miércoles, 13 de mayo de 2009

50 EPÍSTOLAS REGRESIVAS

47 regresiva
NAHUALES VS OCELOTES

Honorables Jueces de la Corte Real:

Como os he explicado en repetidas ocasiones: padezco de un terrible mal: todo lo confundo, pues hablan por mi ser impronunciables voces de alarma y pesadilla, pasión y ensueño… Se contradicen los apetitos de mi encarnación.

No podemos luchar contra la serenidad de un beso de amor… Mi amado continúa consternado con la presencia de estas letras y yo no sé cómo más explicar que no, que al contrario: esta soy yo: son mis dudas, mis abismos-contradicciones: que sí soy neurótica, pues, es lo que trato de de deciros en cada línea, a él y a vosotras, hermosas justicieras de la corte de lo Real Maravilloso.

Otra vez me presento ante ustedes: des-nuda… Pero no es verdad, porque estoy echa nudos; resulta imposible mentir aquí, sentada en el banquillo virtual de la auto-sugestión (auto-sujeción). Por eso me llama (flama) mi ser a transcribir el pensamiento, la emoción, a transcribir lo que no es posible decir de otro modo que no sea por intermediación de la ficción… Todo esto ya lo he dicho repetidas veces, repetidas voces superpuestas sobre mi cuerpo en vida.

Confieso: estoy loca: en-mí-misma-hada, ensimismada en sí mi alma se halla, dice mi amado: es cierto, querido, la verdad habla por tus palabras. La acusación de mi hermosísimo y entrañable amigo es justa: enloquezco cuando la imagen colapsa con la imagen de él. Nadie se salva. El amor viene acompañado con jaurías de anuales y ocelotes.

Amor de Nahual: las panteras negras se desgarran la piel: mis histéricas contra sus volubles: mis intensas contra sus volátiles dedos al tocar el instrumento de mi entrega… Amor de Ocelotl: los inmortales reclamado del otro la imagen del paraíso: si yo he visto la imagen mía reflejada en tus ojos.

Por otro lado, que se sepa de una vez la verdad des-nuda: las mujeres hablamos y hablamos y hablamos; que se sepa a viva voz que somos encarnación de la palabra… No es que nosotras hayamos elegido, el lenguaje se nos impone, se nos impone la interpretación, se nos avienta el signo como animal rabioso… Nomás estamos aprendiendo a no renegar de la palabra que se nos fue concedida. Antes que herirte, querido amado mío, maestro: he aquí mi alma, he aquí mi contradicción sin estandarte: a ninguna causa me adhiero: sólo narro, sólo describo los estadios de evolución de la imagen: soy esta palabra cuando estoy sumergida en el instante de volcar mis tientos por la virtualidad de vuestros ojos verdes.

Tenéis los ojos de un loco, amigo: y ahí me veo reflejada: yo os lo dije, por evitarme estas pasiones quise huir de vuestro caos: pero ahí, como narciso, me quedé presa, en-ti-mismada en mi reflejo… Pero decidme, maravillo amigo: ¿Para vos vale la pena anclarse entre las sábanas con esta simple mortal? Diosa no soy: miradme: soy esto
Y esto
Y esto
Nomás voy siendo, a duras penas, amigo. Soy esto.

Soy esto, amigas, nada más: una enloquecida de amor eterno, inmortal en sus ratos libres, pero siempre ando haciendo, llenándome de pausas, postergando el encuentro. Es que sí lo amo, queridas, os los he dicho tanto (qué repetición en espiral, por Dios, marea)… Por eso: si me pide distancia, distancia le concedo (hay una canción al respecto: “Cuando llamas estoy, a la hora que tú digas voy”); si me dice más lento, bajo la velocidad; si me dice de lejos, escribo epístolas: es el llamado del amor.

Aceptar que la imagen es mía, y dejar de endilgarle al otro la responsabilidad de mi paso no es un paso sencillo: ustedes saben que esta búsqueda me ha traído a estos llanos de perturbación. Si me dice que no quiere jugar a la casita, me detengo, dejo de jugar a la casita… Eso es renuncia, eso es amor: nada qué reclamar, querido amor mío, te lo he dicho: comprendo tu postura; y al comprenderte a ti, me comprendo a mí (espejito, espejito).

Una crisis neurótica, amados amigos, se manifiesta por la coincidencia de varias voces internas que reclaman asuntos distintos, matices de lo mismo, e incluso contradicciones… Os manifiesto mis síntomas, para que tengáis cuidado y no os contagiéis de la infecta ESTRIDENCIA de mis palabras. He logrado haceros un esquema en la epístola anterior; pero hasta ahí llego… Entiendo la contradicción, como el síntoma más claro de mis procesos neuróticos: un estímulo externo detona al construcción de un esquema de posibilidad al futuro, un esquema preciosista en mi caso: una suerte de guión referido a la producción y el montaje de una escena “viva”: un proyecto de futuro, aunque se trate del instante siguiente… Mi mente compone esta imagen en cuestión de segundos, de un modo casi imperceptible; un universo proveniente de la experiencia recolectada en forma de supuestos o imágenes interiores (la imagen, queridas, la imagen del amor, del tiempo). Luego, aparece un segundo estímulo externo, el cual (ojo), en “comparación” con la proto-imagen que mi psique se ha construido, resulta contradictorio, amenaza la probabilidad de llevar a cabo el performance pre-dicho…

Es así… Pero llegar a esta descripción no me exime de nada. Yo sé cuánto lucha mi amado contra sus propios demonios; en la misma fuerza con la cual yo lidio la faena del tiempo en mi redondel de sangre… Tampoco nos justifica. Y sin embargo, la experiencia implica que estamos tocando el límite, el borde del abismo: ¿nos aventamos? ¿Y si las alas no son suficientemente fuertes para alzar estos 38 vidagramos?

Es que, querido, queridas: soy una fragilidad toda temblorosa. A ciegas. Me guía el radar de mi instinto nocturno (femenino). Amor: soy una mujer: y sí te veo, te veo con una nitidez casi imposible de concebir por quienes fui en mis vidas anteriores. No eres tú, soy yo: No soy yo, eres tú. Estoy de pie, des-nuda, en la orla aguda de mis propios referentes (de nuevo y otra vez más).

Lady I: no son los príncipes quienes destiñen a la primera lluvia: es la imagen al deslavarse bajo el nuevo bautizo del tiempo, para renovar sus votos de entrega… No vamos a dejar de amar, no nos hagamos tontas…

Duquesa D: el amor siempre es el estertor de la incertidumbre, amiga amada; tenemos en común la atracción por ciertas idénticas aristas de la locura; es solo que nuestra manifestación trae cargas históricas distintas: pero de que hay cachondería en nos… Así nos hizo Dios; alabemos sus dones.

Condesa L: Vos, madame, que sufrís como yo el hechizo encantador y volátil de los laúdes, sabéis bien cuál es el verso de la ficción cuando os digo que esto es pasar del cuento al ensayo: vivamos, pues, lo que haya que vivir, y hasta donde topemos de nuevo con la ausencia de nuestra imagen en el espejo. Vampiresas, sería el término, ¿es así?: entidades de la oscuridad en vuelo hacia la propia entraña: parto con espasmos de lujuria: y he aquí que la literatura también es arte escénica (cómo que no).

En pánico escénico.
Muy Suya señora C.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi muy amada Señora C,
Me honra de sobremanera el encontrarme envuelto entre los muros de este admirable laberíntico epistolario amada mia, el suyo, el mio, lugar de luces y oscuridades, brotes y voces de la pasión que nos envuelve querida mia.
Usted y yo aprendemos juntos que los caminos se descubren a la luz del candelabro, pero también al inquietante resplandor de la oscuridad absoluta. Si amor mio, aquel sitio oscuro que llama, seduce y que al penetrar revela otro aun mas oscuro, y otro, y otro, esas imagenes que Usted ha tenido a bién regalarme, me resultan deslumbrantes, me seducen y marcan una ruta posible, un insólito modo de andar, apasionante he inexplicable; ahora descubro que es justamente el camino nuestro. Que clase de visión conviene en estos casos? la del murcielago?. Quiza. Suena tentador.
Habrá de tener Usted paciencia a este mi lento andar Oh dulce Señora.
Descanse, reciba la brisa vespertina. Ahora son tiempos inquietantes.

Mi amor siempre.

El Caballero de las Melodías Distorcionadas.

Anónimo DeLlira dijo...

Los caballeros somos, al tiempo que aguerridos funàmbulos , cautelosos caminantes de desiertos. Manejamos espadas de verbos conjugados en tiempos que no permiten -algunas veces- la dulzura con que las damas - como usted - bordan universos en filigrana.

No, no piense usted que he venido a la defensa de los actos con que su Caballero de la Melodìa Distorsionada ha provocado sus làgrimas y tremores; poco o nada tengo yo que decir. En mi condiciòn de doble compañero de andanzas, mi voz prefiere mantener el equilibrio.

Una sola cosa he de decir apeado en mi experiencia andante: los laberintos espantan con su estrechez y vueltas en sentidos multiplicados. Acostumbrados los ojos a recorrer planicies, llanos y alguno que otro jardìn de castillo, el descenso a pasillos con paredes poco visitadas por el sol impresiona, pero a la vez, atrae.

Es entonces cuando plegamos un poco las alas para reponder la pregunta que nos atrapa: ¿vale la pena volverse una espacie de Teseo redimido y sin espada buscar al Minotauro para jugar en sus cìrculos concèntricos? ¿Vale la pena la amorosa Euridice, para tocar una lira y caminar sin abrir los ojos?

¿Y no vale para usted el Caballero, en su condiciòn màs fragil, para dar dos pasos fuera de su guarida y acercar su mano a quien le llama?

Mi querida Señora C, yo tambièn fui Caballero Funàmbulo de una hermosa mariposa. Yo tambièn tuve miedo al conocer de cerca sus grietas y caricias. Yo tambièn quise salir huyendo y corrì, corrì lo màs ràpido que pude, tanto que dejè olvidado mi caballo. Yo tambièn me perdì en sus laberintos y aspirè el perfume de sus cabellos al viento. Yo tambièn la tuve, tendida entre mis sàbanas, hasta volverme una bengala encendida. Pero no sòlo de temor y escapes està construido mi sino. Fui tambièn el ardiente amante, trèmulo y taciturno de las noches de luna llena. Yo tambièn fui lluvia para mojar su piel; yo tambièn me mirè en sus pupilas y escuchè repetir mi nombre a su boca ìgnea. Yo tambièn quise sacarla de su laberinto y llevarla a mi jardìn escondido para provocar su risa alegre y su espasmo silencioso, donde mi espada fuese una con sus cìrculos concèntricos. Yo tambièn sufrì el contagio de la enfermedad ardiente.

Y mi mariposa se fue, dejandome perdido en este oscuro abismo donde aun espero la punta de un hilo de oro. Yo tambièn llorè por ella al verla marcharse por los aires, divertida y ligera, alegre y desinhibida.

¿Còmo hemos de encontrarnos entonces, con nuestros temores guiando nuestros caminos? Y còmo, dìga usted si lo sabe, habremos de eliminar la imagen que nos hace ciegos, y ver, finalmente ver, lo que no hemos podido o querido ver.

Su siempre amigo, el Caballero Funàmbulo Anònimo DeLlira.

Victor dijo...

Hermosa Dama de la claridad de la noche:

Me encuentro subyugado por tu lectura... como suave corriente que se mueve en los recovecos de la montaña, he seguido tus pasos...
No soy un ser tan evolucionado como tú... soy varón y carezco de la compeljidad que requieren una búsqueda onírica... pero tengo por fortuna, una guía que hace como en tu caso, el mejor esfuerzo para orientarme.

Felicidades nueva amiga... seguiré tu camino...

Víctor

Carla Patricia Quintanar dijo...

Gracias a los tres pro sus bellos comentarios. Un gusto, Víctor, un honor contar con tu voz.