miércoles, 6 de enero de 2010

BITÁCORA DE NAVEGACIÓN Y VUELO RETROSPECTIVO

DÍA ÚLTIMO: LA NOCHE MÁS PROFUNDA DEL ALMA
PERSONAJES: NINGUNO, NADIE Y UNA CUALQUIERA.







Traquetea un poco entre las olas, rechina al rayo de sol, pero Nave Nodriza avanza majestuosa en medio de un mar azul, de un cielo azul, de un sueño azul. Yo no diría que ninguna de Nos se halla particularmente convencida de nada, aprovechamos el momento de placidez, sin discutir nada por nadie, de nadie. Quién necesita el sentimiento si existe la sensación, quién necesita la sensación si existe la nada. No tengo sangre ni arena en las venas. Estoy vacía, al fin, hoy, ahora, en la palabra vacía. Caigo al vacío dentro de mí, caigo como Alicia por el agujero de gusano. Nada cae en el vacío dentro de mí, cae y cae la nada en sí, dentro de mí, al vacío, a la nada, nada.

Todo queda atrás, y no puedo volverme a mirar. Navegamos por el Mar Neutro, montañas y más montañas de sal líquida, azules como el cielo azul, en un sueño evidentemente azul. Azul de día, no así el azul de la nostalgia, pues no hay recuerdos en este lugar, y quien ose volver la vista atrás para querer mirar a los recuerdos quedarse atrás, se convierte en estatua de sal, en inamovible nostalgia, recuerdo perdido, que se queda atrás… Todo queda atrás, y no puedo volverme para mirar.

Nos dirigimos hacia la tierra de Minos, menester es, según dictan los tratados de quienes anteceden la hazaña, atravesar el Mar Neutro. Olvidarlo todo. Comenzar de nuevo.

He llegado, pues, a saber, oh, noble Ulises, que por este camino he de llegar a tus brazos: olvidándote. He tirado mis añoranzas por la borda, no cargo conmigo ningún placer: todos los sueños me fueron concedidos, toda la sensualidad me fue otorgada. Estoy colmada de vacío, de la nada que queda luego del cuerpo, después de la memoria, más allá de los instintos… Si vivir es sentir, ahora no-vivo. Si vivir es amar, ahora no-vivo. Soy un no-viviente, así, tranquilo, de cabeza en la percha del tiempo. Desperezo mis alas al calor del mediodía de esta noche luminosa de azul. De lejos, me miro como un ángel negro, tan negro que es azul de profundo metálico mi pelaje de oscuridad, resalta su iridiscencia negra contra el raso azul del cielo azul.

Me dirijo a Minos, a chupar la sangre del Toro Sagrado. Hace tanto tiempo que navego, que no recuerdo ya de dónde vengo, cuándo es que he nacido, en qué momento comenzó este apetito por la sangre caliente del Minotauro. Mi única memoria son los documentos de mis antiguos, consulto ahora sus epístolas y bitácoras, para saber, y recordarlo sólo al instante en que lo escribo, que alguna vez fui larva en capullo, envuelta en sedas fui protegida y cuidada por jóvenes mancebos, quienes alimentaban mi envoltura, saciaban los voraces apetitos de la larva de carne, carnívoro gusano que fui.

Una noche, simple y llanamente, rompí el capullo.

El cuerpo estalló sobre sí, y con él, estalló la memoria; la carne se dio la vuelta sobre sí, y ahí estaba yo, con mis alas poderosas alzándose en sus cinco metros.

Los destruí a todos, les desgarré las entrañas y los devoré uno por uno. Sólo así, dicen los documentos, se logra vencer los encantos de los Efebos: cayendo plenamente en ellos, dejando que el cuerpo sucumba hasta perder el alma y transformarse en depredador y acabar con ellos sin compasión alguna; y también acabar, al nacer, con todo vestigio del alma que nos llevó a caer en tan superflua luminosidad, en el vano subterfugio de la debilidad humana…

Y aquí navego, sola en medio de la noche azul de mediodía. Me dirijo a la tierra de Minos, ando rastreando a un tal Ulises, y por ello debo beber la sangre del Minotauro. No tengo sentimientos ni placeres, sólo me queda el instinto, y mi instinto es volar, y por ello debo beber la sangre del Toro Sagrado, y hallar a Ulises. Ulises me dirá cuál es mi naturaleza: qué clase de criatura soy, de dónde provengo y hacia dónde me dirijo.

Desperezo mis alas y, de lejos, me veo como una criatura maligna, recortada mi silueta negra contra el azul profundo de mediodía, de esta noche resplandeciente, cuando al fin observo el primer destello luminoso del futuro: Ir hacia Minos, beber la sangre de la bestia bipolar, recuperar así mi pulso: poseer la sangre del toro. Claro que, después de la sangre, tendría que buscarme un alma, y con ella, quizá, nacería en mí algún entusiasmo; pero ése es trabajo más complejo; un destello a la vez. Quizá Ulises pueda tener un conocimiento así.

El Mar Neutro es llano y plácido, unos tumbos apenas de nuestra Nave Nodriza al trastabillar entre las olas de sal líquida, azul, azul de mediodía, de instante luminoso, como es esta noche oscura donde navego hacia Mi-nos…

Suyos, siempre suyos.
Indefinido ser de tibias alas sin estrenar.

2 comentarios:

Ileana Cruz dijo...

Querida Señora C, ser alado, inmortal en sus ratos libres, contrario a tí, descubrí que estoy llena de amor, no por un hombre, sino por mí, descubrí que soy feliz, pese a las ausencias o presencias inconstantes porque me tengo, estoy conmigo, me acepto como soy, imperfecta y contradictoria y se que estoy bien. Claro, no pierdo el anhelo, el sueño de la historia de amor, pero no la necesito ya (o al menos eso vislumbro en este momento) y creo que sólo así estaré lista para vivirla otra vez.

Amiga, la neutralidad en seres intensos es rara, porque no existe la pasión y necesitamos ese motor para trabajar. Ahora la pasión ha de ser esa alma tuya, tu talento, la fe de quienes creemos en tí.

Nautica dijo...

Muy buenooo!!!!!