instante fenece, pagando, decía, y casi es mi último pensamiento, pagando en carne las dádivas del tan divino pecado de la tentación…<br /><br />Sin razón aparente.<br />Primer Admirante de nave Nodriza.<br />Soy Pirata, y cojo.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-9186446445146953402009-09-29T11:32:00.001-07:002009-09-29T12:25:57.261-07:00POTAJE EXÓTICO NO. 3<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOCmF203cB2EhUUm96nxloZO1naVFbwf_pV6jEcP1dZ2JpltuXCWujjaskTg0qZhlIGHA6JvcZtOV3r9gIiPbO0B65GQ0uDqggnU4wa3uixYyyxMRIQm_CSoIx4nzs6VsDXY1FXUsNCtv_/s1600-h/INVITACION+POTAJE+3.JPG"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 291px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOCmF203cB2EhUUm96nxloZO1naVFbwf_pV6jEcP1dZ2JpltuXCWujjaskTg0qZhlIGHA6JvcZtOV3r9gIiPbO0B65GQ0uDqggnU4wa3uixYyyxMRIQm_CSoIx4nzs6VsDXY1FXUsNCtv_/s320/INVITACION+POTAJE+3.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5386960583909459506" border="0"></a><br /><span style="font-weight: bold;">DES.NUDOS METAMÓRFICOS</span><br /><br />Queridas y queridos todos señores y señoras mías de nuestro Mágico Reino de Voz; nuestro barco toca puerto en Querétaro.<br /><br />Zarpamos los días jueves 1, viernes 2 y sábado 3 de octubre.<br />A las 20:00 horas en la Escuela de Laudería<br />Tres únicas funciones del POTAJE EXÓTICO NO. 3 DES.NUDOS METEMÓRFICOS <br />Ultima muestra artística de las artes vivas en Querétaro...<br /><br />No se pierdan la oportunidad de abordar la Nave Nodriza, conocer en vivo a algunos de sus tripulantes y des.anidar el alma para lanzarnos a a la mar (al amar)...<br /><br />Los esperamos.<br /><br />"Y como además sale gratis soñar, y no creo en la reencarnación, con un poco de imaginación, partiré de viaje enseguida..."<br />Primer Admirante a Bordo de Nave Nodriza: Pirata CojoCarla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-38996637111778146022009-09-20T18:58:00.000-07:002009-09-21T19:00:19.557-07:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<span style="font-weight:bold;">DÍA SEIS</span><br /><br />El Capitán De´Lira y su Primer Admirante a bordo en preparación para abordar la Isla de los Efebos...<br /><br /><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/2j63KMBrFlw&hl=es&fs=1&"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/2j63KMBrFlw&hl=es&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-76052152943622318872009-09-10T09:12:00.000-07:002009-09-10T09:15:50.064-07:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<span style="font-weight:bold;">DÍA CINCO<br /></span><br />Caballero de los muros de Mi-nos, animal del bosque lúbrico, monstruo del latido de la sangre, demonio del fuego profundo de mis oscuridades. Tú que aprendes y emprendes recién el vuelo de vuestras alas por tu Dama conducidas; vos que decir haberos ganado al fin un alma en brazos de la mujer amada: ¿Decís que soy una dama? ¿Me llamáis maricón acaso? Yo no recuerdo los besos de los que me habláis, pues si decís “otros labios”, he de suponer que antes hubo entregas… Y no lo recuerdo, oh espíritu de la lejanía. Vos decís que soy una dama, pero he aquí que mi vestimenta es de pirata, mi alma una valquiria, mi razón la del samurai, mi corazón un águila guerrera… ¿Luz? ¿Osas hablarme de la Luz, oh espíritu de raíces tenebrosas? Decís que “otros” ojos habrán de llamarme, si yo no recuerdo haber acudido al llamado de Nadie, soy pirata y no tengo amigos. No recuerdo haber tenido un amigo nunca. ¿No veis que soy un malhechor, un patán de la noche que por sorpresa embauca a las tontas damiselas para robarles la joya preciada de su dignidad? Tengo herido mi costado, oh silueta de la realidad virtual, oh, ánima del deseo en carne. Y he preguntado entre el delirio de la fiebre: ¿Quién ha osado? ¡Quién ha sido el hijo de su reputa madre que me ha hecho un dolor así?... ¡Y sabéis qué me ha contestado la tripulación! ¡Que he sido yo, vive Dios! He sido yo mismo quien por mi propio honor he rajado mi carne… Que he permanecido encerrado durante días, escribiendo unas cartas y lanzando botellas vacías al mar; que luego he salido del camarote así, herido; pero que Nadie había conmigo ahí dentro… Que he debido caer presa del delirio… He preguntado, ahora, en el espejismo de la fiebre por la herida engusanada; casi a punto de una lágrima, ¡por Dios, qué soy machín!... He preguntado quién, quién ha sido; y mi capitán De´Lira, creo que ha sido él, al borde de mi lecho de moribundo, me ha dicho que Nadie me ha herido, que he sido yo mismo, por mi propia espada. Una dama, decís. Las damas, oh, amo del batir nocturno del vuelo de las entrañas, son crédulas. Decidme, os lo exijo; os lo exijo de hombre a hombre: negadme que nuestra naturaleza es desear, desear siempre Más Allá y Más Allá y Más Allá; y una carne y la otra, y un exceso y el otro… ¿Está una dama a salvo de vos mismo?... No os creo, demonio; veo tu sonrisa incierta, el tanteo dudoso de tus alas de negra piel: ¡Mentís, no sois ser de luz!... O no existís, tentadora visión, sois un extremo de mi conciencia perversa, sois el cabo más profundo de mis deseos de venganza, traición y blasfemia. Os aprovecháis de que he perdido la memoria y queréis llamarme Dama… Dama… O no existís, sois producto de la fiebre; o mentís: veo el celo de la noche en tu memoria. ¡Sois un Demonio de la Oscuridad, vive Dios! ¡Desenfundad, defenderos!<br /><br /><span style="font-weight:bold;">Remitente Desconocido</span>Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-56273852380692263422009-09-09T09:39:00.000-07:002009-09-09T09:40:34.064-07:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<span style="font-weight:bold;">DÍA CUATRO</span><br /><br />Nuestra nave nodriza se balancea estremecida, sorteando las rocas en punta; kilómetros de guardianas petrificadas, negrísimas y afiladas, defendiendo el paso hacia la mortífera Isla de los Efebos; es muy noche ya, tengo frío, cierro los ojos…<br /><br />Es un sueño de extrañamiento; cualquier quejido recuerda la plegaria de su piel; y no, no hay tiempo, no hay nada más por decir, nada puede hacerse en este instante, más que transcurrirlo; inmóvil y silenciosa, a través de la lluvia mi palabra hueca. Él se despide molesto, muy molesto de mí, en duda se cuestiona si alguna vez creí. Nunca me la creí, que me hayas echo caso, debo confesar; me dijo en el último aliento, antes de que su amor muriera. Y yo había deseado un final feliz, el que nos dimos entre los manantiales de agua caliente, comiendo y bebiendo, inventando grandes éxitos gruperos; y así fue, hermoso. Más no sus palabras, pero ya casi no las quiero recordar, quien así me habla no es el hombre que amo…<br /><br />Mi mente permanece quieta, sólo por momentos se revuelca un poco mi columna, cuando mi cuerpo extraña el suyo, su presencia reveladora de mi paciencia, de mi propia serenidad, de mi creación interna. Mi psique extraña la levedad de su entusiasmo cuando nos proponíamos crear el uno al lado del otro, y funcionaba; así fue, hermoso. Más no su mirada fría, vacía de compasión, indiferente; quien así me mira no es el hombre que amo…<br /><br />Quiero seguir agradeciendo el valor de mi pasado, para que mi Dios verdadero me conduzca por la estela correcta para hallar de nuevo esas realidades tan magníficas, comprobadamente posibles… Pero vamos un nivel arriba, digo yo. Ulises sabrá dar sustento y continuidad a su amor; él sabrá renovarlo para sí. Él sabrá conducir sus propias cadencias, sus intenciones, él será un hombre libre antes de venir a mi lado, para que hable con libertad, y con esa misma libertad actué en persecución de su propio dicho; perseguir la propia palabra como quien persigue su sueño preciado.<br /><br />¿Cuál era el tema? Olvido de que venía hablando (ablando el alma); ahora mismo no sé si esto lo escribo, o continúa mi delirio de fiebre, y es tal vez un sueño deslindado por aquella antigua herida, muy lejana ya, Más Allá del tiempo, en otra vida, quizá, no lo recuerdo; es quizá, como dijo mi maestra Elena, un recuerdo del porvenir. ¿Cuál era el tema? ¿Cómo eran sus ojos? ¿Alguna vez viví en aquella historia? ¿Cuál historia? ¿Cuál era el tema? ¿Qué estaba yo diciendo?<br /><br />El primer Efebo aparece nítido frente a mi pasión (la del dolor, quiero decir, la de una herida que supura gusanos de seda, y teje, teje, sigue tejiendo como hacía yo antes, aferrada a la orilla del ovillo de nuestra playa lejanísima (¿La playa de quién? ¿De quién estoy hablando? ¿Cuál era le tema?))<br /><br />Veo, pues, nítido, al primer Efebo; tiene el ojo morado por la última batalla de macho cabrío que emprendió contra los titanes de la oscuridad. Un Efebo elegante, siempre embobado conmigo, acechándome con su mirada seductora, impresionado en verdad por mi presencia de sirena embaucadora de tontos… Qué hermoso Efebo, sí lo es, musculoso como lo describen las antiguas cartografías de cuento que guían nuestra aventura: bronceado, alto, joven… Y toda su atención puesta sobre mi presencia, en mi cintura breve de brava sirena traidora; y puesta también en mis palabras certeras de diana cazadora de incautos… A éste sí habría que privarlo de su libertad, porque es en extremo peligroso, lo es; él mismo lo sabe, se da cuenta, conoce la punta afilada de su naturaleza de chacal, devorador de estúpidas sirenitas.<br /><br />Y no estoy resistiendo, deliberadamente no estoy resistiendo nada; ejerzo mi libertad de albedrío para no forzar situación alguna, pues yo misma pierdo la línea; el Efebo proyecta su vibración viril de macho primitivo; y cualquiera cae, cualquier se embriaga… (Estoy siguiendo tus pasos Ulises, has pasado por aquí, lo sé, lo dices en tus memorias; y cada día te comprendo más, amor, cada noche quiero seguir más y más tus enseñanzas de osadía).<br /><br />Aún no llegamos a la isla, y ya se aparecen los influjos de las promesas de la piel. Sus labios carnosos, su porte esbelto (se parece al cuerpo de Ulises (pero no es Ulises (todos sabemos que no es Ulises (pero se parece (¿Cuál era el tema?))))).<br /><br />Son los delirios de la fiebre, soy presa fácil de los efluvios de imagen voraz de los Efebos. Cualquiera cae, cualquiera se embruja. Deliberadamente dejo de oponer resistencia. El Efebo manda, no podría yo herir susceptibilidades, porque entonces sí… Hay que dejarse llevar, sin prejuzgar los propios aborrecimientos, dicen, para tener alguna mínima posibilidad de salir ilesas de entres los brazos sin alma, los besos sin entrega. Pero acaso es momento de probar mis nuevas facultades; porque a éste sí habría que enclaustrarlo, para que a nadie dañe con su mortífera belleza; es peligroso, muy peligroso, y no es una ficción… O sí… O es una imagen del delirio. ¿Cuál era el tema? ¿De qué estaba yo hablando? ¿Por qué estoy herida? ¡Qué fue lo que hice, vive Dios¡<br /><br />Mi cuerpo se balancea de un lado a otro, sin control. Y ahí frente a mí, el Efebo, sigue sonriente, penetrando con su mirada mis pensamientos más perversos. Y de nuevo: quizá yo ya no soy ésta, tal vez me he desangrado y esta voz es sólo mi alma convertida en imagen etérea; al fin descansando en paz, mirando al Efebo, sólo mirándolo, sin juzgar su presencia (dicen que es el único modo de sustraerse a sus encantos viriles).<br /><br />Mi cuerpo se balancea; mi memoria también. ¿Cuál era el tema? ¿De qué venía yo hablando? ¿Por qué estoy herido? ¿Quién ha osado herirme de este modo? Que Nadie me lo diga, vive Dios, porque pirata soy, y presta está mi espada para defender-me el honor… ¿Quién ha sido el hijo de puta? ¿Quién ha sido el cabrón?... ¿Y cuál era el tema? ¿Y de quién venía yo hablando? ¿De quién? ¿¿Quién es quién??<br /><br /><span style="font-weight:bold;">En fiebre ilegible; con daño cerebral en las zonas del recuerdo y la bondad.<br />Señora... Señora ¿Quién? (¿¿Quién anda ahí?? ¿¿Quién vive?? ¡¡Identifíquese!!...</span>Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-84663556019807184272009-09-07T09:15:00.001-07:002009-09-09T10:25:37.547-07:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<span style="font-weight:bold;">DÍA TRES</span><br /><br />No hay modo ya de sufrir más: la bruma seca nos talla los brazos, raspa la lengua, empolva los cabellos, colma con su desierto los rincones sagrados de la mente, erosiona el ánimo, desteje el instinto. Ya no hay modo de sufrir más en el tedio de la sospecha y el arrebato de rencor, en la traición y el pillaje, en la indiferencia… Así que, tras el último hueso resquebrajado, justo cuando creíamos que ya éramos polvo mismo de esta bruma seca, cuando ya no fue posible sufrir más, de pronto he aquí que la niebla comienza a disiparse: hemos llegado al final del bosque de bruma inhóspita; allá lejos, en efecto, se divisa, tan lejano y apenas pre-sentido, un breve montículo de tierra.<br /><br />No toda la tripulación ha sobrevivido, nos percatamos ahora que la claridad vuelve a nos y hacemos recuento de los caídos… Algunos se han quedado atrás. Las más tímidas de nosotras (las que habitan dentro de cada una), se han disecado en su propia sal de llanto, las más aferradas se arrojaron contra las rocas filosas de la desesperación y las incautas se deshicieron en ellas mismas, devoradas por la humillación, víctimas de la más absurda flagelación de sí. Sólo quedamos algunas, éstas, las precisas.<br /><br />Lady I arregla de nuevo la peineta que sujeta la crin desbocada de sus cabellos de ilusión, recoge los polvos de brillantes fantasías, desperdigados entre las velas rasgadas, en los filos de los cristales rotos por la furia de la bruma; seguida por las campañitas gráciles de sus dos capullos de cristal, sus pequeños hijos. La Condesa L carraspea la voz, busca la nota para afinar de nuevo la tesitura de su fortaleza de diva, mientras hurga ya entre los escombros en busca de una magia para sustituir la cuerda perdida de su violín encantador de ratas, el complemento original de aquella famosa flauta, rescatado por ella misma de las grutas del silencio, allá muy adentro, en la entraña de un cuento. La Duquesa D organiza las faenas, recuenta los víveres; limpia las mejillas de sus hijos, les da un barco de papel de re-uso para que jueguen con los charquitos que restan aún sobre cubierta, mientras ella termina de poner orden. La Infanta U es la más escéptica, claro, no confía para nada en que esa porción mínima de tierra sea verídica; pero ella es, ciertamente, la más activa, así que apresta la intención de tomar timón hacia la dichosa isla; prepara té para quitar el susto a todas, regaña a las sobrevivientes histéricas que no dejan de revolcarse en el piso, presas del vómito de sus entrañas congestionadas por el frío de la indiferencia; la pequeña Infanta recoge luego su enagua de niña traviesa y se va a ver cómo les quedó el ánimo a sus hordas de animales míticos. ¿Yo? Yo asomo el torso por la boca del camarote hacia cubierta, veo lo que acabo de ver, y noto de inmediato el calor de la herida en mi costado izquierdo, cerca del corazón; no he salido ilesa del trance: me he rebanado con mi propia espada, sin darme cuenta cómo ha sido el descuido fatal que me ha llevado a hacerlo.<br /><br />Sin embargo es cierto: aquello es definitivamente tierra, una Isla quizá, lo más probable si podemos creer en las crónicas de viaje de nuestros predecesores de ficción, quienes antes navegaron por este nudo de la trama. Es tierra y, por el rumor del nuevo viento que inflama el tejido de las velas, pudiera ser la isla de los Amazones, la tierra de los Efebos. Qué lugar peligroso es, si es que es, si es que existe y está ubicado en la islita de posibilidad que se halla frente a nuestras narices, muy lejos aún, pero ahí, en la mira. La Isla de los Efebos. Cuarenta hombres cabalgando desnudos por la playa, cuarenta Efebos como cuarenta eran aquellos ladrones que una vez nos hallamos a la entrada de la cueva del tesoro y el genio. Una puede perderse para siempre en la piel desnuda de éste y aquel joven encantador, siempre vigoroso y bronceado y macho alfa, el moreno y también el mulato, macho alfa el rubio y el negro macho alfa es… Dicen, eso dicen. Y entonces perderíamos el rumbo de la intención que nos conduce: encontrar a Ulises en un Lugar Común…<br /><br />Quiero disuadir a la tripulación de enfilar hacia el islote terrible, pero la herida de mi costado continúa empapando los holanes de mi levita, así que el capitán De´Lira, luego de inspeccionar la herida, determina que no hay remedio, que el remedio es llegar a la Isla, y lo más rápido posible, antes que mi cuerpo quede seco, vacío de humedades, estéril como la bruma reseca que en mí ha hecho sus efectos malignos… Resultar blanco fácil este viejo lobo de mar, venir a pasarme a mí.<br /><br />Quiero que al menos conste que ha sido por un hombre que bien ha valido el placer de amarlo. Así comienzan las palabras que dicto a mi capitán Anónimo De´Lira, quien durante el día se ha dado sus vueltas para asistirme en la fiebre y echarme alcohol para combatir la infección que ha dado inicio en la herida. También me informa que la Infanta U está llevando el timón con la fortaleza que su estirpe de zootecnia le impone a su andar; o sea que sabe mucho de animales, pues, y esquiva con pericia la zona de rocas que comenzamos a atravesar al atardecer…<br /><br />Ahora es noche, pasadas las once, y dicto testamento en pluma de mi capitán Anónimo De´Lira; por si no llega mi alma en cuerpo a la Isla Tentadora. Que conste, al menos, que he caído herida entre los brazos de un hombre que bien vale el gozo de la entrega. Que mi cuerpo es una prisión, dijo; y yo abrí mi carne para que viera que mi entraña es vuelo de canto abierto, para que pudiera salir y no sufriera los embates de las contracciones abrasadoras de mi sexo. Porque no hubo forma de explicar que cualquier enamorada se abre en dos cuando la persona amada la mira a una con indiferencia, cuando a una la ignoran desde dentro, por completo, hasta hacerla a un lado, hasta desaparecer… No, no hay celo en mi palabra, hay sorpresa terrible frente al abismo… No es, ni será nunca, motivo de queja que un hombre se pueda ir o se vaya con otra: si se va a ir lo hará; si se ha ido ya para qué luchar. Es la forma como ocurrió la que me ha trastocado: perder su respeto hacia mi presencia; es el dolor del espasmo interno de contemplar a mi amigo amado convertido en una persona desconocida, por influjo de la misma niebla de la duda, con su mirada atravesándome como si fuera yo un fantasma, como si yo no existiera; y más: como si estorbara mi latido sus maniobras…<br /><br />Esta madrugada, antes del amanecer en el cual saldríamos al fin de la zona de niebla abrumadora, ha encallado una botella con un mensaje suyo, de mi amigo más preciado… Todo se corrobora: soy prisión y desconfianza… Y no quiero ser la cárcel de ninguna fantasía, por estrambótica que resulte, por descabellada que parezca la hazaña; me niego a ser como Barrera para el hombre que amo, el más querido, el más entrañable. Así se lo hice saber, lo que ha sido y es, y seguramente será por mucho tiempo: el más amado y respetado más allá y Más Allá de Más Allá… No puedo, señoras mías, concebir un hombre mejor para haberme acompañarme en el cierre de mi ciclo más importante; he sido afortunada por compartir la plenitud más grande de la que soy capaz con mi amigo del alma; sé que no hay nadie más como él en este viaje, el personaje más maravilloso que mi imaginación disoluta hubiera podido imaginar jamás. Así se lo dije y así es. Por eso es pérdida para mí. Una muy grande. Una pérdida insustituible. Su capacidad para encantar, su gran sentido del humor, su fuerza para contagiar la levedad, la calma, la cadencia de sus voces, la magia de sus dedos, su apoyo, su talento, su inteligencia…<br /><br />Por ello es pérdida insustituible. Porque, honorables miembros del jurado celestial, a mi amigo lo he escuchado incontables veces hacer citas con sus amigas, con sus amicos y sus comadres, siempre interesantes, siempre especiales, para invitarlos a trabajar juntos, para echar el cotorreo necesario, para recordar los tiempos por venir; siempre encantadas con la maravillosa ligereza de mi amigo, si por lo mismo me encanté yo, vive Dios, que tal es su don divino; tuve el privilegio de contemplar a mi amigo hermoso al charlar, con pasión y risas, con innumerables amigas y amigos de sus entrañas, quienes lo amamos y gozamos de su ingenio y su gracia. Al más preciado de mis amigos lo he visto hacer y recibir la lluvia iridiscentes de llamadas, de correos, de mensajes de mujeres, de hombres, de quimeras, y él siempre cordial, siempre risueño, siempre presuroso a dar apoyo, a entregarse, a emocionarse y fascinarse, a participar, a trabajar, a confortar, a brindar por la vida; y tal ha sido otra de las enseñanzas preciosas por las cuales me entregué a sus melodías distorsionadas. He sido testigo de la cualidad invaluable que mi amigo añorado tiene para hacer nuevos amigos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, sanos y enfermizos, de luz y de oscuridad, de fama y de anonimato, mujeres y hombres de toda condición, porque él encuentra en todos nosotros la belleza: y yo lo he admirado por tan grande ser, por tan bello impulso de su ser…<br /><br />Lo ocurrido fue otra cosa, fue su mirada y su ánimo atravesándome como si fuera yo un fantasma, o como si mi presencia fuera la de un ave de mal augurio, o como si yo no existiera, o como si hubiera sido mejor que no estuviera ahí, para no partirme en dos con su indiferencia, con sus ganas de irse ya con aquella sirena… Y no es ella, no es la sirena voraz, pues soy también estudiosa de los animales y bien sé que cada ser de estas tierras extravagantes tenemos nuestra propia naturaleza; y las sirenas cantan artilugios de alabanza para embrujar a los hombres, y lo hacen bien, lo hemos comprobado; magnifico ha sido mirar a esta criatura, perfecta depredadora, actuar en su hábitat natural. Y no se crean, señoras, que no anoté más de tres modos que le admiré a ella: qué manera de disuadir, qué maestría para agandallar y de plano convertirla a una en polvo de bruma seca. Pero por eso mejor ni tratos, temería caer yo misma en el hechizo de la ceguera por adulación mortífera (de verdad, sin ficción).<br /><br />Y aún así, con mi transparencia impuesta, quise yo pensar que el altercado había sido un simple encandilamiento repentino; pese al mareo y el dolor provocados por mi transmutación en nada translúcida, traté de articular algunas posibilidades, tartamudo y torpe mi pensamiento nebuloso… Pero mi amigo querido me ha sacado de mi error de percepción: no es libre conmigo, mi cuerpo resulta una suerte de jaula. Tener pareja da claustrofobia, se desesperó su voz cuando le dije que sí, que me mantendría abierta, que quería sanar mi turbación, recuperar mi corporeidad para poder abrazarlo sin temor a contagiarlo de indiferencia, para que la sospecha no hiera presa de nos… Tener pareja da claustrofobia, casi llora al decirlo… Y resulta que yo fui su pareja durante nueve meses…<br /><br />Así que él se despidió de mí, y ahora me corrobora en su carta que soy una prisión y una desconfianza, y yo no quiero ser eso tan nauseabundo: reniego de haber sido la maldita que tal vez nunca confió en él, por no haber callado mi queja de dolor al transformarme en nada. Rotundamente me niego a privar de la libertad a nadie, si es verdad que en mí está la maldición de un poder tan nefasto como ése: el poder de quitar la libertad (sólo espero que, si sobrevivo y tal poder es verídico, logar dominarlo para hacerlo funcionar a voluntad, entonces sí: ¡venga a nos tu reino!; pero ni en mis más perversas debilidades se halla la de humillar a nadie de un modo tan brutal como resulta privarlo de el don más preciado de Dios: nuestro libre albedrío; y él estuvo en claustrofóbica pareja durante nueve meses conmigo, qué horror).<br /><br />No he preguntado nunca a mi amigo hermoso con quién sale ni cuáles son los pormenores pervertidos o gloriosos de quienes forman su vida; ni siquiera he tenido interés en conocer si la sirena y él se sumergieron en mayores o menores profundidades. A veces, eso sí, he tenido la debilidad de entusiasmo de compartir el gusto por las personalidades extravagantes que mi amigo me presenta, las personas que lo quieren, sus reinas y sus amigas, y los cuates entrañables de su ser que tanto he amado, a quien muchos hemos entregado nuestro respeto y devoción a su amistad bellísima. Lo que ocurrió en mí fue el dolor por la mutación en transparente indiferencia, experimentada durante un lento proceso que duró cuatro horas, imperceptible al inicio, cuando me salí a fumar, incluso con la idea de dar espacio para que mi amigo conversara con la nueva amiga, a quien habíamos invitado al íntimo convite, antes de salir hacia la aventura rumbo a un Lugar Común, pues las semanas anteriores habían estado colmadas de emociones y plenitudes, de trabajo arduo, de apoyo y logros comunes e individuales, de la más magnífica, nítida y cachonda plenitud imaginada desde siempre, y creí prudente la cortesía de retirarme un momento, lo mismo que había hecho la noche anterior, durante el convite de despedida en el castillo de De´Lira, mientras mi amigo conversaba con sus conocidos queridos.<br /><br />He confiado plenamente, es por ello que bendigo el momento en que este hombre se cruzó por mi camino, ese momento ha sido mío y de él y, sobre todo, de un espíritu creativo que surgió por el contacto de nuestras miradas; por ello os digo que he caído en besos de un hombre que bien ha valido mi confianza en pleno, mi entrega más profunda, mi pasión más extrema, mi sueño más dorado… He sido muy feliz, soy muy feliz de que haya sido mi amigo quien me acompañara en este momento maravilloso de mi vida. Por eso es dura la pérdida que experimento… Que Dios te bendiga, amigo, que nadie te diga nunca quién has de ser ni cuáles debieran ser tus facultades o tu sueños, que tú sabes ser un gran hombre, un magnífico amigo, un estridente y suave amante, tu talento es enorme y tu trabajo continuo… Y tu entereza para seguir un camino, tu convicción para no apartarte; te he dicho cómo admiro eso, es motivo de ejemplo: tu constancia, tu congruencia con tus ideales, que me imbuye de fortaleza para con mi camino que bien conoces; amo tu búsqueda de perfección, tu ser de renovación e invención constante, la magia redentora de tu humor, de tu sonrisa, de tus increíbles personajes. Qué fantástico has sido y eres para mí. <br /><br />He tajado, señoras, muy a propósito, el costado de mi cuerpo abierto en dos. Para dejar salir a mi amigo y no causarle más ofensa. Yo creí siempre que la libertad se refería a nuestra capacidad, nuestra fortaleza, nuestro derecho íntimo e inalienable de decidir entre las opciones que se nos presentan, nuestra capacidad para hacernos responsables de nuestros actos y de las consecuencias favorables o nefastas que ellos causen en nos o en los demás; libertad como responsabilidad por los caminos que por voluntad emprendemos; libertad, pensaba crédula, es el poder divino del albedrío que se nos ha concedido para decidir, que ya es mucho decir, que mucho hay que agradecer cuando la vida nos da el regalo de ofrecernos opciones para ejercer nuestra libertad de ser, de pensar y de actuar por nosotros mismos, bajo nuestra cuenta, riesgo y placer. Siempre creí que la libertad era un derecho propio, detentado por nosotros mismos en nuestro carácter de personas responsables de nuestro paso, del bienestar propio y de nuestra gente amada… Tal ha sido mi error fatal, haberme mantenido en la credulidad de que por la fuerza nadie va, a menos que la vida o la integridad se hallen bajo la amenaza de un arma o por el uso de la fuerza bruta o el poder de la coacción o la tortura; y eso, hasta donde sé, es reprochable e ilegal en todo sentido, es una violación profunda del espacio del cuerpo, la mente y el ánima… Y mi amigo, que siente claustrofobia al tener pareja, se mantuvo durante tanto tiempo encarcelado, sufriendo por mi mala causa… O algo como eso, que yo he debido ocasionar por un influjo maligno desconocido, con el cual dominé su mente para meterlo en una jaula, para hacerlo mi pareja aunque él tenga fobia al claustro que una relación así le provoca; porque tonto no es mi amigo, pero para nada, así que seguro no fue por la voluntad de su cinco sentidos que se metió en una situación tan indeseable, tan baja, tan agresiva, brutal y reprobable: nueve meses de claustrofobia conmigo en pareja… Seguro ha de ser un hechizo fortísimo el que pende sobre mi cabeza para haber logrado yo convencerlo de vivir conmigo una experiencia tan inhumana y asquerosa.<br /><br />Nada defiendo y no tengo por costumbre aburrir-me con la explicación de mis actos, soy pirata y voy para machín. Yo ya entendí muy claro lo que mi amigo me dijo, una vez y otra, para que yo no tuviera más dudas sobre la fobia de claustro que provoco. Yo ya entendí que he sido torpe y no he sabido decir con claridad cómo es el dolor y cuál es el tiempo de recuperación para sanar cuando una ha resultado sometida a la invisibilidad... No me defiendo más. El maestro ha dejado a la escritora sin palabras. (Ve usted, Condesa L, cómo es que dejar al narrador sin dicho es cosa de lo más común; pura vulgaridad que somos los de letras, parece ser, qué desgracia la nuestra, bola de desgraciados).<br /><br />Denme los santos óleos, por si acaso; y hago aquí la ofrenda de mi amor profundo, de mi respeto entregado (no puede ser de otro modo, no puede ser de otra manera: profundo y entregado), he aquí mi oración de confianza en él: Ejerzo mi libertad de abrirme el costado, para que con este acto simbólico se libere la voluntad de mi amigo, y de nuevo pueda hacer a su placer, que mi amigo quede libre de mi presencia carcelaria. Ejerzo mi libertad de amarlo y la libertad de atenerme a las consecuencias del desánimo, a las noches en plegaria de sexualidad anhelante, a la ausencia malvada de su risa encantadora; me responsabilizo de la ansiedad provocada por las batallas que se avecinan, en lucha contra las Arpías de la desorientación y el miedo. Ejerzo mi libertad de responsabilizarme por mantenerlo lejos de mi maldición de cárcel, ejerzo mi libertad de respetar su petición de liberarlo de mi presencia de pareja claustrofóbica. Ejerzo mi libertad de aceptar, en plenitud de mis facultades, que sobre mí recae el gravamen de poner en peligro a la tripulación, al no dejarles más salida que la de encaminarnos a la playa terrible, por su amor a mí, por su afán de salvarme, por la libertad que ejercí al tomar la decisión de abrirme mi carne para liberar a mi amigo, motivo por el cual me desangro, por lo cual se dirige nuestra embarcación hacia la tierra perversa de los Efebos, donde he de ver si puedo controlar mi nueva naturaleza de piraña enclaustradora, de voraz carcelera…<br /><br />La mancha de sangre en mi levita es tan abundante que se ha vuelto negra mi vestimenta, la cual, por convocar a amigo, elegí siempre en rojo sangre, rojo fuego, rojo vino tinto, rojo lecho de rosas, rojo quemado por el incienso de la entrega a cada mínimo instante que gocé con su presencia, con saberlo mi confidente, mi confesor, mi pareja, mi compañero, mi Amigo del Alma. El rojo siempre me gustó para vestirlo con él; es el tono en el cual vi batir a mi corazón su ritmo inflamado de la confianza plena que tanto me gustó ofrecer y recibir de mi amigo, mi jade precioso, mi pluma de quetzal, el canto del cenzontle…<br /><br />Lo imagino apacible, tumbado en su habitación; ligero, lleno de sí, liberado del claustro de tener pareja. Lo imagino escuchando el dictado inspirador de su piano; lo intuyo apasionado, un rato después, volcado su ser pleno en la creación de sus ritmos microscópicos. Lo imagino radiante, saludando aquí, conversando allá, contestando como siempre sus mensajes, sus llamadas que son campanillas de amistad y trabajo, haciendo reír a la chica del mostrador, animando al cuate en apuros. Lo veo en su amada soledad, tomando su café cargado o en su complicidad con el piano a quién él escucha quejarse con paciencia, hasta curarlo del achaque de sus afonías, hasta afilar de nuevo las puntas de su voz. Y me da mucha paz pensar que al fin se halla en recuperación su bella alma, malamente poseída por mis viejas presencias… <br /><br />La nave nodriza se balancea estremecida, sorteando las rocas en punta; kilómetros de guardianas petrificadas, defendiendo el paso hacia la mortífera Isla de los Efebos; es muy noche ya, tengo frío, cierro los ojos…<br /><br />En sangre, siempre de sí:<br />Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-12906689068447280232009-09-02T07:28:00.000-07:002009-09-02T07:29:32.069-07:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVA<span style="font-weight:bold;">DÍA DOS</span><br /><br />Yo no estoy para juzgar a nadie, mucho menos a mí misma, ser de debilidades, frágil perversión, matiz profundo de un instante. No os había escrito, queridas, porque he visto, por un instante, mi rostro reflejado en los ojos de mi amigo, quién si no habría de venir a perderse conmigo en Más Allá, quién si no tocaría de ese modo estridente la puerta misma de mis entrañas, como si de algún vulgar infierno se tratara; y se relamen las fauces de mi sexo abierto, los colmillos afilados de mi alma entregada: he tenido la dicha inmemorial de vivir la plenitud del gozo, el placer del encuentro, la marejada de hormonas contagiando de sudor al tiempo: he pasado una noche enamorada, en el más pleno esplendor de la locura… Os escribo esta confesión ahora que nuestra embarcación se halla al fin mar adentro, mar abierto (abierto en dos, en tres, en cuantos cuentos sea necesario arribar)…<br /><br />Y no he perdido la cabeza esta vez, hermanas; he seguido relatando, haciendo el malabar de la palabra para no perder la cabeza a manos de un Sultán de hadas… No, sólo prosigo, en canto abierto, porque mi amigo se ha lanzado en pos de un Lugar Común, ha subido a sus hombres a la nave y ha partido en busca de los cánticos de embeleso de los monstruos marinos, la piel blanquísima de las diosas de los Olimpos, se ha ido a ver si puede sustraerse a los embrujos, y me ha pedido que aguarde en puerto su regreso triunfal de la aventura, que aguarde, que aguante vara, que me aliviane… Pero tanto no dijimos, y yo sigo, en palabra abierta, siempre, en busca de Ulises, tras sus pasos; porque es verdad, Ulises, es cierto: ¿quién se resiste al canto mortal de la sirena aduladora? Sirena aulladora, como la que a cada rato pasa bajo la ventana virtual, por la mar de asfalto, en busca de un herido, en canto por un muerto, entre la espuma acelerada de la ciudad... Tras ella se ha ido Ulises, mi querido amigo, el más preciado, tras el primer chillido vulgar que de sus oídos hizo presa. Y me he quedado en puerto, con la inútil palabra al viento…<br /><br />Es que no es posible hablar de amor sin caer en el abismo ilegible del cliché, en la cursilería… Bienaventurada sea la palabra cursi, pro que en ella quepan todos y más, y muchos e infinitos gozos… Por eso nos hemos hecho a la mar, nos hemos hecho a la imagen y la semejanza de la mar, nuestro eterno germen de hembras… Y no sé si alguien en el barco cree en verdad en la ruta; parecemos dudar los unos de las otras, de vez en cuando, cada vez más, al momento del sol calentando nuestras cabezotas… Por momentos sólo queremos ir Más Allá y Más Allá, sin ton ni son, sin melodía, vaya; porque embrujan las aguas del bosque de bruma seca, porque tal es el peligro que corremos hoy, mientras atravesamos este inhóspito tramo… Hay síntomas de confusión entre la tripulación, hay hostilidad, desconfianza; corroe la sequedad de esta bruma sobre un mar de sal… En el aire se huele la sequía, se palpan sus gránulos de arena.<br /><br />Después de Más Allá sólo hay Más allá, por extensiones interminables de tierra estéril; eso nos dijo el sabio, cuando vio la seriedad en el intento de zarpar. Pero era esto o lo mismo a la orilla, esperando a Ulises, acosada por musculosos y patanes, por sucios de amplia sonrisa y palabra aduladora. No es posible resistir más, Ulises: te amo, y por ello he tenido que saber por dónde navegan tus instintos… Y entiendo, comprendo lo difícil que ha sido mi osadía de aguardar tanto, pero necesitaba fabricar las velas, el tejido, el textil, el texto que habría de funcionar como una vela, a modo de ala para impulsar la nave…<br /><br />Nadie avisó al capitán De´Lira que él habría de comandar la hazaña, hasta que fue tarde; De´Lira deniega el cargo, y la verdad es que ninguna hemos querido tomarlo, así que nadie va al timón, cada quien se ha sumergido en la bruma reseca de la duda. Apenas, para no dejarme llevar del todo pro los influjos del desierto, escribo estas líneas…<br /><br />Tierra a la vista, tierra a la vista; grita alguien en cubierta, pero puede tratarse de una alucinación más de la Infanta U, alguna nueva exégesis enfermiza de De´Lira, alguna visión mística de la Condesa L, cualquier espejismo de Lady I o de la Duquesa D, quizá otro acto fallido de mis oídos sordos…<br /><br />Incierta: Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-47526231002734560132009-09-01T08:20:00.000-07:002009-09-01T08:22:40.661-07:00BITÁCORA DE NAVEGACIÓN REGRESIVADÍA UNO<br /><br />No os fiéis de mi palabra, que os hablo desde la febrilidad de la mar abierta; en ruta sobre la cartografía de Más Allá. Han sido los preparativos para este viaje los que me han impedido escribir hasta ahora, ardua ha sido la faena de levar anclas y soltar las amarras para arriesgarnos en esta aventura que, de ya, suena imposible, un acto suicida en pos de una tierra de la cual no tenemos certeza ninguna.<br /><br />Por la otra ventana, queridas, vino a tocar, en efecto, mi amigo entrañable; me he quedado una noche apenas, entretenida en su aliento, charlando con él a la ventana, convidándole unas pocas viandas para confortarle del viaje que había emprendido para venir a buscarme a las orillas inciertas de Más Allá, mi lugar de retiro definitivo.<br /><br />Grato ha sido el encuentro, estimadas señoras de la Real Realeza; pero es que él había viajado por un lapso tan densísimo con la única comisión de traer novedades de nuestro mágico Reino de Voz. Y ha venido a tañer las cuerdas de su voz bajo la ventana virtual para tejerme juglarías de entrega, llantos de porvenir, quejidos de amor en pleno… Y ha venido su voz a tañer sus cuerdas a orillas de Más Allá, para confirmar rumores que de antes se habían posado en el cristal de los murmullos nocturnos.<br /><br />Ha venido, con su regalo de entrega, este tan grande amor que es cosa de no creerse, para salir huyendo, desplegar las alas y partir, irnos, alejarnos de la tempestad… Porque él quiso venir conmigo a las orillas de Más Allá, y después de Más Allá sólo hay Más Allá y Más Allá, por extensiones interminables de tierra estéril... Siempre lo otro, siempre mañana, siempre después, siempre queremos más y más y Más Allá y Más Allá... Y él ha venido porque quiere más, por querer más y Más Allá al fin ha tocado a mi ventana, ha venido hasta aquí a reclamar un destino.<br /><br />Y he aquí, oh, Sultanas, que este hombre ha venido a mi corazón con murmullos de Voz.<br /><br />Más allá de Más Allá, sólo hay Más Allá y Más Allá, por extensiones interminables de tierra estéril, de deseos incontrolables, de lujurias intangibles, de quimeras desobedientes… Más allá de Más Allá, sólo hay Más Allá y Más Allá; pero dicen, cuentan, que existe un mítico lugar Más Allá de Más Allá, un lugar donde el encuentro es posible: un Lugar Común.<br /><br />Por debajo de la ventana se había colocado ya el descabellado rumor; y he aquí que es mi amigo quien ha venido con su arpón de cazar cantos de ballena a traer idéntico rumor de espuma, proveniente de nuestro mágico Reino de Voz.<br /><br />Si fuera posible la existencia de un Lugar Común, si fuera tan sólo una posibilidad… Y he aquí que entonces, llegados de las regiones del desamparo, han arribado al borde de Más Allá las hordas implacables de navegantes, otros más, atraídos hasta los pantanales, al borde del mundo, por la sola sustancia de un murmullo: Lugar Común…<br /><br />Hemos zarpado ya, queridas todas; lo hemos hecho sin premeditación, sin alevosía y sin ventaja, pues nos mueve el desatino antes que la razón, nos lleva la locura antes aun que la pasión, vive Dios… Hemos zarpado ya, e imposible nos resulta volver, pues nuestro capitán re-a-signado ha extraviado el camino, que por demás era ya una simple suposición de ruta, apenas un boceto, más bien una intuición, más bien la alucinación por la premura de una esperanza vacilante, como la flama de una vela al primer soplo de la tormenta... Hemos zarpado tras los paso de Ulises, a por él, a engendrar la estela de nuestras propias naves; hemos usado como velas el tejido que antes debimos confeccionar en espera vana, mirando a hacia las regiones de Lontananza; hemos zarpado, a ver si nosotras podíamos ser capaces de resistir al canto mortífero de los tritones, a ver si éramos capaces de sustraernos al deseo de convertirnos en piedra ante la presencia de cualquier alimaña rastrera; tal fue el cometido que la tripulación nos propusimos antes de subir… Pero tal ímpetu caducó no bien habíamos levantado el ancla, a pocos metros de puerto, quizá unos dos... Nuestro capitán De´Lira se arrojó por la borda, en triple mortal, de cabeza en clavado a la mar, tras el canto hipnótico del primer tritón que acechaba ya a rompe ola.<br /><br />¡El capitán de lira, el capitán delira!, advertía yo a grandes voces, mirando cómo el capitán se embelesaba ya por el cántico sinuoso del monstruo marino, pero la confusión hizo presa en nos, y la tripulación sólo atinaba responder: Sí, sí, el capitán De´Lira, y me tiraban de a loco. Hube de izar a nuestro querido capitán lazándole el tobillo con la cuerda de anudar, tras cuyo acto, por demás carente de gracilidad, ha resultado herida nuestra nobilísimo guía, quien aún renquea mientras divisa a estribor, mirando a través de su calidoscopio lunar… Qué magnifico horizonte, delira De`Lira, al otear a través de los espejos, mirando figuras mágicas por el iris fantástico…<br /><br /><br />Suya. Señora C.<br />Polizón a bordo.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-29367879723376600542009-07-07T12:01:00.000-07:002009-07-07T12:02:22.731-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS<span style="font-weight:bold;">EPÍSTOLA 42<br /><br /></span>Tal vez en dos o tres epístolas más, tal vez en dos o tres vidas más, tal vez en dos o tres años más, tal vez en dos o tres semanas, tal vez en dos o tres palabras más, yo me arrepentiría de sentir lo que siento. O no.<br /><br />Pero no es cierto, nada es cierto aquí, lo he dicho hasta el fastidio. Nadie puede arrepentirse de su propia naturaleza. ¿Cómo arrepentirme de ser mujer, de ser esta mujer? Acaso no sería ello blasfemar contra los designios de quien así me ha dotado, con tan mala figura para sostener apenas un par de mis tibias oraciones.<br /><br />Es que no puede una, Condesa L, arrepentirse de lo que simplemente es, o ha sido, o hubiera sido y sería y será… Es que no habéis perdido el tiempo, hermosísima Condesa; es que ese tiempo también ha sido vuestro: “Una puede decirse, maldito el día en que lo conocí; o bien, una puede decirse, ese momento también fue mío, y no agregar nada, nada de nada, no hay de qué”, como rezan las sabias palabras de mi maestra Valenzuela. ¿Acaso no ha sido la propia alma nuestra quien se ha regocijado entre esos brazos amados? Bendito sea nuestro creador, que con tan maravilloso don de entrega y esperanza nos ha concebido en piel de estas hembras, siempre en busca del amor. Bendita sea la fuerza que nos impulsa a sentir la cadencia de sus dedos en peregrinación por los pliegues erectos de nuestra ansiedad. No os ceguéis con la alucinación de la culpa, del reproche, del mal humor de vuestros nobles sentimientos, que si nobles han sido, nada tenemos que agregar a la dicha de que hemos sido capaces.<br /><br />Vos no sois quien padece disfunción en vuestros afanes, querida Condesa L; el vigor de vuestros impulsos está intacto, lo demuestra la gran pasión que manifestáis al conducir vuestras palabras por los pliegues del hubiera, del fue, de la entrega que vos misma encarnáis.<br /><br />Porque tiene mirada de águila, vuestro hombre os verá, querida; porque tiene oído fino, vuestro hombre escuchará el canto suyo, amada Condesa; y porque tiene vuestra misma enorme pasión, el que ha de ser vuestro hombre os deseará con el mismo vigor que vos concebís la entrega plena. El que ha de ser ya es, querida y hermosa amiga.<br /><br />Una sólo debe remitirse, en estos casos, querida, a narrar con objetividad la situación; tal cuenta o cuento os da en sí mismo la realidad, y cuando una tiene ojos, mira; y cuando una tiene oídos, escucha: vuestro ilustre y muy real saltimbanqui os lo ha dicho en plenitud de la potestad de sus propias palabras: sus sentimientos están confundidos; y, mirad, Condesa, vos bien lo sabéis: el amor no es confusión, es claridad suprema, es entrega y voluntad de ser con el otro. ¿Os sentís clara cuando estáis con él, os sentís entregada, plena? ¿Es que puede vuestra voluntad entregarse a las condiciones que un amor tan desapegado os ofrece? Perdonad el atrevimiento de mis interrogatorios, pero vos sois también un espejo de mis dudas, querida Condesa L.<br /><br />Señora, se trata de volver en sí; regresar a una misma, quiero decir. Una y otra vez y de nuevo: regresar al centro de una misma. Yo, sin sexo, por ejemplo, bueno… De algún modo, por Dios, porque la carne es carne de nuestra alma, vehículo divino de nuestros impulsos vitales; y heme aquí citando a mi querido amigo, Maese E, pintor de los Reales Corazones de nuestra corte de ficción. Es en cuerpo y alma que nuestra ánima se entrega, soplo divino y animal que somos, en una misma nomenclatura, individuales nuestras partes concomitantes: mujeres de una sola pieza: mujeres, éstas mujeres, en lo propio, en lo peculiar, en lo común y en lo vulgar, en la salud y en la enfermedad.<br /><br />Es que quizá algunos de entre ellos puedan habernos engañado, querida, ciertamente, tampoco les justifico nada; pero no podemos caer nosotras en la misma desgracia: desgraciadas, infelices no podemos ser también nosotras, querida: no debiéramos, pues, engañarnos; debiéramos permanecer fieles nosotras sí, debiéramos sostener nuestra palabra y nuestro amor, por encima de cualquier impotencia propia. ¿O es que por considerarla inútil, habremos de amputarnos la esperanza? ¿O es que, como a él, a vos tampoco os excita ya nada? Os lo pregunto porque me lo pregunto a mí, porque tal ha sido la circunstancia de terrible desapasionamiento que he vivido en estos días, antes de tan inesperada visita acecina en este recinto que es el Más Allá…<br /><br />Ah, DeLira, por cierto, monotemáticamente hablando: cuán grande pasión he descubierto al filo de vuestras agudas palabras (que siguen siendo graves, pero en tersura de oculta y frágil caracola bajo la apariencia agresiva de vuestras brillantes armaduras de caballero delirante. ¿Acaso vos mismo sois un funámbulo también?)<br /><br />Ha sido mi amigo amado quien ha tocado con la punta de sus dedos el cristal líquido de mi ventana. Es que no puede una sustraerse a sus propios impulsos, DeLira; es que la gravedad me seduce, y caigo a tierra cual manzana de la tentación… No hallo aún las palabras para narrar el tiempo: si vos escucháis el galope contundente de los tiempos por venir, alisto yo en acto de fe mis pocos ajuares para emprender de nuevo el camino, la peregrinación de estas aves de fuego que somos, al reencuentro con nos, con cada una y en la comunión de nuestra carne vuelta verbo por influjo de nuestro cuerpo, recinto encantado donde moran nuestras ansias de mujer…<br /><br />Dadme la venia de vuestra paciencia, queridas todas jijas de la noche de luz intensa…<br /><br />En preparativos para cruzar los interminables reinos de Más allá en busca de mítico Lugar Común<br />Más suya. Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-70884930305188234192009-06-30T10:12:00.000-07:002009-06-30T10:15:37.187-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS<span style="font-weight:bold;">EPÍSTOLA 43</span><br /><br />Dios, quítame el dolor. El dolor de saber que no hay dolor. Lo extraño. Qué extraño. Mi alma es gitana y gusta de seguir las melódicas distorsiones del viento entre los ventanales de asfalto. Tic-tac. Es el tiempo quien rasguña tu puerta como la garra de un demonio. Tic-tac. Es el tiempo quien gime bajo tu cama, a la espera de que duermas para caerte encima y desgarrar tu vientre. Sí estoy bien, y en apariencia mi amado también lo está, eso nos dicen, dan parte por ahí los cortesanos tras las tardes de tertulia y salón de juegos. Que, en definitiva, no se nos ve devastados, a ninguno. Es cierto: nadie se muere de amor. Y sí, amigo, la boca se te llena de razón: qué infinitamente más simple es de este modo: cada quien. Pero qué infinitamente más tibio, también, me resulta. Soy así. Me gustan las grandes hogueras, jugar al hogar, danzar al fuego del ritmo. Por eso te extraño. Por eso me extraño en esa entrega, más bien; la intensidad que ha surgido a tu contacto. Y ahora temo sentirla de nuevo. Sin embargo, ahí está el tic-tac que me indica el camino. Es que, justo, no es feminismo: nosotras no somos la mujer maravilla, somos una mujer, eso estamos diciendo: una mujer, y necesitamos un hombre. El que se desvele a nuestro lado para apoyar la faena, junto a quien hemos de desvelarnos para ayudarle en la propia. Des-velarnos. De-velar-nos. Develarnos los unos a los otros: des.nudarnos los unos a los otros, des-anudarnos los unos a los otros.<br /><br />Dios, quítame el dolor de saber que no hay dolor, dame serenidad. Yo quería el amor, queridas: el amor está conmigo. Ojalá esta vez sea yo más sabia, mucho más sabia que nunca, para saber guardar silencio. Y no, con mi amigo no se trata de que queramos cosas distintas, queremos lo mismo, sólo que yo lo quiero con él, y él sin mí o conmigo aparte. Así es hoy. Sólo por hoy. Y si de tal modo hubiera sido su actuación y su palabra, yo quizá no tendría ahora esta desazón, o sí. Pero ningún guerrero se conforma con ausencias cuando ha sido invitado a la revolución: un guerrero es carne de cañón, no musa inepta. Lo lamento, lamento en lo profundo que mi alma también sea de guerrero; escuchad, DeLira: tenéis la boca atascada de razón; por eso me aguanto: como los machines. Y porque ni siquiera tengo el amparo del rencor, sólo la tristeza del famoso hubiera… Porque ahora yo quisiera poder aceptar la propuesta de mi amigo hermoso, verlo de vez en vez, cuando se pueda, charlar o hacer el amor y ya, sin mayor trámite; pero no puedo hacerlo, porque vivimos ya otra cosa y el alma no se con-forma con menos. Es así esta alma tontuela, que prefiere quedarse con las manos vacías antes que prostituir de ese modo un amor que es de entrega. Y por eso lo extraño. Y por eso me extraño a mí en tan maravillosa vía.<br /><br />Por hoy, resguardar el ánima. Esta metamorfosis, queridas, me está costando la gravedad. Quitarle gravedad, para volar. Porque mi amigo tiene razón: está hermosa la vida. Así sea. Así es. Y porque es frágil la vida, nos toca salvaguardar los cristales iridiscentes de la intensidad, amadas brujas.<br /><br />Nos toca salvaguardar la fe, intentarlo una vez y otra, hasta la crucifixión: revolución, hoy, es decir cuánto nos amamos. Condesa L, es verdad: en el mundo no hay tanto amor como parece, nos toca plantar la semilla, para reforestar los bosques de la comunión entre el hombre y la mujer, entre los unos y los otros: por eso nos travestimos, somos mujeres, feministas, femeninas, madres, hijas, hadas, caballeros andantes, señoras de la calle y machines. Nos toca ofrendar el amor, una y otra vez, aunque caigamos por tierra y en los abismos: tener fe, para que se cumpla la profecía de la Infanta U, y otras generaciones tengan oportunidad de conocer el amor. El amor también es verbo y algunos le llaman Dios, sólo por contemplarnos en una imagen común. Y nosotras, amadas, pertenecemos a una nueva tribu femenina posmoderna global y neoliberalizada a güevo. Formamos un clan, para sobrevivir, frente a los monstruos que acechan nuestras cuevas sin hombre. Sacamos la garra por los hijos que no tenemos, compartimos la ración que nosotras mismas cazamos, juntas recolectamos los pocos frutos de la jornada para regalarnos el dulce de nuestras palabras de aliento. Es el plan B, queridas: sin el señor B; cuál feminismo ni qué mi abuelita en triciclo, como dice mi padre. Falta el compañero, y falta entrañablemente, encarecidamente falta el compañero, Dios, DeLira, Infanta U, Condesa L, Duquesa D, Isthar… No me juzguéis, os lo ruego; no lo juzguéis a él, os lo suplico. El corazón va donde quiere ir, nada lo obliga, nadie puede forzarlo. Y mi corazón está con mi amigo y con vosotras…<br /><br />Por rumores que atraviesan el tiempo y llegan provenientes de las tertulias de la corte de nuestro mítico Reino de Voz, sé que mi amigo ha vuelto a tierra nuestra. Perdonad todos, también tú amigo, pero no está mi alma para contemplar presencia tan amada. No puedo todavía. Casi me avergüenza decirlo. Pero es mi deber declarar todos mis bienes frente a la hacienda celestial de vuestra corte Real. Y voy a lamentarlo las horas que sea necesario que así fluya el llanto. Es el agua que todo lo purifica y hace brotar la semilla de la tierra. Hoy hay que llover-se. Me ancla la silla por el tendón de las vocales. Hay parálisis general de mis sustancias. Necesito soltar amarras. Soltar el nudo que amarra las velas a la verga e izar los sentidos al tiempo. Silencio.<br /><br />Dice mi pretendiente, el poeta del sexo y el amor, que el luto se acaba quitándose la ropa, cambiando de hábitos. Pero el luto es también el tiempo de la esperanza, es el tiempo de la espera. El luto es la oscuridad donde el subsuelo protege la semilla.<br /><br />Por lo pronto, hoy es la jodidera, no hay inspiración desde hace unos días, ando desapasionada. Y en realidad en este momento no se trata de contar con un muso. Pero sí. Un muso inspirador, no un muso inepto. O no. Tal vez no…<br /><br />Aguardad, queridas, silencio: alguien toca por la otra ventana, vive Dios. ¿Quién puede llamar a estas alturas? ¿Quién ha llegado a visitarme hasta Más Allá?Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-13215209712650500802009-06-22T10:21:00.001-07:002009-06-22T10:21:38.159-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS<span style="font-weight:bold;">EPÍSTOLA 44<br /><br />Domingo</span><br /><br />Un punto. A veces la tibieza de una lágrima, evaporada al instante, bajo el tormento del asfalto enardecido. Llueve el tiempo. Cada segundo es renuncia. La terrible claridad de la ausencia. Cada vez más distante el tañer de las campanas en el sitio que va quedándose vereda abajo.<br /><br />¿Qué tengo en el rostro que ofende tanto mi presencia? Es negarlo todo, negar la estridencia de mi cuerpo al tacto de sus yemas. Por ese tacto en mi nuca pensé, supuse, desee que fuera esa una de las dos noche del encuentro. No puedo relatar nada, y no por moral, las imágenes en mi ánima no hallan signo para contenerse.<br /><br />Es la misma historia donde mi hombre me deja en casa para irse él a hacer su vida, su fiesta, el amor con otra… Es la misma historia donde no he podido quedarme sin él, y además en casa, y además sola. Que debo dejar de aguardar por un hombre que se con-prometa en un proyecto de vida conmigo, me dicen, casi todos, hombres y mujeres, jóvenes y experimentados, amantes e indiferentes, homosexuales y heteroflexibles… Escucho, estoy escuchando con atención, la cabeza recogida sobre mi pecho, para que nadie vea la abstracción miserable del llanto.<br /><br />Luego (dato empírico): quiere amarme un poeta que pretende morir pronto (ojo DeLira), que en ocasiones el señor caballero entra en periodos místicos, dice, y no hace caso de sus admiradoras, porque a veces se satura de amor y sexo… ¿Cómo podría amarme bajo tales consideraciones? Y no, no valdría la pena vivir en el gozo por vivir conmigo, agrega luego, cuando le hago ver el detalle, y se da cuenta de que en realidad no quiere amarme, quiere morir pronto, hastiado de sexo y amor.<br /><br />Una fórmula, por favor, para no caer en la tentación de la depresión. Toc-toc: ¿hay alguien en casa?, ¿hay un alma gemela por ahí? Tocar ventanas virtuales como quien toca los acordes de una serenata hipotética bajo el balcón donde sueña el amado. Tocar el cristal de los dígitos como quien tañe campanas a fiesta. ¿Y por qué no, por qué no podemos con-formarnos juntos? ¿O es que huir es perverso placer de nuestras entrañas heridas? Tal vez hubiera o habría que renacer, inocentes las estructuras, flexibles los conductos, en espera la experiencia, como un latido lejano, tibio como un llamado de amor en medio de la oscuridad. Oscuro total. (Hermoso título para espectáculo de arpa láser y pequeña historieta de androides enamorados, hipotético también).<br /><br />Y es que, a veces, como este domingo hastiado de mediodía, la jornada anda en busca de unos brazos donde refugiar su cansancio. En la fatiga la guardia anda baja, y es menester compañero para velar la entrada de la cueva, librarnos del depredador que cada tanto acude en su intento por devorarnos los misticismos. Y en reciprocidad, la entrega de velar cuando toca el turno. (Si pudiera ser él, si pudiera ser pronto, antes de que todos perdamos la capacidad de ver por los demás, la capacidad de vernos a los ojos).<br /><br />No es una imagen, queridas, la que he admirado en mi amado amigo. Ha habido posibilidad verídica. Por ello resulta tan caro nuestro extravío. Por eso enloquezco en el auto de guardar silencio. Porque viene a mí esa posibilidad del hubiera, y no me deja escuchar…<br /><br />Esta soledad no es la que busco. Esta tristeza no es lo que busco.<br /><br />Guardar y aguardar en el silencio, para escuchar el llamado.<br /><br />Anclada la razón frente al mando de las palabras. Nada suscribe mi interrogatorio. Y es nada más el vacío, nada más el instante. Y en ese silencio, mi alma llora sus ausencias. Es así: no se contenta con su solitud, quiere compañía para incinerar el tiempo, el alma.<br /><br />Porque, justo: no reniego, por el contrario, he disfrutado cada tramo de su aroma al enlazar la brevedad de la aventura. Qué dicha. Si justo por eso me hallo ahora al centro del silencio, en veneración por la hermosura que es el amor.<br /><br />Caballero DeLira: ¡desenmascaraos!, al menos descaraos, vive Dios: ¿Es que habremos de seguir hablando con voz de machín, cuando el creador, a quien tanto convocáis, nos ha dado sortilegios de mujer? Os pregunto con legitimidad, Caballero Anónimo: ¿debemos negarnos, como machines, los placeres del amor?<br /><br />La Infanta U propone que, en efecto, hemos de abstenernos de emotividades especiales para con ellos; la Duquesa D dice que por eso ella no busca (pero se muere de ganas, ciertas tardes, al anochecer, dice), y vos decís que ni siquiera hay que nombrarlos; yo, instalada en esta tibieza detestable (la náusea, acaso). ¿Y mi Lady? Bueno, Lady I, como siempre radical en sus dulzuras, no ha dudado en lanzarse de cabeza en pos de un vuelo…<br /><br />Y si Ulises ha zarpado a la mar, y si no estamos dispuestas a tejer tramas exóticas a la espera de su vuelta, ¿no será menester preparar nosotras el equipaje para levar anclas e ir en busca de nuestro amado corazón? A ver si nosotras podemos evadir el canto de los tritones, la seducción de los dioses eróticos de las montañas sin tiempo, los celos alevosos de cíclopes hipnóticos, la tentación de convertirnos en piedra por mirar los ojos de algún monstruo rastrero. A ver: embarquémonos en pos de la fantasía, que en nosotras es siempre con ellos (con él, con el muy distinguido Señor B (de bueno, el bueno, (y también que esté bueno (amén))).<br /><br />Para vos la epístola, Cabello DeLira, ya que en vuestro afán de intensidades me convocáis a duelo: máscara contra cabellera (aunque, ciertamente, vuestro cabello es de elogiar, querido DeLira). Pero temo que vos insistís en permanecer a la sombra de vuestro Anónimo personaje, y no es tal la crítica, que mismo proceder compete a este trazo lúdico, pero: ¡confesad vuestro travestismo anímico!<br /><br />Me pregunto, a veces de verdad, por qué no puedo aceptar las convenciones en materias amorosas (ni en otras áreas)… Y me pregunto por qué no puedo aceptar los libertinajes en idénticos menesteres citados… Qué generación indefinida la mía, señor. Para ningún lado nos hacemos, en la medianía nomás (y luego esta sangre semidesértica, carajo).<br /><br />La obra que he deseado hacer, queridas mías, la hago de a poquito, con más reciedumbre en los últimos dos años. Es simple mi obra, y tan escueta y poca, pero es la que he podido construir. Es claro el camino del oficio, aunque doloroso y lento, pero voy cumpliendo. Más Allá sólo existe Más Allá, por extensiones inconmensurables. O sea que esto es lo que hago, esta palabra sin destinatario. Es todo. Cada punto es punto final. Es todo. Esto es.<br /><br />Voy caminando sin renunciar por esta línea. Cambio epístolas o leo cartas a cambio de cerveza que les sableo a los mismos amigos que mareo con el monotema crónico…<br /><br />Porque, veréis, Caballero DeLira, he aquí el recuento al que he llegado ahora mismo: pequeña obra concluida, imprescindibles amigos, noble familia, bellísimo techo, autito compacto, dos perros hermosos, vicios moderados pero en arraigo, dos compus viejitas pero jaladoras, acceso a Internet, crédito en el celular, viajes en perspectiva… Y bien, DeLira, revisad y completad el artilugio de la lista y concededme un poco: me falta el compañero.<br /><br />Es tan simple, De Lira, que me abruma, me marea la sencillez de la circunstancia. Por ello mi corazón ha delirado con la perspectiva del hermoso encuentro con mi amigo. Por eso me brillaron los ojitos cuando me invitó a hacer la revolución y el amor en un mismo acto de placer creativo… O a eso lo habré invitado yo (y fijaos en la delicadeza con que empleo el modo de mis verbos: decidme si no es femenino el detalle de no comprometer ni pasados ni futuros). ¿O a eso los habremos habríamos hubiéramos invitado más bien nosotras?<br /><br />A mí sí me gustaría invitar a mi hombre a acuartelarse conmigo en medio de la selva, y hacernos la revolución con frenesí sensual: ¡ha por la causa social, DeLira!!<br /><br />Pero por el momento corresponde a mi signo renovar sus fortalezas. No puedo pretender mantenerme en la tibieza cuando es de arrojo mi sangre bravía. No puedo pretender mantenerme en la dureza cuando es de fragilidad mi canto, y también mi cuerpo pide su arropo. ¿No necesitar de nadie? No, imposible, no os vayáis, queridas: yo os necesito: sois mi respiración, mi voz, mis musas, la entonación de este adjetivo que también es sustancia. ¿No necesitar de nadie? La referencia de mi madre, la enseñanza de mi padre, la fortaleza de mi hermana, la congruencia incompresible de mi hermano: no os vayáis: yo os necesito, sois mi guía, mi latido, la sustancia de mi carne, el transporte cósmico de mi ser en carne del instante ahora convertido. ¿No necesitar de nadie? Si hasta Dios necesita de sus criaturas para existir. Tanto no dijimos: yo necesito: yo me fundo en lo otro, en el otro, en los otros, para ser, para con-formarme.<br /><br />¿La soledad? La soledad es el mal augurio de nuestro tiempo corrompido. Estar hablándole a una computadora en vez de acurrucarme a descansar de mí, junto a la respiración de mi hombre, y saber que dos estamos alerta para protegernos del mal. No es posible pensar la unidad (la in-divi-dualidad) sin la dualidad, los dos que crean el tercero que es el amor, que es los tres en uno y es la unidad de sí, en sí, para sí, pero siempre en los otros, con los otros, para los otros. Al final, como bien dice la Condesa L, en el mundo no hay tanto amor como parece. Y nos seguimos vendiendo simulacros, para citar poetas líricos tan amados. Solos ya estamos, haga recuento: falta el compañero.<br /><br />No, no vamos a morir de amor, y sí, sí nos interesa la situación internacional, por eso mismo: nos falta el compañero. Porque no vamos a morir de amor, no nos va a dar tiempo, compañeros: nos vamos a morir de hambre, de peste, de calor y desconcierto antes de que alguien en verdad pueda morir de amor, lo que se llama morir de amor, que no es quitarle la vida a nadie ni la nuestra propia menos (en ningún sentido de quitar vida: y sigue faltando el compañero de armas blancas, blancas y al vuelo, como vulgares pero siempre eficientes y míticas palomas de paz).<br /><br />Y de nuestro buen Duque de Efe nada se sabe, sólo que ha partido hacia sus propias mitologías. Auguramos que su silencio, Duque, signifique gozo supremo para vuestras tempestades de oscuridad sin tregua, y que vuelva usted, si vuelve, más liviano, señor mío, le deseamos por acá; pero sobre todo, Duque, recuerde: 1) No tema; es decir: no tópico: no trate de conquistar mujeres con poemas delirantes: carnita y tacto ligero. 2) Vuele, Duque; y no olvide primero enderezar los alerones: derechito y sonriente que así es como se ve chulo de guapo. 3) Las mujeres no son machines; repito: las mujeres no son machines, Duque: atento atento: no son machines 4) Los animales sí tienen sentimientos y razonamiento y, Duque: las mujeres también (nomás que no son machines y más que áridas demostraciones de poder, preferimos abrazos y besos húmedos: y de nuestras preferencias habla nuestra obra). 5) Se le estima. Cambio.<br /><br />Y, amigo querido, el de las melodías distorsionadas: si no ha habido palabras es porque hay quizá muy poco por decir. Sea como haya sido o sea, lamento la pérdida, eso sí. Y no te la achaco a ti, ni a mí, sólo digo que lamento la pérdida. Porque la imagen que vi entre nosotros fue tan hermosa y tan poderosa que no pude sustraerme a su encanto. Un encanto de imagen, con eres tú un encanto de hombre, a cuya hermosura tampoco pude sustraerme (ni hubiera querido hacerlo). Lamento la pérdida de tan bella perspectiva. Oscuro total. Y porque tu carácter apacible ha moderado mis ímpetus, por ello lamento la pérdida. Y por lo bello de tu tacto, y por tu sonrisa. Y porque en este momento tampoco tengo nada que ofrecerte, ninguna certeza. Y no porque me la pidas, que no lo haces, sino porque me gustaría tener una brillante y hermosísima certeza para ofrecer a eso tan bello que ha existido, y existe, entre nosotros. Qué hermoso lo que me mostraste, por eso lamento no participar ahora de ello.<br /><br />Yo no tengo ningún problema contigo, amigo. Es sólo que me he enamorado de ti. Y ya no pude verte sólo como mi “amigo”. Hacer lo que llamas tu vida ha implicado mantenerme fuera de tu vida, cada vez más, hasta que en los últimos días de plano ya no supe de ti, de tus cosas, de tu vida… Pues sí, sí quería participar más de cerca, como había sucedido en las propuestas y las acciones de los primeros tiempos. Y sí, entiendo que uno cambia de opinión, como bien me has dicho en varias ocasiones. Y es el corazón quien te dice dónde y con quién estar, eso tú lo sabes muy bien, por eso tienes ese hermoso don de gentes, que le llaman; y como es el corazón, no se le puede engañar, el corazón va donde él quiere.<br /><br />Pero si es delirante mi presencia porque te distrae de tu vida, y si mis ímpetus por subirme contigo a cualquier escenario, por amor de Dios, resultan en afrenta para tu soledad, y si mi cuerpo que quiere dormir junto al tuyo resulta ser un invasor… Ninguna mujer enamorada quiere ser eso para su hombre amado: una mujer enamorada siempre va a desear entrega, es una ley. Para sostener la distancia que me impones, mi alma precisa mutilar su querencia. Segmentarla epístola tras epístola.<br /><br />Cada quien sus cosas, dicen; cada quien que se levante como pueda, arguyen; pero de lejitos y sin compromiso, decretan… A ver: si no podemos sostener ni una célula social básica, como la pareja, de dónde sacamos que podemos hacer comunidad. Lo que estamos haciendo como parásitos humanos no parece desmentir mi cuestionamiento (que nomás es pregunta legítima para los estudiosos de lo humano).<br /><br />Y lástima que los doctores en filosofía anden a la baja, porque estoy enferma de existencia y lo único que me calma el padecimiento son estas recetas. No ha poco le escribí al noble facultativo, presentándole mis síntomas a través de una sencilla representación paródica de algunos supuestos de Nietszche; pero sospecho que el doctor no ha querido tomar mi caso por verídico, pues no he recibido siquiera un desaliento de su parte, debe de creer, junto con el resto, que estoy loca delirante; pero si por ello es que quería yo consultarle, vaya pues con mi pequeña comedia de enredos, pero ¿pos no que es doctor?<br /><br />Y al menos, Caballero DeLira, reconocedme, orientadme al respecto, y celebrad conmigo: de roce he tocado algún mustio humor...<br /><br />Este ha sido un domingo de seis días, y es sábado al concluir la carta: ¡tenía razón la maestra Garro!: ¡y no eran ficción los colores de su semana!<br /><br />Desde algún recuerdo de Más Allá del porvenir.<br />Señora C.<br /><br />P.D. para DeLira y Lady I: la florecita inter-textual es para vosotros, que tanto gustáis de la referencia.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-87782353312658138472009-06-11T13:41:00.000-07:002009-06-11T13:43:34.034-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS<span style="font-weight:bold;">EPÍSTOLA 45</span><br /><br />Ya el cuerpo no constriñe esta hendidura del tiempo: mi sexo deshabitado, mi alma vela el oscuro temblor de tu silencio: vacío. Vacío y un minuto de silencio por mí; queridos: he llegado a Más Allá, y sí, es verdad lo que dicen de tan noble destino: es el vacío eterno, es el silencio con que mi vientre azota los murmullos de la pasión. He llegado a Más Allá, glorioso arribo el que mi creador le concede a mi blasfemo espíritu.<br /><br />Esta noche niego todo mal, me apego a la palabra de la luz para alabar el tiempo y la circunstancia que me ha sida concedida: nadie ha pecado: así sea: que a partir de hoy estemos libres de toda culpa, de toda perturbación: si el sueño de mi amado se consigue conmigo en la periferia: venga, amor: hágase tu voluntad, corazón mío: quiero verte arriba, rodeado de luces de neón, volando ingrávido a través de la micro velocidad del ritmo: así sea: los dioses te lo concedan punto a punto, ruego por ello, porque así puedo justificar el dolor de la renuncia, sólo en mi profundo deseo por que así sea me es dado ejecutar la maniobra terrible de evacuar las pertenencias de mi amor, del amor que eso mismo desea para ti, en cualquier circunstancia.<br /><br />Díganme, os lo suplico: ¿cómo le explico a él la conformación de mis materias de amor???? Cómo le digo que ninguna de estas palabras es rencor ni amenaza, que no es venganza el tiento por no pasarme de emoción, que no es berrinche apartarme cuando él me indica tal suceso (acaso por momentos es destello de lujuria, la pasión encendida en mis entrañas en pos de sus besos, pero es sólo eso, señor juez, sólo eso)… <br /><br />Alguien dígaselo, para que no me juzgue con dureza ahora que he de disolver a esta que muere por arder con él. Es hermoso mi amigo, lo he dicho tanto y tanto, si por eso duele abandonar sus encantos… Háganle saber que es verídico mi sentimiento y en profunda buena voluntad mi acto de silencio. Infórmele, si a alguien le es posible, que haberle dicho que está liberado de mi presencia ha sido porque he escuchado con suma atención las delimitaciones que su amor requiere, que he comprendido muy bien cuando me ha dicho que ahora él se está reconstruyendo…<br /><br />Amor: lee con tono dulce esta partitura, que no hay en mis signos ni un pedacito de reproche. Comprendo: la reconstrucción es un camino que se emprende por sí, en sí, dentro de sí; y a veces necesitamos la compañía que nos refiera por un momento a la vida nueva, la que renace al término de un gran ciclo, y a veces necesitamos la soledad, el tiempo de la búsqueda: tú ya resucitaste, corazón, ¿recuerdas que nos acurrucamos juntos entre la mortaja de sábanas que tejí para que muriéramos los dos? Tu nuevo tiempo arriba dichoso: ¿cómo podría no llenarme yo misma de gozo por tu felicidad, amado amigo? Sólo que tu dicha implica mis ausencias, el detalle donde las mil bendiciones que te auguro se entrelazan con la desolación que ello significa para mí.<br /><br />Y no, no soy la víctima, no lo fui antes y no lo soy ahora, y no lo seré después. Ni tampoco es víctima mi entrañable amor mío, no ha sido y no será víctima. Y tampoco nos vamos a victimar entre nos.<br /><br />Cuando digo desolación es porque ocurre: hay que devastar el universo concebido. Yo también tengo mi sueño, querido, pero al conocerte soñé mi sueño contigo y tu sueño conmigo, y lo hice porque nuestras presencias posibilitaban tal visión, nunca antes contemplada… Mis anhelos contigo no están predeterminados, ocurren al conocerte, por intermedio de tus palabras, de tus propuestas, de tu presencia: lo he intentado explicar. <br /><br />Para mí, no es que sea tarde para jugar a la casita, es que nunca me han gustado los roles tradicionales: no es lo mío ser la gran mujer tras el gran hombre, busco pareja-pareja, hombro a hombro como alguna vez te escuché decir de nuestro amor; ¡y con qué gozo recuerdo la dichosa sensación al timbre de tus palabras!<br /><br />((Voy a necesitar su ayuda, queridas; voy a necesitar que ustedes tampoco me juzguen si no estoy del todo en mis antiguos cabales))<br /><br />¿Quién, querido, podría reprochar que tus sueños no incluyan la cercanía que yo deseo? ¿Quién, querido, podría reprochar que mis sueños incluyan la cercanía que no deseas? ¿¿Quién violenta a quién?? Y si además intermedia entre tú y yo este amor tan poderoso… Ninguno queremos jugar a lo que ya jugamos con otros: cualquiera nos comprende, cualquiera se pone de nuestro lado, del suyo y del mío: qué razón tan grande nos asiste.<br /><br /><br />Pero no es precisamente razonable lo que siento por él, queridas (no me juzguen, os lo suplico). No nos suena razonable lo que cada quien pide al otro (no lo juzguen a él, os lo suplico, que tampoco sabe nada, que también todo lo confunde, igual que yo, mi amadísimo amigo). No hemos querido hacernos daño, sólo queríamos hacernos el amor, su señoría, os lo juro.<br /><br />Queridas, he llegado a Más Allá entre jirones de piel, arrastrando tras de mí la jauría de monstruos que confunden y pueblan de miserias a los hombres que toca mi instinto de luna plena. Queridas, he llegado a Más Allá, austera, procurando causar el menor daño posible: he llegado al desierto, donde sólo me queda este silencio, este, este silencio.<br /><br />Más allá de Más Allá no hay nada, sólo Más Allá y Más Allá, por extensiones interminables de pastizales llanos donde mi toro ha de apaciguar su íntima tristeza de poderosa flama.<br /><br />Necesito, por el instante, queridos todos, reposar algunos días para reponer mi espíritu del tránsito con que he recorrido el camino. Un paso torpe el mío: he dejado a mi amigo saturado de mí ))) agacho la cabeza para no mirar sus ojos )) me voy lo más rápido posible para no mirar sus ojos )) lo más rápido posible para que no me dé tiempo de hacerla de pedo, de musitar, para no gritarle: aguarda, espera; para no acosarlo con el delirio de mis esperanzas siempre en flor… )) no quiero mirarlo porque no me voy, porque si dudo por un acorde más, me quedo y acepto cualquier miga por temor (pero no hay temor, hay claridad, triunfa la luz sobre la oscuridad).<br /><br />Querido Caballero DeLira: tenéis razón: no es la inmortal quien duda: ejecutad en lo inmediato vuestra voluntad de cambiarnos el final.<br /><br />Venga nueva convocatoria, queridas: al encontrarme con mi amigo he dado un paso para aceptar-me: sí, he sido yo quien ha pronunciado las palabras para librar a mi amigo de mí, soy yo quien no ha sido capaz de acoplarse a la propuesta de pareja que mi amigo me hace, y es porque mi alma, en efecto, lo desea con una intensidad… Ni cómo describirla. Con la intensidad de las palabras que se me desbordan a cualquier provocación de este destino de soledad al que ahora libero: quiero un compañero.<br /><br />He viajado en sol-edad a través de los tiempos, ha sido el llamado que mi creador me ha dado para construirme: me acepto. Dios: aguardo la señal con que tu mano ha de guiarme hacia mi compañero. Mi alma suplica por el favor de un hombre que sostenga la voluntad del tiempo junto a mí, mi alma ya necesita su apoyo y su complitud, señor. <br /><br />Sé que he de ser paciente, me lo dijo hoy un poderoso enviado divino, heredero de las potencias de Isthar la del nombre impronunciable; y que ha sido ella misma quien me ha conducido hasta él. Sé paciente, me dijo en voz cristalina y gozosa, y el pequeño lobo-nahual siguió jugando futbol como si nada, entre risas y entusiasmos. Dame, señor, tu serenidad. Sabes que soy torpe y sorda, sé paciente también conmigo, señor, tolera mis tropiezos de aprendiz.<br /><br />Dios: hágase tu voluntad, en tus manos estoy. Hágase en nos tu reino.<br /><br />Paciencia… Y tal vez mi sueño es, invariablemente, el de la ficción. Pero sí veo a mi amado leyendo mientras yo escribo, sí me asomo a la ventana y veo Manhatan, París o Tepiji del Río, y siento el brazo de mi hombre reptar por mi cintura y esa tarde daremos un concierto o leeremos un relato o daremos una conferencia los dos. Y pasado mañana sale nuestro avión a Nayarit, a pasar tres meses para crear y coger, coger y crear, comer y crear y coger… El sueño lúbrico de toda artista.<br /><br />Paciencia Fe Serenidad<br /><br />Sólo sé con-formarme con la entrega plena. Y, ay, querida Condesa L, igual que vos con vuestro saltimbanqui, yo también pensé en mi hermoso amigo para ser, en uno solo, un mismo deseo: alguien para coger, alguien para charlar, alguien para filosofar, alguien para parrandear, alguien para crear, alguien para vivir con él… Todavía queremos que sea uno solo. Pues es bien cierto que sí hay alguno para coger, otro para bailar, quien se apunta para charlar… Pero esos son fragmentos. ¿Por qué no podemos con-formarnos con retazos?<br /><br />Y que se aviente al tú por tú, al mí por ti y al ti por mí. Y jugar a las casitas: tú en la mía, yo en la tuya, y a veces cada quien en la suya. Hombro a hombro para bailar y llorar. Y que sepamos estar en lo cotidiano, que sepamos los dos respetar y entregar a manos llenas, entregar-nos sin pudor y sin moral.<br /><br />Y ahora, cómo he de enviar la petición al universo. Cómo he de matizar la imagen para no endosársela a cualquiera. Paciencia. Y re-signación.<br /><br />)) he de dominarme para no correr y lanzarme de bruces por un abismo que no es mío, que es de otra mujer, de otro pasado que no soy yo, de una casita que yo no he jugado )) he de dominarme para no arrojarlo de cabeza por un abismo que no es de él… Me libero de mi pasado. Así sea. Para amar con entrega. Para que me amen con entrega. Hombro a hombro para trasnochar y consolar.<br /><br />Y sigo pensando en mi querido amigo, deseando que no se tome a mal mi palabra (alguien dígaselo, pero con otra voz, con otros sentidos, porque yo no he sabido transmitir nada). Porque no se trata de que yo salga corriendo a buscar un tipo. No. No se trata de otra persona. No es que yo desee estar con “alguien” más… Es sólo que he comprendido con claridad cuando me ha dicho que ahora él no puede ofrecer. Es tan nítido, y comprensible. Cualquiera hemos estado ahí.<br /><br />Sí, amor, tú sólo has delimitado tus terrenos. Es justo, lo aplaudo, lo celebro. Es sólo que tú tienes claras tus cadencias, tus paraderos y tu destino de llegada. Y es verdad: he sido yo quien no se ha con-formado con el territorio que tu hermosísima intensión me asigna. Quisiera poder hacerlo. Con otro no me importa que sean dos noches o una sola, cada tres meses o en fin de semana o una sola vez en la vida… Pero contigo, amor, mi alma se incendia de pasiones. No es lo mismo. No eres las putas de quienes vengo huyendo. Tú me resultas admirable, respetable, besable, amable, tocable, hablable, deseable, contable y vivible: no le pidas a mi corazón que te quiera por fragmentos moderados, le resulta imposible al momento. Si por tus encantos es que deseo tu presencia…. Qué le vamos a hacer. Y si estoy cerca te voy a seguir hostigando. Si me conozco un poco, casi no, pero algo.<br /><br />((Chicas: deténganme si ven que sucumbo)). Impídanme ser la neurótica histérica del cuento, por favor: que no llame yo a las imprudentes tres de la mañana, buscando alcoholizada los tonos de su voz: si ya sabemos que nos choca que nos hagan algo así.<br /><br />Por supuesto, queridas, no estoy convencida de nada, no me convenzo ni a mí. Pero tengo muy claro que he de hacer un esfuerzo mayúsculo para construir-me un pequeño espacio de congruencia (A ver si como ronco duermo). Y no es por orgullo, alguien déle el parte, os lo suplico; es más bien en acto de humildad.<br /><br />Hemos llegado a Más Allá. Detrás, la montaña impenetrable del pasado; delante, los abismos profundos del instante. Hemos llegado al límite de nuestras expectativas. Es el punto sin retorno. Mi amigo y yo nos jugamos el todo o nada. Ni siquiera es necesario dar interpretación a estas palabras (todo-nada): carecen de sentido, no se esfuercen. Pero es innegable que es así para nosotros. Amada Lady I, entrañable Caballero DeLira, vos que conocéis el destino de la historia: mi amigo y yo estamos en la escena de la batalla final de los inmortales (vendría música épica-dramática que mi amigo hubiera improvisado).<br /><br />No hay ni una pizca de falso orgullo ni atolondrada modestia en lo que os escribo en mi primera noche en Más Allá… Si yo pudiera conservarme así, etérea como en esta letra, impronunciable como el nombre de Isthar. Pero mi cuerpo corrupto se niega a ser musa inepta o cosa que parece una novia. Soy una mujer, sólo eso. No soy una reina ni una madre. Soy una mujer. Ésta mujer, sin más designios extraños ni qué casita feliz.<br /><br />Tampoco estoy haciendo feminismo, amor mío. Estoy haciendo mis palabras nomás, las que me dicta el cuerpo. No hago feminismo: soy mujer, soy de signo femenino. Ni lo ensalzo ni lo reniego. Soy una mujer. Ésta mujer nomás. Como decir llueve cuando el aguacero arrecia. Como decir hace frío cuando la nieve nos contempla. Como decir es de noche cuando es de noche: soy mujer.<br /><br />Necesito que Dios me dé mucha sabiduría para encender mi sol en medio de la breve oscuridad de un destino adverso: el de esta noche cuando al fin arribo a Más Allá. Necesito que mi creador me otorgue la gracia de la paciencia para generar la energía que enardezca mis cenizas y resurja el ave de fuego, alas de dragón, piel de salamandra; y de nuevo se haga en mí el milagro de la resurrección.<br /><br />No voy a hacer la fiesta del olvido, queridas (véanse Instrucciones para abandonados). Por esta vida me impele el instinto a hacerlo de otra manera. No sé de cuál, porque sin duda se trata de algo que nunca he experimentado. Paciencia. Y no es una esperanza vana la que me sostiene en la espera. No exigen mis palabras a nadie. No he de hacer la fiesta del olvido. Nada hay por olvidar. Sólo debo con-vertirme, trans-formarme…<br /><br />Dios: dame ojos para ver cuando él me vea, dame oídos para escuchar cuando él me escuché: porque tiene oído fino y escuchará, porque tiene mira atenta y me verá.<br /><br />Me derramo, queridas, aquí. Yo no sé si alguno ha llegado hasta este punto conmigo. Sé que comprenden la necesidad de mis letras. Veo mis propios límites en este asunto, me delimito, me conformo, me contemplo y me contengo )) y apenas esta tarda erizabas mi sentidos a la insinuación de tu tacto. Paciencia. Desnudez. Líneas de sangre. Diarrea existencial. Vómito de la psique.<br /><br />Ya necesito, mi querida Condesa L, estar dentro: renuncio a la periferia, a la clandestinidad, a que vivan con otra antes y después, y no conmigo. Va o no va, dicen los prácticos; y nosotras, tan quiméricas, nos desbarrancamos en el “buen gusto” de negar nuestro lugar, en la tibieza por no resultarles inapropiadas, inoportunas, incómodas, perturbadoras, abrumadoras, distractoras de sus afanes. También qué torpe tibieza la nuestra, ¿no es cierto? A ver: ¿por qué no vamos una noche de estas, armadas con nuestra mentada intensidad de hembras, a reclamar esos hombres que amamos? ¿Por qué nos quedamos confundidas, paralizadas, llorosas, sin ninguna puta idea de qué hacer? ¿Acaso adolecemos todos de mutua cobardía? ¿O es que esa batalla, usted y yo, la hemos perdido ya?<br /><br />O será, simplemente, que no nos gusta hacer papeles secundarios. Por eso nos tachan de divas caóticas; aunque usted, Condesa, en ello lo es por oficio. Así que, bien, acaso sea verdad la tachadura.<br /><br />Va o no va. Porque cuentos no hacemos: relatamos el tiempo. ¿Vos sabéis con claridad, querida Condesa L, a cuáles parajes queréis convidar a vuestro amante amor? Me parece que también he sido clara al expresar los sueños que embisten mi carne ante la presencia de mi amigo hermoso. Me parece que él ha deducido con claridad que deseamos construir universos distintos. ¿Qué podemos hacer con eso ninguno de los dos? Porque no se trata de elegir lo uno ni lo otro. No es un problema moral, es un pequeño detalle técnico que imposibilita la fusión de los deseos.<br /><br />A mí, corazón mío, también me gusta mi vida como es. Pero pensaba en ti para tocar la apoteosis de tan dichoso gusto. A mí me gusta mi vida, y sé, sin embargo, que restan aún trabajos por elaborar mi transición. Porque tal vez, vivir mi sueño de entrega absoluta me conduzca a la consumación de mis fuerzas, pero sólo así muere un fénix con dignidad: envuelta en llamas. Y es que, querido amor, el sueño contigo es posible vivirlo sólo contigo. Y sí, queridas, ya otro sueño será o sería o hubiera sido con otro, pero eso es otra cosa. No es lo mismo.<br /><br />Lo que ha de ser, ya es. Vigente el verso.<br /><br />O cómo, cómo hacer el sueño a la distancia, cómo aceptar ser la amante de los domingos o la novia de los lunes… Diga usted, Condesa L, ¿aceptar la propuesta no sería colocarlos nosotras mismas a ellos en idéntica mísera posición: el amante de los domingos, el novio de los lunes? Y si decimos que tanto los amamos, Condesa, oriénteme: ¿no es una falta de respeto aceptar una cosa semejante? Yo no veo a mi amado siendo el que viene a dormir alguna vez, a las tres de la mañana, en fatiga de una fiesta de la que yo no he participado: vengo huyendo de eso, ya lo recuerdo…<br /><br />Y tampoco es cosa de que me dedique a la abstinencia, amada Condesa L, pero primero necesito que el amor distienda sus alas y emigre junto conmigo. En realidad, amiga, el arrebato de un amante y otro y ahora aquí y mañana allá, en mi soledad, es una vida que ya me ha sido concedida. En verdad deseo encontrar un nuevo sino de compañía.<br /><br />Pernoctando en Más Allá<br />Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-85962393423816992032009-06-04T10:29:00.000-07:002009-06-04T10:31:03.265-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS<span style="font-weight:bold;">EPÍSTOLA 46</span><br /><br />Queridos todos:<br /><br />Esta mañana he arribado al fin a un pequeño paradero a la vera del camino por el cual me dirijo a Más Allá, una vez que Lontananza no ha resultado lugar suficientemente lejano para despistar la huella del mal que me signa.<br /><br />De nuevo ha pecado mi ánima, otra vez he caído en tentación: he deseado fundirme en la estirpe de mi amado… Sí, lo confieso, he visto su alma y la mía en penetración, como si de nuestros cuerpos se tratara, enlazados en caricias, desplazados de su centro por la anulación del tiempo, el instante de la entrega, la plenitud…<br /><br />Tenéis razón, Acróbata del Anónimo Delirio, ningún caballero osaría atravesar por los intrincados pasillos de fuego intenso en filigrana rococó. Si yo misma me consumo en darles vida, si yo misma intento alejarme de mí, de mis abismos, del constante rugido de mi pecho en pos de sus urgencias. Y porque sé de la fragilidad, tampoco osaría yo enardecer los júbilos de mi amado amigo… Todo laberinto, querido Caballero DeLira, tiene su salida de emergencia, debidamente indicada, como explicita el manual de las buenas costumbres: me pide su libertad, la tiene, porque mía no es la libertad y menos la suya propia: es libre quien así lo desea, es libre de su propia libertad quien así lo desea. ¿Cómo podría yo perturbar los afanes melódicos con que mi amado caballero distorsiona el tiempo? Si tal es su oficio, si en dichosa faena lo descubrí.<br /><br />He pecado, queridas, pues he deseado construir un hogar, mísera salamandra de tierra caliente, para dar calor a un hombre que tañe con signo de agua. Fuego y agua. Tierra y viento. Hombre y mujer. Día y noche. Nahuales y Ocelotes. Por eso me retraigo, venga a nos el reino de la claridad, la edad del sol.<br /><br />¿Cómo podría yo invitar a nadie a transitar los infiernos? A mi amigo se lo dije al inicio: yo por mí, te llevaba a vivir conmigo a los infiernos; pero no lo haré, le dije, y cumplo mi dicho, no he de llevarlo conmigo.<br /><br />Invisible Caballero del Delirio: ¡si hasta mi locura he empeñado en esta última jornada! Es de agua el signo de mi amante: voluble se desliza tomando la forma del terreno, o es furia que arrastra consigo el tiempo. Yo soy fuego, y consumo; no me adapto si no es consumiendo para existir…<br /><br />La mujer llega hasta donde el hombre quiere, reza el adagio posmoderno, queridas mías, amadas brujas. Yo ya hubiera montado el espectáculo, ya estaría en la playa con él y estaría buscando los recursos para llevármelo a la India, o más allá, a Más Allá, y aún más lejos, trepidando en mi carroza de fuego puesta a disposición del mar de sus encantos que pocos no son. Y heme aquí, en silencio, apertrechada en esta mísera posada del camino, alejándome de esa terrible imagen que me persigue. No, no habría yo de llevarlo a mis infiernos de sustancias diluidas en el neón del escenario, en la seda de la alcoba ardiente. No habría de llevarlo a sudar por las arenas de mis anheladas playas, no habría de volcar el universo para beberme un café en París financiado apenas con un lazo de oración. ¿Qué clase de loco, orate maniaco habría de arrojar sus aguas al fuego, mi fuego a sus aguas, erupción de volcanes sobre el mar enfurecido, para formar nuevas islas del tesoro, nuevos continentes sin nombre, sin partitura?<br /><br />Pero, querido amigo, si algún eco de mi entraña vibra entre las fisuras de tu fortaleza: nunca te he invitado a renunciar a tus universos, por el contrario, el aliento de tu boca me invitó a la posibilidad de compartirlos, tal fue la llama que encendieron tus impulsos en mi tiempo. ¿Cómo querría yo que renunciaras a las fantasías a las cuales he deseado pertenecer? ¿Cómo podría yo pedir que dejaras de ser la esencia que amo en ti? ¿Cómo podría cerrarte el paso del camino que también mi alma urge por transitar?<br /><br />El agua es por sí, amigo, producto de sus moléculas de sí, es vapor y firmeza de hielo, es lluvia, lago y riachuelo, es tormenta y mar clamor; tan maleable, tan voluble, va llenando su camino de sí. El fuego depende del combustible, necesita ser con otro para arder, el fuego es producto de dos, sustancia de dos… <br /><br />Al ritmo de vuestro paso me atengo, querido amor mío, que sois vos quien sabéis de entonación. Por ti renuncio a ti y por mí renuncio a mí, para renunciar a la imagen, para no acosar de instintos tu soledad.<br /><br />Distinguidas damas de la Corte de lo Real, perdonad el silencio de mis días, que anda mi alma en busca de su penitencia; perdonad que no pueda aún contentarme con la mesura que dicen que es propia del amor. Dos noches parecen muy pocas para entregar la pasión, si con una vida no alcanza… Y al mismo tiempo, a mi amigo le asiste la razón en pleno: cada quien a sus faenas, en medio de alguna, nuestro afán quizá coincidirá.<br /><br />Que la plenitud nos ilumine con su luna.<br /><br />Entre Lontananza y Más Allá.<br /><br />Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-71845064384082945302009-05-13T11:07:00.000-07:002009-05-13T11:09:13.363-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS<span style="font-weight:bold;">47 regresiva</span><br /><span style="font-weight:bold;">NAHUALES VS OCELOTES</span><br /><br />Honorables Jueces de la Corte Real:<br /><br />Como os he explicado en repetidas ocasiones: padezco de un terrible mal: todo lo confundo, pues hablan por mi ser impronunciables voces de alarma y pesadilla, pasión y ensueño… Se contradicen los apetitos de mi encarnación.<br /><br />No podemos luchar contra la serenidad de un beso de amor… Mi amado continúa consternado con la presencia de estas letras y yo no sé cómo más explicar que no, que al contrario: esta soy yo: son mis dudas, mis abismos-contradicciones: que sí soy neurótica, pues, es lo que trato de de deciros en cada línea, a él y a vosotras, hermosas justicieras de la corte de lo Real Maravilloso.<br /><br />Otra vez me presento ante ustedes: des-nuda… Pero no es verdad, porque estoy echa nudos; resulta imposible mentir aquí, sentada en el banquillo virtual de la auto-sugestión (auto-sujeción). Por eso me llama (flama) mi ser a transcribir el pensamiento, la emoción, a transcribir lo que no es posible decir de otro modo que no sea por intermediación de la ficción… Todo esto ya lo he dicho repetidas veces, repetidas voces superpuestas sobre mi cuerpo en vida.<br /><br />Confieso: estoy loca: en-mí-misma-hada, ensimismada en sí mi alma se halla, dice mi amado: es cierto, querido, la verdad habla por tus palabras. La acusación de mi hermosísimo y entrañable amigo es justa: enloquezco cuando la imagen colapsa con la imagen de él. Nadie se salva. El amor viene acompañado con jaurías de anuales y ocelotes.<br /><br />Amor de Nahual: las panteras negras se desgarran la piel: mis histéricas contra sus volubles: mis intensas contra sus volátiles dedos al tocar el instrumento de mi entrega… Amor de Ocelotl: los inmortales reclamado del otro la imagen del paraíso: si yo he visto la imagen mía reflejada en tus ojos.<br /><br />Por otro lado, que se sepa de una vez la verdad des-nuda: las mujeres hablamos y hablamos y hablamos; que se sepa a viva voz que somos encarnación de la palabra… No es que nosotras hayamos elegido, el lenguaje se nos impone, se nos impone la interpretación, se nos avienta el signo como animal rabioso… Nomás estamos aprendiendo a no renegar de la palabra que se nos fue concedida. Antes que herirte, querido amado mío, maestro: he aquí mi alma, he aquí mi contradicción sin estandarte: a ninguna causa me adhiero: sólo narro, sólo describo los estadios de evolución de la imagen: soy esta palabra cuando estoy sumergida en el instante de volcar mis tientos por la virtualidad de vuestros ojos verdes.<br /><br />Tenéis los ojos de un loco, amigo: y ahí me veo reflejada: yo os lo dije, por evitarme estas pasiones quise huir de vuestro caos: pero ahí, como narciso, me quedé presa, en-ti-mismada en mi reflejo… Pero decidme, maravillo amigo: ¿Para vos vale la pena anclarse entre las sábanas con esta simple mortal? Diosa no soy: miradme: soy esto<br /> Y esto<br /> Y esto<br />Nomás voy siendo, a duras penas, amigo. Soy esto.<br /><br />Soy esto, amigas, nada más: una enloquecida de amor eterno, inmortal en sus ratos libres, pero siempre ando haciendo, llenándome de pausas, postergando el encuentro. Es que sí lo amo, queridas, os los he dicho tanto (qué repetición en espiral, por Dios, marea)… Por eso: si me pide distancia, distancia le concedo (hay una canción al respecto: “Cuando llamas estoy, a la hora que tú digas voy”); si me dice más lento, bajo la velocidad; si me dice de lejos, escribo epístolas: es el llamado del amor. <br /><br />Aceptar que la imagen es mía, y dejar de endilgarle al otro la responsabilidad de mi paso no es un paso sencillo: ustedes saben que esta búsqueda me ha traído a estos llanos de perturbación. Si me dice que no quiere jugar a la casita, me detengo, dejo de jugar a la casita… Eso es renuncia, eso es amor: nada qué reclamar, querido amor mío, te lo he dicho: comprendo tu postura; y al comprenderte a ti, me comprendo a mí (espejito, espejito).<br /><br />Una crisis neurótica, amados amigos, se manifiesta por la coincidencia de varias voces internas que reclaman asuntos distintos, matices de lo mismo, e incluso contradicciones… Os manifiesto mis síntomas, para que tengáis cuidado y no os contagiéis de la infecta ESTRIDENCIA de mis palabras. He logrado haceros un esquema en la epístola anterior; pero hasta ahí llego… Entiendo la contradicción, como el síntoma más claro de mis procesos neuróticos: un estímulo externo detona al construcción de un esquema de posibilidad al futuro, un esquema preciosista en mi caso: una suerte de guión referido a la producción y el montaje de una escena “viva”: un proyecto de futuro, aunque se trate del instante siguiente… Mi mente compone esta imagen en cuestión de segundos, de un modo casi imperceptible; un universo proveniente de la experiencia recolectada en forma de supuestos o imágenes interiores (la imagen, queridas, la imagen del amor, del tiempo). Luego, aparece un segundo estímulo externo, el cual (ojo), en “comparación” con la proto-imagen que mi psique se ha construido, resulta contradictorio, amenaza la probabilidad de llevar a cabo el performance pre-dicho…<br /><br />Es así… Pero llegar a esta descripción no me exime de nada. Yo sé cuánto lucha mi amado contra sus propios demonios; en la misma fuerza con la cual yo lidio la faena del tiempo en mi redondel de sangre… Tampoco nos justifica. Y sin embargo, la experiencia implica que estamos tocando el límite, el borde del abismo: ¿nos aventamos? ¿Y si las alas no son suficientemente fuertes para alzar estos 38 vidagramos?<br /><br />Es que, querido, queridas: soy una fragilidad toda temblorosa. A ciegas. Me guía el radar de mi instinto nocturno (femenino). Amor: soy una mujer: y sí te veo, te veo con una nitidez casi imposible de concebir por quienes fui en mis vidas anteriores. No eres tú, soy yo: No soy yo, eres tú. Estoy de pie, des-nuda, en la orla aguda de mis propios referentes (de nuevo y otra vez más). <br /><br />Lady I: no son los príncipes quienes destiñen a la primera lluvia: es la imagen al deslavarse bajo el nuevo bautizo del tiempo, para renovar sus votos de entrega… No vamos a dejar de amar, no nos hagamos tontas…<br /><br />Duquesa D: el amor siempre es el estertor de la incertidumbre, amiga amada; tenemos en común la atracción por ciertas idénticas aristas de la locura; es solo que nuestra manifestación trae cargas históricas distintas: pero de que hay cachondería en nos… Así nos hizo Dios; alabemos sus dones.<br /><br />Condesa L: Vos, madame, que sufrís como yo el hechizo encantador y volátil de los laúdes, sabéis bien cuál es el verso de la ficción cuando os digo que esto es pasar del cuento al ensayo: vivamos, pues, lo que haya que vivir, y hasta donde topemos de nuevo con la ausencia de nuestra imagen en el espejo. Vampiresas, sería el término, ¿es así?: entidades de la oscuridad en vuelo hacia la propia entraña: parto con espasmos de lujuria: y he aquí que la literatura también es arte escénica (cómo que no).<br /><br />En pánico escénico.<br />Muy Suya señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-91881715984646805192009-05-13T09:55:00.000-07:002009-05-13T09:56:26.701-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS48 regresiva<br /> <br />Dicen que soy bruja, porque convierto a los hombres en ficción. Pero si vuelvo a convertir a uno más, voy a terminar produciendo un bestiario, en vez de la famosa novela, que siempre avanza y nunca encuentra su final. Es injusto.<br /><br />Ya pasé por una gama de finales dramáticos francamente impronunciable: Dios, mándanos a mis muchachas y a mí un hombre de carne y hueso, en presencia encarnado: o sea que sí esté cuando una se vuelve mujer y es de fragilidad el vuelo en su ejecución.<br /><br />Sigo sin ser clara, lo sé, queridas; sé que Lady I se ha descompuesto la voz de hada diciéndome que a los hombres hay que explicarles por incisos, sin revolver referentes, y he aquí que es la sagrada hora en que sigo sin lograr cordura.<br /><br />Es decir (reinicio), mándanos, Dios, a mis muchachas y a mí, un compañero, una pareja pareja atento atento con sesenta y nueve en proceso que sea seguido (bruja ninfómana, ninfa del mar océano). (Pero no es canto de sirena, porque, la neta, la neta, niegen-me-lo, si pueden: quién chingados de nosotras quiere ahogar al cuate. Nadie quiere ahogar al cuate, es la presencia nomás, y cada día vamos con más tiento, pero cada día quiere Ulises a güevo ahogarse…)<br /><br />Las palabras, ustedes saben, las traigo agotadas, ya no hago sino mezclar los mismísimos lugares comunes, los de siempre, así ha de ser si son comunes (lindo modo de justificar mi carencia tiene la meta-literatura). Trabajo con puro producto agotado, ustedes saben, desde que dejé nuestro mágico Reino de Voz, así que dispensaran la torpeza del tropiezo: andar para atrás en la penumbra de la placenta no es cosa sencilla, queridas bellas amigas.<br /><br />El tercer día, el de la resurrección, se acerca ya: alabemos a nuestra querida madre Nix.<br /><br />Me dice mi amado que ha de encontrarme cuando andemos en vuelo… Ah, caray: suceden varias reacciones íntimas ante singular propuesta:<br /><br />Una (la intensa): ¿Pos que no ya andábamos volando? ¿Y la sensualidad acaecida apenas un fin de semana antes? ¿Y las horas de pasión trabajando ambos sobre la obra propia? ¿Y la lucha cuerpo a cuerpo contra los demonios y ocelotes? ¿Y la revolución emprendida?<br /><br />Dos (la chica trivial): O sea, cómo? O sea: cómo volando? O sea que si de pronto ando por los suelos mi pareja negará su mano para apoyar mi tropiezo?? O sea que cuando haya vuelo o sea plenitud o sea solvencia económica y moral o sea sólo cuando esté así de linda nos podemos encontrar?? O sea que si ahorita me está cargando la chingada no cuento con la presencia? O sea, cómo?? Neto: o sea cómo??<br /><br />Tres (el diablo): Para vuelos su abuelita de batman. En serio, la cosa es bien práctica, bien primitiva: nos unimos en manadas para preservarnos: heme aquí luchando sola contra la jauría de miserias, y mi cuate no está, sabe dónde andará fugado.<br /><br />Cuatro (la feminista): Por eso me juzgan de feminista loca histérica pasada de lanza… Pero nomás describo los acontecimientos íntimos, de verdad.<br /><br />Cinco (la mística-mágica-cómico-musical): Es que, chicas: ya hice varias veces la valoración de los hechos, y no hallo justicia para la ausencia con la que duramente me ha condenado mi amigo.<br /><br />Seis (la razonable): Dispensen la verborrea, ya saben que como no tengo para la terapia, aplico la tarjeta de cuate frecuente para hostigarlas con mi caso crónico.<br /><br />Siete (la locura): Volar, dice mi amado; pero acaso tema a las alturas (tema yo, tema él, tema de conversación). Volar. Planear. Surcar. Y yo quiero volar ahora, y mi amigo no se ha decidido a vivir el sueño en vida: tiene puesto el talento, los recursos, la vieja, los viajes… O no se ha decidido a vivir el sueño conmigo, sería más precisa la imagen de lo que quiero describir. O su sueño no es el que yo creo que él quiere… En su mano está lo que ha pedido, todo lo tiene mi querido amigo, y no lo ve, o yo no veo que lo vea, para seguir con la precisión descriptiva, o lo que yo veo no es lo que él ve… Todo lo tiene, lo que dice desear, y no lo toma, o no veo que lo tome, o la neta lo que no veo es que esté aquí, ahora, para ser preciosista en mi decir. O porque ciertamente es la imagen mía la que tal visión percibe. (Porque una es la intensa, y se me olvida, se me olvida (que no se me olvide, que por esta vez no se me olvide)).<br />¿He de arrepentirme de qué acto esta vez? Así como no tengo reclamo, no tengo arrepentimientos, hermosas amigas hechiceras: el amor que pedí me fue concedido, he puesto a sus pies cuanta riqueza poseía, he postrado mi DES-NUDO cuerpo en ofrenda última a la posibilidad que me fue concedida: Cosmos, Dios, Destino, Nix, Vigotsky: cumplí la ofrenda: me entregué, creí, perdoné, tuve fe. Me cae que no reniego, me cae que me re-signo, porque no hay modo de maldecir el amor.<br /><br />Ocho (la ególatra-paranoica): Volar. Si yo me la paso volando, por eso no hay quien me siga el paso?? Otro más que se abruma, se vuelve bruma espesa del bosque oscuro al hacer contacto con mi atmósfera?? Será verdad la teoría, expresa por mi confesor su Excelentísimo Príncipe de Q, de que mi pensamiento es tan inverosímil y rápido que no doy tiempo a la realidad de construirse y colapsa frente a mí?? <br /><br />Nueve (la amante): Y es que veo nítido, por un instante ínfimo: la que desea crear y viajar por el mundo y luchar por el sustento junto al amado, soy yo. Y esa imagen es de nuevo el vulgar lugar común del príncipe azul, el caballero negro, el herrero de las manos de filigrana rococó, el muy distinguido señor B. Es de nuevo la imagen, queridas, que ataca al hombre, se le clava como los dedos al amor: en contracciones deleitosas, volátiles, en un fuego que, por supuesto, claro, verídico que incinera…<br /><br />Diez (el silencio): Miro mis páginas como cuadro clínico: desdoblamiento de la personalidad. Es cierto. Soy todas ellas, disueltas las esencias en las yemas de mis dedos al presionar el músculo de la letra. Soy testigo imparcial de sus acusaciones: me sorprendo ante la furia de algunas, la claridad de otras; me sorprendo cuando me veo viéndome… Pero sigo sin comprender nada, al contrario. Ayer he visto el camino: es oscuro y pleno de espinas (dicen). Así lo vi, y el dolor no ha sido por comprender los motivos de la separación, el dolor ha sido (egoísta), más bien por la comprensión misma: comprender en la experiencia el camino a seguir por el abandonado (véanse Instrucciones para abandonados)… Un camino de espasmos y llanos infértiles, pantanos y dunas traicioneras… Y luego viene ahora la imagen de cuántas veces he recorrido a pie dichoso territorios del vacío. Pero he dicho que tengo alas… ¿Ha llegado acaso el tiempo verídico de emplearlas?<br /><br />Queridas: ¿es que pueden ustedes ver que, en efecto, poseo alguna cualidad de la locura? Os advierto: estoy mostrando ante ustedes mis síntomas, para que tomen las medidas pertinentes, a fin de evitar el contagio…<br /><br />Ayer mismo, queridas, mi amigo me ha reclamado la injusticia de estas letras mías para con su personalidad… He debido explicar, como explico nuevamente a todas ustedes, que se trata de una ficción, queridas. Cuántas veces os tengo que decir que dicen que con un novelista no se está nunca seguro, nunca se sabe cuándo apareceremos desnudos a la mitad de una cuartilla. Ser o no ser. Verdad o ficción. ¿¿Me entendéis, amigas?? He aquí lo que os digo: estoy enferma, contagiada de sinsentido. <br /><br />Lo que es verdad, empero, es que me hallo infecta nuevamente, pero se trata ahora de un mal mutante, un engendro quimérico. Os lo digo: no beséis a nadie: corréis el riesgo de entregaros al gozo, a la dulzura, a la intensidad del hallazgo, a la pasión del desencuentro: no beséis a nadie, corréis grave peligro de vivir la intensidad, corréis peligro de vivir. No miréis a los ojos de los hombres: os podéis quedar vueltas piedra frente a la imagen de vos reflejada en él; os podéis quedar paralizadas ante la visión de lo posible, os podéis quedar a vivir con él, os podéis terminar casando… Y tras leer esta epístola, queridas, lavaos bien la mirada, que el mal de ojo también os puede hacer mal. Lavaos la memoria, las orejas y la vagina. Lavaos el instinto, el ansia y la calentura. Renunciad a la imagen.<br /><br />… Pero bien sabemos que ello no es posible, sé que ninguna de vosotras podrá seguir los consejos para un amor aséptico, libre de influencias, libre de toda perturbación, aguardando la venida gloriosa… Bien sabemos que esos son cuentos de hadas, y nosotras somos brujas. Aceptemos, pues nuestra naturaleza, queridas amadas mías: en estos días he estado más enamorada de vosotras, de vuestra imagen que es presencia, que de cualquier capitán de navío o príncipe xamán.<br /><br />Es la imagen de la auto-procreación la que nos llama, queridas, a sucumbir a una velada a cambio de días y días de tormento en soledad; es la imagen, amadas, quien nos empuja a interpretar hieráticos signos virtuales para exonerar los vestigios de la ausencia; es la imagen, mujeres mías: no podemos luchar contra nuestra devoción, amantes amigas: el tiempo de la manifestación es justo: vuelen nuestros nahuales por la noche placenta de nuestro origen. No podemos luchar contra la serenidad de un beso de amor…<br /><br />En años de pre-cuarentena<br />Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-57568749532720789162009-05-07T10:18:00.000-07:002009-05-07T10:19:27.574-07:0050 EPÍSTOLAS REGRESIVAS49 regresiva<br />A las damas de la corte:<br /><br />Hoy, queridas, perdí a mi amigo entrañable. Un luto sereno me envuelve porque he perdido al amigo cuya presencia dio luz al deseo de amor.<br />Tras esta pérdida, la última atadura posible ha quedado disuelta. Sólo me resta des-anudar las velas y alzar vuelo a la mar. Volar.<br />Hoy de nuevo, a unos días de mi cumpleaños, me quedo en puerto mirando como mis entusiasmos se pierden a la deriva en alta mar. Hay tensión en el ambiente, andamos sin trabajo y con la peste de la incertidumbre rondando como aliento infecto nuestras narices.<br />Tras arduas horas de trabajo y sensatez, tengo mis ratitos crítico, acentuados el día de ayer, fecha de acaecimiento del mandamiento a la chingada.<br />Y no es menester juzgar, ahora menos que nunca, queridas mías; ahora que Lontananza ya no es tierra suficientemente lejana para salvaguardar mi locura de los necios que quieren echarla a la hoguera. Así que he de ir más allá, mar adentro en travesía por último aliento (narrativo).<br />Con infinito orgullo os informo que he superado la prueba de la sensatez, en verdad me he mantenido lo más sabia posible; y apenas logro distinguir mis congojas, pero ya puedo sujetarlas al aire: al menos puedo nombrarlas, y puedo verme en sensación de sentir… No ha sido suficiente, es cierto; pero quizás ahora esté mi alma en condición de abrir otra puerta, pasar a otra posible aceptación. Dios quiera que así sea.<br />Me toca demostrar en carne viva que soy capaz de hacer honor a mi pregón de sabiduría: he de saber guardar silencio. He de mantenerme unos días, pro ello, en el recinto de mi sol-edad. No puede haber mayor festejo que saberme libre de culpas: de verdad hice el esfuerzo supremo pro entregar lo mejor de mí. Lo hice: lo entregué. Pero la expresión de mis desazones, suenan a reproche para mi amado amigo; él ya no escucha razones, como dice el corrido; ni ve que lejos de ser reclamo es el trabajo por evidenciar mis procesos, para que sean más llevaderos para los dos… <br />Como siempre, amigas, no sé cuánto dure mi ratito de calma. Pero que ya llueva, que se acabe la peste, que termine la pobreza y el exceso de incertidumbre, para que otros puedan amarse como nos hemos amado mi amigo y yo, alguna vez; y que para esos otros, aunque sea una vez, el amor perdure un poco más.<br />No he podido, queridas, saltar de gusto, ni he sabido evitar un sentimiento amargo cuando encuentro el gesto y la reacción de hastío frente al exponer a mi amigo adorado mi necesidad de ayuda. A la fuerza no es, por supuesto; y al a fuerza tampoco es dejar de sentir un momentito de confusión.<br />No he podiso evitar el momento de confusión de mi psique frente a una reacción inesperada; y diría que lo lamento, pero más bien lo acepto: no escapé de necesitar, no puedo no-necesitar: soy un límite encarnado.<br />Pero, como hemos aprendido, queridas: aceptar mi necesidad de ninguna forma significa que yo exija ni reclame de nadie (es verdad, amigo, esta palabra del corazón). No se trata de que no pueda “hacer” sola; se trata más bien de re-signarme a hacerlo sola; o a no hacerlo cuando mis fuerzas menguan y no hay voz amada para recibir el aliento vital.<br />Hoy amanecí sin novio; y ha sido como si el tiempo vivido en Lontananza hubiera sido sólo un parpadeo entre la reclusión en el convento y los nuevos preparativos para extender las alas y zarpar a la mar.<br />Menos de cinco meses, amadas brujas, para llegar a tan dichosa fecha y cumplir con ello la cábala para des-anudar el alma e ir cada una en busca de su destino.<br /><br />Suya.<br />Señora C.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-28207339448266978852009-05-07T10:15:00.000-07:002009-05-07T10:16:15.850-07:00CINCUENTA EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA<meta equiv="Content-Type" content="text/html; charset=utf-8"><meta name="ProgId" content="Word.Document"><meta name="Generator" content="Microsoft Word 11"><meta name="Originator" content="Microsoft Word 11"><link rel="File-List" href="file:///C:%5CDOCUME%7E1%5CQUINTA%7E1%5CCONFIG%7E1%5CTemp%5Cmsohtml1%5C01%5Cclip_filelist.xml"><o:smarttagtype namespaceuri="urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" name="PersonName"></o:smarttagtype><!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> <w:dontgrowautofit/> </w:Compatibility> <w:browserlevel>MicrosoftInternetExplorer4</w:BrowserLevel> </w:WordDocument> </xml><![endif]--><!--[if gte mso 9]><xml> <w:latentstyles deflockedstate="false" latentstylecount="156"> </w:LatentStyles> </xml><![endif]--><!--[if !mso]><object classid="clsid:38481807-CA0E-42D2-BF39-B33AF135CC4D" id="ieooui"></object> <style> st1\:*{behavior:url(#ieooui) } </style> <![endif]--><style> <!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:"Tw Cen MT"; panose-1:2 11 6 2 2 1 4 2 6 3; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:swiss; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:7 0 0 0 3 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} @page Section1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} --> </style><!--[if gte mso 10]> <style> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-ansi-language:#0400; mso-fareast-language:#0400; mso-bidi-language:#0400;} </style> <![endif]--><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; font-family: "Tw Cen MT";"><span style=""><span style="color: rgb(153, 153, 153);">Epístola 50 regresiva</span>
<br />
<br /></span></span><p class="MsoNormal" style="margin-left: 70.8pt; text-align: justify; line-height: 150%;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; font-family: "Tw Cen MT";"><span style=""></span>Querido amigo:<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; line-height: 150%;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; font-family: "Tw Cen MT";">el papel se agotó<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; line-height: 150%;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; font-family: "Tw Cen MT";">aun el que yo representaba. Escribí mil y un deseos en la noche asfixia de mi prehistoria; en ansia de intensidad quemé los signos sobre la celulosa posible: grabado el corazón en corteza de árbol, papiro, amate, libreta escolar, papel higiénico. Incinerado en aquelarre carnaval el dicho. Cómo dirigir a usted una palabra nunca nombrada, un mínimo prefijo nuevo para decir mi estirpe laberinto, si no hablo más lengua que la del fuego, si es una la palabra (llama (flama)), la intuida, indecible su nombre agotado en la mención del ruido. Entre los intersticios del tiempo, he hallado la última piel, y le he dibujado un croquis: ésta sí soy yo. ¿Qué quiere usted que yo sea, si sólo soy? Entrego en inmolación mis cartas; sin su par, pero no hay duda: abiertas en lectura adivinanza, frente al espejo, impúdicas se duplican; y ahí tiene usted la resonancia: hecha en mí, a imagen y semejanza en el oficio suyo, la presencia. Bandera blanca al ritmo del son de paz, querido. No tema. Ningún tópico le encomiendo, pues. Simple alquimia. De persona turbulencia de fría lentejuela neón, a sencilla trama de ánima forjada al blanco vivo, pero muy cierta en mi ignorancia en blanco, pero en germen verídico mis canas blancas…<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; line-height: 150%;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; font-family: "Tw Cen MT";"><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; line-height: 150%;"><span style="font-size: 14pt; line-height: 150%; font-family: "Tw Cen MT";">Suya (es sólo una palabra y, como tal, se sostiene su nudo en la garganta)))<o:p></o:p></span></p> Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-47876144125106411542008-10-20T14:07:00.001-07:002008-10-20T14:11:03.712-07:00EPÍSTOLA RETRO-PERSPECTIVALA ENVÍA POR CORREO UN QUERIDO AMIGO, PERO COMO NADIE ESTÁ SEGURO JUNTO A UNA NARRADORA, HA AQUÍ A CONSIDERACIÓN DE LAS MUY SEÑORAS Y CABALLEROS MÍOS DE LA NOCHE, LA INVITACIÓN QUE ME HACE (HABRÁ LEÍDO LAS LETRAS CHICAS DEL CONTRATO PARA VENDERME PARTE DE SU ALMA???<br />---------------------------------------------------<br /><br />Saludos cordiales, Domadora de bestias.<br /><br />Hay días que es necesario expresar los sentimientos a las personas que uno estima; a veces lo veo como un tipo de válvula de escape o liberación; ¿sentido de culpa?, podría ser... (Sin rodeos), sólo quiero externarle mi más sincera admiración por usted, he leído sus cartas y he quedado maravillado. Usted tiene el don de entrelazar las palabras y transportar al lector a mundos fantasiosos y realidades demónicas, Por un momento me puse su piel. Por un momento nací también en la tierra de los mil soles al sentir esa expectativa ganada que dio la espera; por un momento fui espectador; por un momento fui lienzo colgado; realmente me hubiera gustado violentar las cerraduras del tiempo y la realidad para entrar a un pasado de ficción y haberla acompañado para atestiguar su nacimiento. ¿Quién es usted ahora? … ¿Aún se hace la pregunta?, yo sugiero que se haga amiga del diablo y se convierta en instinto. Quiero que enaltezca su sonrisa.<br /><br />El sentido de culpa es mi ausencia, pero sepa que mi amistad es incolora, insípida e intangible, pero pesa; es muda y está agazapada en un rincón en espera de que el toro ordene. Muy señora mía, vendo un pedazo de mi alma (claro que no toda y sin destinatario) para que tenga su don y poder expresarme como usted lo hace; que mis letras sean transporte y pueda sentir lo que quiero decirle torpemente con mis garabatos; le quiero decir que la estimo aún en ausencia.<br /><br />Tome estas letras en gratitud por su respiro, por existir.<br /><br />Su más ferviente admirador (aunque tal vez ese designio no lo sustente).<br /><br />Conde del Reino de las Oscuras Dualidades.Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5184558682830354801.post-29771049056077732562008-09-23T12:50:00.000-07:002008-09-23T12:59:39.253-07:00<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8g8Xc3sEpfkMWAIns6eiDFDToSUZWNmCpg5uO_Ae5x_lfKRXHdjMGRDevxOyyIbSXt2prBaET3VJdPGm53plixY7Iz4cFLGXA5JksHJSvL6qPZ8QYroYRmKcl2jB9L1jlK9hECJLNILOF/s1600-h/Lectura-de-ciencia-para-nin.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5249308838303569074" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8g8Xc3sEpfkMWAIns6eiDFDToSUZWNmCpg5uO_Ae5x_lfKRXHdjMGRDevxOyyIbSXt2prBaET3VJdPGm53plixY7Iz4cFLGXA5JksHJSvL6qPZ8QYroYRmKcl2jB9L1jlK9hECJLNILOF/s320/Lectura-de-ciencia-para-nin.jpg" border="0" /></a><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg82IuXk3ziwdjCLskhZOOZHRKo_wm0_aQ1lazD3KeliJAFahiBx1f8-owoqgc1KiFmoay4b0zVTauntt9r7bun_N8ITu1yKM-PC4ElHyOOwhDFB3iNX1Vc5PWMrn897XXoSDNneF6WLZMu/s1600-h/Lectura-de-ciencia-para-nin.jpg"></a><div></div><div></div><div>LA CIENCIA TRANSFORMADA EN ARTE</div><br /><div>26 y 27 de septiembre 10:00 hrs, Museo Regional. Entrada libre. </div><div><br />¿SABÍAS QUE LOS CIENTÍFICOS Y LOS ARTISTAS SE PARECEN A TI? Aunque algunos se ven muy serios, por dentro conservan el gusto por jugar, es decir: se hacen preguntas, y experimentan; son seres muy curiosos... Y se emocionan tanto como tú cuando descubren o crean algo maravilloso.<br /><br />El equipo de POESÍA PARA CIENTÍFICOS se ha puesto a jugar con la ciencia. Un grupo de traviesos investigadores, docentes, promotores culturales y artistas han escrito sobre aquello que les apasionan de su trabajo, y quieren compartirlo contigo… VEN A ESCUCHAR SUS HISTORIAS Y A COMENTAR CON ELLOS CÓMO TE PARECEN</div></div>Carla Patricia Quintanarhttp://www.blogger.com/profile/06867250432823128446noreply@blogger.com0