lunes, 1 de septiembre de 2008

EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA XXXIV

Miércoles 27 de agosto

Bondadosa Infanta U:

Con gozo puedo decirle que he logrado domesticar a varias de las bestezuelas malignas que circundaban entre los pliegues de mis instintos.

El estado de mi salud ha mejorado notablemente, lo veo incluso en los retratos que ilustran mi paso por el reino de los muertos, en este viaje impuesto por gracia del destino.

Dulce es la sensación, querida, al haberme desecho de las expectativas perversas. Por ello, mi ánimo se halla liberado de imágenes; mi espíritu vacío es apenas la intuición cópula que me habrá de engendrar.

En tal circunstancia, querida, me resultan cada vez más difíciles las palabras, y es porque al momento no hay impresiones de las cuales hablar. Vacío. Pero no aquel de la indiferencia, más bien la nada primigenia.

Yo no sé si seré capaz de tejer la red finísima de la humildad para, con ella, colectar para el oficio algo nuevo por narrar. Sin embargo, eso ya no importa, querida: los muertos descansamos en paz.

Si el camino da su venia, vuelvo pronto a nuestra entrañable tierra de Oz, y ya estoy en deseo por abrazarla y charlar en sus jardines de maravillas.

Señora C.

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