viernes, 22 de agosto de 2008

EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA XXVIII

Jueves 21, agosto

Miss N:

No he sabido mucho de usted, querida amiga; pero en verdad deseo que el emprendimiento por rehacernos desde el vacío vaya recobrando el territorio de la luz. Muchos consejos no estoy en condiciones de ofrecer, pues aunque me encuentro en el intento, no sé en verdad cuál es la vereda correcta.

Pero es verdad que en los últimos días he podido, como nunca, encontrar reposo para mis interminables inquietudes. Siempre ese temblor del alma que no impide echar raíces, por más que digamos lo contrario, sabemos que hemos sido almas en eterna búsqueda, y no sabemos nuca qué hemos de hallar. Siempre en insatisfacción.

Pues hoy me hallo en un remanso donde deshago lo andado, que no es mucho ni poco, pero sí intenso, muy sentido y entregado. Y usted sabe, querida, lo mucho que he debido dejar en prenda por dichas intensiones… Pero ya no hay motivo para añorar nada de aquello, pues lo he vivido ya y es una vida que ahora se termina… Y a cada momento recuerdo sus palabras en aquella sesión mística donde usted ha enunciado con claridad el signo de mi destino; es sólo que también estoy en el trabajo de agotar las palabras y, en efecto, sílaba tras sílaba me quedo vacía de signo y referente. Tengo muchos deseos de terminar con todo, para comenzar de nuevo sin miedo, el gran miedo que aún me sigue los pasos…

En esperanza por recibir noticias suyas.

Señora C.

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