miércoles, 3 de septiembre de 2008

EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA XXXVIII

EPÍSTOLA XXXVIII

Domingo 31 de agosto

Querida Lady I:

Que la estrella que muestra el camino le llene con su luz. No desmerezca sus ánimos, querida, pues es pecado la desdicha, y de los mayores. Si usted es brillo pleno, con su energía de campanillas y polvos sutiles de los bosques antiguos.

Ya verá usted el loto abrir su flor entre las aguas de los estanques prístinos del Palacio Real (el real, querida, no el imaginario). Y a sus aromas de perfume saturado de encantos colectados a través de los siglos, el hermoso Fauno habrá de llegar al éxtasis de su travesura; el centauro ha de converger el misterio de su dualidad en su presencia.

Vendrá la cosecha, querida; y por ello hemos de ser sabias para tomar las herramientas de labor y preparar la tierra de nuestra entraña, abrir surco y echar semilla; desbrozar las malas hierbas para que germine el tiempo. Y en el acto de preparación hemos de sabernos plenas: no es el fruto la recompensa, sino el satisfecho cansancio con que nos vamos a dormir tras la jornada en bien concluida.

Vea usted: nada sé de Nadie y Nadie viene a mi encuentro. El señor B permanece en la cúpula crisálida de su mutismo encantador; el bucanero ha desviado sus rutas hacia la ausencia; los músicos reales son meras texturas para calmar la alteración de los sentidos. Pero no importa, mi Lady, nada importa frente al gozo de la entrega que he sido y seré: en la flama de mi intensidad se ha de consumir mi vida, y tal inmolación es la ofrenda para mi dios de eternidad.

Oremos, juntas, querida; frente común para las manos en plegaria por quien apenas vamos a ser, frente común en visión por nuestro mucho amor ofrenda.

Prístina luz a nuestros ojos.

Señora C.

1 comentario:

Ileana Cruz dijo...

Querida Señora C:

Un momento de flaqueza y la luz estaba a punto de fenecer. Será que en el mundo un niño gritó "yo no creo en las hadas" y necesité el aplauso salvador?

La estrella brilla de nuevo, recordé dónde está el centro de la luz. Sin embargo, una cierta tristeza de realidad me embarga. Quizá faltan siglos, eones para que el Centauro pierda sus miedos, para que el Fauno se presente en el jardín de hadas. Y aunque es claro es es Edad del Sol, no por ello dejo de suspirar con un aire melancólico de lo que pudiera ser (pero no es, no hoy, no ahora).

Se de los mutismos del Sr. B, y sólo me queda enviar energías para que desaparezcan, porque oh querida, cómo encontrar hombres con voz en estas tierras donde reina el silencio?

Un abrazo mientras fabrico las guirnaldas para su regreso.