miércoles, 6 de agosto de 2008

EPÍSTOLAS DE AMOR A LA DISTANCIA XII

Agosto 5, martes

Queridísima Lady I

Sólo a usted puedo confiarle las apreciaciones de mi ánimo, dada la naturaleza del clamor que las evoca. He logrado, querida, aplacar la fuerza bruta de mi toro, es verdad, y me siento orgullosa de mí por este logro del espíritu mío. Ahora me encuentro en la etapa de hallar la fórmula que me permita mantener la estabilidad en el tiempo. Este calor de humedad ayuda muchísimo a mi empeño, pero temo perderlo en cuanto me aleje de la orilla y me adentre de nuevo en tierra. Porque es verdad: aquí estoy como fuera del tiempo, inmersa en otra realidad, encerrada en una esfera que me aísla de mis propias pasiones.

Por fortuna para mi psique, el barco que se acercaba de tierra adentro se ha desviado en su curso y aquel marino salvaje no tocará puerto esta semana. Mejor, pues no estoy en condiciones aún para ser rescatada, no he bordado aún mis buenas palabras y todavía son maldiciones mis sueños.

Pero letra por letra, mi Lady, voy tejiendo la trama de mi ficción. Me diluyo entre la humedad, tamizan los tejidos mi materia, y es cada vez más fino el polvo que soy. Anoche soñé con mi muerte y ya no le tuve miedo: hoy he de escribir, es todo por hoy, una letra más…

Gracias.

Señora C.

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