miércoles, 6 de agosto de 2008

EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA XI

Agosto 4, lunes

Querida Duquesa D

Con gusto he recibido noticias suyas, y he de decirle que sus palabras me llenan de gran regocijo, pues me siento acompañada en esta distancia.

Este ha sido un día largo; y he tenido fuerte dolor de cabeza, quizá el calor, quizá los pensamientos que se ocultan incluso a mi mente, los que están por detrás, las voces que me niego a oír… Son aún los demonios del dolor, querida Duquesa, los que se ocultan tras mis hábitos de silencio.

Usted sabe que mi corazón es frágil, que sigue siéndolo pese a las capas y capas y más capas de concreto con que he procurado lapidarlo en estos días, para que se recupere allá abajo, en su tumba de pasado y pueda resurgir de nuevo, abierto al presente.

Por momentos pienso en el señor B, pero es un pensamiento que procuro mantener en el linde; no puedo permitir que me allanen las imágenes mórbidas, las locuras de la fantasía, no puedo… Pero en sueños me resulta más difícil, Duquesa. Sueño con caballos desbocados que salen furioso de entre la espuma del mar y vienen a mi encuentro, con intención de arrollarme entre su prisa salvaje… Y entonces yo me convierto en un enorme toro furioso, y me apresto a embestir contra aquella fuerza desconocida, pero es la misma con la cual se hincha mi sangre. Despierto en sofocos, Duquesa, sudando extrañamente, con una ansiedad desconocida…

Ahora ya estoy sola aquí, en el convento. Y se han acallado los rumores de aquel barco proveniente de tierra adentro. Diga usted: por qué escuchamos palabras de amor de quien no hemos convocado; por qué es silencio la voz de quien en verdad deseamos… Y más aún: será verídico ese deseo mío o se trata de una más de las fantasías que me han atormentado en el pasado, restos de lo inexistente, patrañas de artificio…

Lo cierto, querida, es que hoy no temo más a la soledad, por el contrario, la busco, la llamo, la mantengo aquí… Sin embargo, hay trampas por sortear, porque justo ahora que he salido de nuestra mágica tierra de Oz, me llegan misivas que reclaman mi presencia de vuelta. Y me resisto, Duquesa, se revuelca mi entraña ante la perspectiva de verme obligada a volver antes de tiempo… Un distinguido colegio reclama mis servicios como tutora y yo he de tomar una decisión, pues, por otro lado, acá ya me he comprometido a llevar mis hábitos a al muy real y noble reino de la Vera Cruz, con el amabilísimo saltimbanqui real R, quien se ha ofrecido a trasladar tanto los juegos de cama letrados como a la Madre Superiora M y a mí, y quien ya prepara un espectáculo teatral para enmarcar la colocación de dichos hábitos literarios… ¿Qué he de hacer? ¿Dinero o arte? ¿Materia o espíritu?

Por el momento, he hecho llevar un parte hasta nuestras tierras, pidiendo mayor detalle sobre los tiempos y las diligencias que, en caso de aceptar mi ánimo tal labor, me han de llevar antes de tiempo al regreso… No lo sé, nada sé, ignoro todo, Duquesa mía, y el tiempo para decidir se agota con cada segundo.

Le saludo y quedo en espera de sus sabios comentarios

Señora C.

1 comentario:

Ileana Cruz dijo...

Querida Señora C: No tema a los caballos, el secreto para domarlos está en susurrarles palabras dulces, no en ponerles bocado y domeñar su espíritu a base de la traición y el dolor.

Y quién mejor que usted para encontrar las palabras dulces que han de calmar a los equinos, quién mejor para ordenarle a los toros que regrese al potrero,quién mejor que usted para calmar a las bestias con vocablos mágicos recién inventados.

Así, con un terrón de azúcar en la mano y palabras dulces en el bolso, no tema más a los caballos

Un abrazo a la distancia