sábado, 6 de septiembre de 2008

EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA XLI

Miércoles 03, septiembre

Querida Infanta U:

Me encuentro ya sobre la cuenta regresiva para volver a la comarca de Oz y arribar en fe a Palacio Real (de la divina realidad); y ojalá sepa yo, querida, guardar mi tan grande encomienda de plenitud sin conveniencias.

Vuelvo con mi equipaje de letras en lienzo de sangre impresas. Vuelvo sin proyecto y sin destino, sólo vuelvo como el ave vuela de vuelta al árbol nido. Mi expectativa es que la noche caiga cada noche y que el día se haga al abrir los ojos. No llevo más promesas de sustancia, dulce Infanta, sólo la memoria del dicho enigma hallado sobre la entrada del laberinto, aún sin resolver, pero medito en él mientras ando los pasillos, dibujando fórmulas plausibles para tal vez reconocer la cifra mágica que me ha de llevar al centro mismo de toda ausencia: la serenísima hermana muerte.

No es que haya un cambio radical, es sólo un cambio pequeñísimo, tan apenas que abarca su vapor las muchas vidas que he dejado atrás. Es complejo explicar la sensación del regreso, querida, pues no es dolor ni ansiedad. Se trata de un sentimiento jamás experimentado, para el cuál mis designios no tienen grafía ni voz. Y quizá es mejor no saber nombrarlo, para que mi torpe razonamiento no lo confunda con la determinación de mis vulgaridades, y quede por siempre etéreo: completo: único: el uno.

Así también ha surgido en mí el amor, Infanta; al cual conozco por vez primera, en su unidad sin fracciones ni equivalencias, sin incógnita por despejar, sin división ni raíz ni exponencial. Mi garganta es despeñadero de piedras mientras le escribo esto, pues mi alma se llena de sí, de unas ganas por tocar y besar, por abrir la entraña y mostrar mi vacío sin fronteras… Pero no reclama por nadie mi deseo, Infanta, pues es deseo puro el que la gracia me da; y por este solo momento de sentir sin buscar, vale su peso en oro la soledad, y usted bien sabe cuán pesada es.

De pie frente a la era del sol.

Señora C.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tan apreciada Señora C, mucho agradezco sus palabras, me siento tan tranquila,deseo de inmediato platicar con Usted, a dos pasos el papel, dos mas la pluma,y la mesa y silla ahí, despejadas, al igual que yo en este momento, Usted seabe cuanto tiempo y dificultades para llegar a esto.
Parece que su experiencia está en el climax, tantas formas lindas de decirlo, pero de sentir, es una de las mas intensas y deliciosas, y las palabras llegarán despues de tan inmenso placer, porque, ¿de que habla? si no es de el éxtasis, hasta se da el lujo de sentirce muerta (que juegos los suyos).
Despreocupese, la humildad llega con el tiempo, Usted es aún muy joven como para pedir mas, con la que tiene hasta ahora es mas que suficiente. La extraño tanto.
Me llena de felicidad al ir leyendo las epistolas, ya en varias ocaciones he tenido el impulso de llamarla Hermana C, es Usted grata e infinitamente sorprendente, un honor gozar de su amistad.
esperando su regreso, con gran cariño, Infanta U.